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La fiesta de la financiación que las empresas disfrutaron entre 2020 y mediados de 2022 –cuando las emisiones de deuda y la solicitud de financiación se elevó para aprovechar los tipos ultrabajos e incluso negativos– queda ya lejos con el inicio del ciclo alcista de ... los tipos de interés por parte de los bancos centrales.
Más allá del mayor coste que ahora deben asumir en sus nuevas emisiones, el foco del mercado se centra ahora en los niveles de endeudamiento alcanzados por algunas compañías y, sobre todo, en las refinanciaciones de los vencimientos, que deben renovarse a tipos mucho más altos que hace tres o cuatro años.
Cuando llega el momento del vencimiento, la opción para la empresa es pagar o refinanciar por deuda nueva con antelación. De hecho, en este inicio de enero ya se han visto compañías no financieras que han querido aprovechar la bajada del euríbor para lanzar ambiciosas operaciones. Es el caso de Telefónica, Iberdrola, Redeia o Enagás. Fernando García, director de mercados de capitales de Société Générale, destaca la buena acogida de estas emisiones e indica que «no va a haber ningún problema de demanda».
Pero cuidado. A pesar de que los amplios colchones de liquidez garantizan la buena salud de las empresas nacionales, existe cierta preocupación por el mayor coste para reemplazar deuda en el momento de los vencimientos en algunos segmentos del mercado como en los emisores con bajos niveles de calificación crediticia y alto endeudamiento.
«Una compañía endeudada tiene mucho mayor riesgo de quiebra que una empresa con un balance saneado, así que el nivel de deuda y el ratio de deuda neta sobre ebitda –que mide el apalancamiento de una compañía respecto al beneficio bruto que genera antes de afrontar los gastos de amortización, intereses o impuestos– vuelven a estar de moda y se mirará con lupa a partir de ahora», advierte Javier Cabrera, analista de XTB, en un reciente análisis.
En ese mismo sentido se manifiesta Julián Pascual, gestor de renta variable y presidente de la gestora Buy&Hold, indicando que «el endeudamiento es un factor que tenemos muy en cuenta a la hora de seleccionar las compañías en las que invertir».
Eso sí, hay que tener claro que el nivel de deuda no tiene por qué indicar que una empresa esté en una situación financiera apurada, «puesto que cada una tiene un tamaño diferente y una capacidad diferente para repagar tanto los intereses como el capital», añade Cabrera. Un ejemplo es el de compañías como Iberdrola, que requieren de grandes inversiones y han tenido que aumentar su deuda para llevarlas a cabo en los últimos años.
La energética es una de la que acumula más deuda neta de todo el mercado español (excluyendo al sector bancario), con unos 48.000 millones de euros. Y afronta vencimientos por unos 5.600 millones de euros este año, según sus cuentas de los nueve primeros meses de 2023. «Pese a ello, su ratio de deuda neta/ebitda es de 4 veces, un nivel asequible», explican los expertos.
Es esa ratio, la de deuda neta/ebitda, en la que se deben fijar los inversores para comparar entre empresas. «Esta apreciación hace que el ranking de empresas más apalancadas cambie, y en estos casos los inversores deberían vigilar de cerca el desempeño de las compañías, puesto que si sus altos niveles de apalancamiento perduran en el tiempo, podrían tener serios problemas de solvencia y llegar a un punto en el que no sean capaces de devolver sus deudas», advierte Cabrera.
En el otro lado de la balanza se sitúan nombres como Grifols –en plena crisis por el informe de Gotham City que apunta a que ocultó su verdadero nivel e endeudamiento– o Solaria, que mantiene una ratio deuda/ebitda de 4,9 veces. «Tras años de generar flujo de caja negativo (sus gastos de inversión han sido mayores a los cobros recibidos)está en el punto de mira de los inversores», indican desde XTB, explicando que la compañía debería maximizar la generación de caja tanto como le sea posible para reducir su endeudamiento.
Al final, todo se resumen en que el temor a los niveles de endeudamiento se centra en determinados valores. Y en las emisiones calificadas como 'high yield' (baja calificación crediticia) «que presentan mayores amortizaciones en 2025 y, con los tipos al alza, están sufriendo más», explican los responsables de 'corporate' de S&P Global Ratings. Desde la firma indican que estos valores se enfrentan a tipos de refinanciación del 10%-15%, recordando que, en el caso de España, la tasa de impagos ya subió del 1,4% al 3,1% en 2023. E insisten:en las empresas solventes «sí se han logrado evitar esas situaciones de estrés».
Los expertos de Société Générale prevén que esta situación de confianza por parte de los inversores, también los institucionales, sobre las empresas con buena calidad crediticia continúe, tras un 2023 en el que la banca española aumentó su volumen de emisiones de deuda en un 49% en 2023, hasta alcanzar los 40.000 millones de euros, en tanto que el sector corporativo la incrementó en un 11%, hasta los 9.350 millones.
En Europa, se prevé que el sector corporativo aumente un 10% sus emisiones este año respecto a los niveles de 2023, un año que además estuvo marcado por factores que podrían haber jugado en contra de estas operaciones, como los elevados niveles de liquidez y la paralización de muchas inversiones por la tensión geopolítica, además de la prácticamente nula actividad de fusiones y adquisiciones que también suele requerir la búsqueda de financiación.
Eso sí, en términos de spreads (los diferenciales en las emisiones de deuda) «veremos un aumento de los niveles hasta mediados de año como consecuencia del deterioro previsible en las cuentas de resultados, en un entorno de menor crecimiento económico.
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