Servir, cuidar y curar en casa... y en el trabajo

Los tradicionales roles asignados a la mujer en el hogar se perpetúan en el mercado laboral

Víctor Soto

Logroño

Domingo, 10 de marzo 2024

Los estereotipos esconden siempre algo de verdad. La imagen de la mujer bregando en casa, cuidando y educando a los niños, cocinando, velando por sus mayores y sirviendo a todo su entorno parece un recuerdo del pasado. En tiempos de igualdad proclamada, de cacareados repartos ... de roles, de techos de cristal rotos y de empoderamiento, la realidad se mantiene tozuda.

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Y la mujer es la que, fundamentalmente, continúa ejerciendo esas labores dentro de las cuatro paredes del hogar, pero también cuando sale al mercado laboral. Porque de la misma forma que hay grados o ciclos formativos completamente feminizados, también continúan existiendo nichos del mercado casi exclusivamente ocupados por mujeres.

Tradición o estereotipo, pero nunca casualidad, las labores asistenciales, sanitarias o comerciales se convierten en un mercado en el que el género importa. Eso lo confirman los datos que se pueden extraer del Informe del Mercado de Trabajo elaborados por el SEPE.

Por actividades económicas en La Rioja, la actividad más feminizada es la relacionada con el empleo doméstico: el 96% de las personas dadas de alta para el cuidado a domicilio o labores de limpieza son mujeres.

La asistencia en establecimientos residenciales (85,2%), los servicios sociales sin alojamiento (82,5%), los servicios personales (79,8%) o las actividades sanitarias (78,6%) son las otras ramas que, porcentualmente, copan las mujeres.

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Por número global, sin embargo, serían otros dos los sectores en los que se consigna un mayor número de empleos femeninos. Se trata del comercio (el 67% de sus 7.500 trabajadores son mujeres) y de la educación, donde solo uno de cada tres empleados es varón.

Servicio

Así que son los servicios el único de los sectores económicos en La Rioja que emplea a más mujeres que hombres. Y no pocas más. De cada cuatro riojanas que se encuentran afiliadas a la Seguridad Social (el número ronda las 64.000), tres lo hacen en el citado sector.

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En agricultura, por ejemplo, solo se emplea el 2% de las mujeres dadas de alta en La Rioja, mientras que en construcción la cifra supera ligeramente el 1,3%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística para el cuarto trimestre de 2024.

Solo el 2% de las mujeres con empleo registrado trabaja en la agricultura y el 1,3% en la construcción

Roles que se repiten y que, además, suelen estar íntimamente relacionados con empleos de baja cualificación, peores condiciones económicas o con jornadas parciales. «Persiste la segregación ocupacional de las mujeres, que se concentran mayoritariamente en el sector servicios y en determinadas ramas económicas, como educación, actividades sanitarias y de servicios sociales y como empleadas de hogar», explica Yolanda López Huertos, secretaria de Igualdad de UGT.

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Su homóloga en Comisiones Obreras, Sonia Sobrón, comparte la misma percepción y añade otras pinceladas:«Son sectores en los que habitualmente no se requieren estudios, con muchas mujeres inmigrantes, que necesitan el trabajo aunque las condiciones no sean buenas y que no se atreven a denunciar, por lo que la precariedad se perpetúa».

Esta tendencia está cambiando en algunas actividades económicas y por diferentes razones. Por ejemplo, la supresión de las penalidades a las empresas gestoras de residencias de ancianos o centros de día ha levantado a buena parte de sus trabajadoras, que temen que a sus malas condiciones laborales actuales se sume una todavía mayor sobrecarga de trabajo.

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También otros sectores como el de la limpieza han logrado avances en sus convenios colectivos después de salir a la calle para hacer ver sus reivindicaciones.

Conciliación imposible

La conciliación es otro de los campos de batalla para las mujeres trabajadoras. «Si hay que cuidar al niño, si hay que acudir al médico, estar con los padres... son las mujeres las que tienen que salir de su puesto de trabajo o, directamente, buscar un empleo parcial. En ocasiones se realizan solicitudes para conciliar que no son concedidas porque las empresas dicen que no hay forma de cubrirlas», analiza Sobrón. «Los roles de cuidados se siguen reproduciendo y son asumidos por más mujeres que hombres», abunda López Huertas.

Esas obligaciones complementarias que las mujeres asumen como una imposición extra, provoca también que el acceso a puestos de responsabilidad o de alta dirección se vea lastrado. En el ámbito académico, en el directivo o en el empresarial, en demasiadas ocasiones continúa siendo obligatorio (salvo honrosas y cada vez más comunes excepciones) renunciar a algo para escalar. «A las mujeres nos cuesta el doble demostrar que valemos», analiza Sobrón.

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Por eso, desde distintos ámbitos se continúa pidiendo un mayor apoyo a las mujeres. Por ejemplo, la responsable de Igualdad de UGT, a través de un comunicado, explica que «se deben adoptar políticas que fomenten el acceso a todos los grupos de ocupación y se eliminen todos los obstáculos y estereotipos de género que subsisten en el mercado de trabajo y en la educación para que las mujeres puedan acceder a tener un empleo en los sectores y en las ocupaciones tradicionalmente masculinos».

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