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En torno al 80% de los chips del mundo se fabrican en Asia. Y ese porcentaje aumenta aún más si se cuentan solo los procesadores más avanzados del mercado. Pero esa abrumadora supremacía oriental no sería posible sin una empresa europea: ASML. Porque es la única compañía capaz de fabricar las gigantescas máquinas de litografía ultravioleta necesarias para producir los preciados semiconductores que dan forma a las nuevas tecnologías.
Eso convierte a esta marca poco conocida entre el público en la tecnológica más valiosa de Europa, una multinacional con un gigantesco poder geopolítico que se refleja bien en las sanciones que Estados Unidos impone específicamente para evitar que exporte sus equipos más avanzados a China. Es una pieza clave, y única, en la guerra tecnológica que enfrenta a Occidente con el gigante asiático.
Su cuartel general se encuentra a las afueras de Eindhoven, una localidad de Países Bajos con poco más de 200.000 habitantes. Y ASML, que cuenta con una plantilla de más de 42.000 empleados de 144 nacionalidades, teme que las políticas que la derecha neerlandesa está implementando en materia de inmigración lastren el reclutamiento de talento. El Gobierno, por ejemplo, está planteando retirar los incentivos fiscales para atraer mano de obra cualificada. Teniendo en cuenta que el 40% de sus trabajadores son extranjeros, el miedo parece fundado.
Por si fuese poco, la empresa también critica que la inversión en el barrio de Veldhoven que acoge su sede es insuficiente. Por eso, a principios de marzo, el consejero delegado de la firma, Peter Wennink, dio públicamente un importante toque de atención a los gobernantes: «Solo podemos crecer si contamos con el talento suficiente. Preferimos encontrarlo aquí, pero, si no podemos, tendremos que buscarlo en Europa del Este, Asia o Estados Unidos. Y, en ese caso, tendremos que establecernos allí», advirtió en una entrevista concedida a la cadena de televisión RTL Z.
Wennik no verbalizó la posibilidad de mudarse a otro país, pero diferentes medios de comunicación no tardaron en apuntar que es una de las opciones sobre la mesa del ejecutivo. Una menos drástica sería la de canalizar su crecimiento a través de las filiales en diferentes lugares, algo que tampoco dejaría a Países Bajos en buen lugar. Sobre todo cuando el país impulsa su atractivo para arrebatarles a otros empresas como Ferrovial, que se marchó de España para beneficiarse de una fiscalidad más flexible.
Así que el gobierno neerlandés ha recogido el guante y ha movido ficha. Su respuesta es la 'Operación Beethoven', un plan que contempla inversiones de 2.500 millones de euros para mejorar el entorno de Eindhoven. Oficialmente, según detalla la propia web gubernamental, el objetivo es «fortalecer el entorno empresarial para la industria de los chips». Aún no se han publicado muchos detalles, pero se anuncia «un paquete de medidas en colaboración con el gobierno local para educación, conocimiento e infraestructuras».
El foco se pondrá en el talento, al que se proporcionará mejores accesos a la zona y, sobre todo, vivienda asequible. Aunque los incentivos fiscales están sobre la mesa, el Gobierno está convencido de que esos, por sí solos, no son suficiente para convencer a ASML de que no se vaya. Es el ecosistema en torno a su sede lo que realmente importa. «La existencia de talento profesional y académico es un condicionante crucial para una industria de los chips robusta en Países Bajos», explica el Gobierno. Por eso, invertirá en su formación 450 millones de euros hasta 2030, y 80 millones adicionales al año a partir de entonces, «para fomentar la matriculación en los grados de ingeniería adecuados» en un plan que involucrará tanto a universidades y centros de formación profesional como a escuelas e institutos.
Otro pilar es la vivienda asequible, por lo que el Proyecto Beethoven contempla la construcción de 65.000 viviendas sociales de aquí al final de la década. Son 20.000 más de las que ya estaban aprobadas, y supondrán un desembolso adicional de 425 millones de euros. «El Gobierno espera que estas medidas convenzan a ASML de continuar invirtiendo en Países Bajos y de mantener su sede en el país, tanto con fines legales como fiscales», sentencia esperanzado el comunicado que ha dado a conocer el proyecto.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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