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Pocas veces antes había existido tanta expectación en torno a una reunión de política monetaria de la Reserva Federal (Fed) de EE UU. El organismo presidido por Jerome Powell actuó según lo previsto dejando los tipos de interés en máximos de 23 años, entre el ... 5,25% y el 5,5%. La sorpresa, no obstante, llegó con las nuevas previsiones en torno a cuándo se producirán los primeros recortes, en un momento en el que los repuntes inflacionistas durante el primer trimestre han obligado a la institución a replantearse por completo la hoja de ruta que manejaba hace apenas un mes.
Frente a los tres recortes estimados entonces, la Fed anticipa ahora que solo habrá una rebaja de tipos este año, de 25 puntos básicos. Como mucho dos si las cosas van bien, dejando claro que la moderación observada en la inflación de mayo –cuando la tasa subyacente se relajó dos décimas al 3,4%, la menor desde abril de 2021– no implica que la tendencia de los precios vaya a ser esa a partir de ahora.
De hecho, el banco central estadounidense ha elevado su estimación sobre el indicador PCE del 2,4% anticipado en marzo al 2,6% para finales de este año. Este índice mide el gasto en consumo personal y es el favorito de la Fed para tomar sus decisiones de política monetaria. «Si la economía sigue solida y persiste la inflación, estamos preparados para responder», advirtió el presidente de la institución, Jerome Powell, tras el encuentro.
Lo complejo que está resultando acabar con el último reducto inflacionista -sobre todo en el sector servicios- también se vio reflejado en el denominado diagrama de puntos, donde los hombres de Powell marcan sus estimaciones. Cuatro de ellos prevén que la Fed no acometa cambios en su política monetaria este año, siete apuestan por una sola bajada de 25 puntos básicos y ocho de 50 puntos básicos. Es decir, la media apunta claramente a que la apuesta es de un solo recorte, ante la fortaleza que también están mostrando la economía y el mercado laboral al actual ciclo.
Durante su comparecencia ante los medios, insistió en que los datos serán de nuevo los que marquen los futuros movimientos de la institución. Y a pesar de reconocer que «la inflación ha disminuido sustancialmente en el último año», alertó de que los actuales niveles «siguen siendo demasiado elevados», por lo que permanecerán vigilantes a los posibles riesgos que puedan entorpecer el objetivo del 2%.
El banco central estadounidense apuesta así por esperar antes de acometer la que será la primera rebaja de tipos desde 2020, dejando a Europa la iniciativa de los recortes. El Banco Central Europeo (BCE) decidió la pasada semana la primera bajada de tipos en ocho años, hasta el 4,25%.
En todo caso, Christine Lagarde también dejó claro que tardará en acometer una agresiva política de recortes, consciente no solo de las dificultades para controlar esta recta final de la inflación, sino también de que una mayor brecha con la Fed puede acarrear problemas a la economía. Y es que los mayores tipos de interés en EE UU implican directamente un dólar más fuerte frente al euro. Y eso, para el Viejo Continente, es sinónimo de inflación importada, pues las materias primas que se compran, como el petróleo, se negocian en billetes verdes.
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