Trump aún no ha plasmado su firma en los aranceles siderúrgicos. AFP

Trump da un nuevo giro de tuerca y amplía los aranceles siderúrgicos a los productos terminados

El decreto cita la seguridad nacional y no contempla excepciones para ningún socio comercial

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Lunes, 10 de febrero 2025

Los habitantes de Pensilvania que dieron a Donald Trump una victoria clave en las elecciones de noviembre estaban ayer de celebración: su equipo, los Eagles, ganó el domingo la final de la Super Bowl y el presidente anunció en ese mismo contexto la imposición de ... un 25% de aranceles a las importaciones de acero y aluminio procedentes de otros países, sin excepciones. Además de revivir los aranceles de 2018, ahora también se expanden a los productos metálicos terminados.

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Trump autorizó estos nuevos aranceles ayer bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, el mismo recurso legal que utilizó en su primer mandato. Con estos decretos, amplía significativamente la aplicación de estos gravámenes, afectando no solo a la producción de acero en bruto y aluminio primario, sino también a productos como extrusiones y planchas utilizadas en automóviles, marcos de ventanas y rascacielos.

«Nos estaban golpeando tanto amigos como enemigos», dijo el inquilino de la Casa Blanca. «Es hora de que nuestras grandes industrias vuelvan a EE UU«, añadió el presidente. El impacto de esta decisión será amplio, ya que el encarecimiento de estos insumos afectará a los consumidores estadounidenses en diversas industrias. Mientras que los aranceles de 2018 se centraban en la materia prima, esta nueva medida responde a las demandas de los sectores más proteccionistas, que durante años han buscado restricciones más severas a las importaciones metálicas.

La primera Super Bowl a la que acude un presidente de Estados Unidos, celebrada este año en Nueva Orleans, era un contexto inusitado para un anuncio económico de esa magnitud, pero goza de la mayor audiencia televisiva del año. La final anterior la vieron 123.7 millones de personas, según Nielsen, y la de este domingo podría ser la mayor de todos los tiempos, dados los cambios que ha implementado la empresa en sus herramientas de medición. Un contexto perfecto para Trump, que busca tanto el impacto mediático como el económico.

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El dramático anuncio de una nueva guerra comercial, «la más estúpida de la historia», según un editorial de The Wall Street Journal , sacudió al mundo como un terremoto. Trump parece disfrutar del caos al que contribuye con el suspense y con el que hace bailar a todos los líderes del mundo al ritmo que marca. En contraste con la tradición de procurar calma a los mercados y ofrecer seguridad a los inversores, la estrategia del presidente es pescar en río revuelto.

Mientras la Unión Europea respondía al anuncio cerrando filas y declarándose en contra de esos «aranceles injustificados», a los que promete tomar las medidas necesarias para proteger sus intereses, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, volvía a pedir «cabeza fría» frente a un anuncio que ni siquiera se había materializado.

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Más aranceles

La semana pasada Trump impuso un 25% de aranceles sobre México y Canadá durante poco más de 24 horas, el tiempo que le llevó a la mandataria proporcionarle una victoria mediática. En llamada telefónica, Sheinbaum le prometió 10.000 soldados en la frontera norte para impedir el tráfico de drogas y personas, 2.000 menos de los que ya había pactado con el gobierno anterior de Joe Biden en la frontera sur. Así logró que se suspendieran los gravámenes que Trump había impuesto a todos sus importaciones.

El nuevo capítulo, una semana después, le llegó por las mismas vías que a los trabajadores siderúrgicos de Pensilvania. «Nos enteramos por la publicación en los medios», admitió la mandataria. «Vamos a esperar a ver si anuncia hoy algo y, a partir de ahí, tomaremos nuestras decisiones». Después de Canadá y Brasil, México es el tercer proveedor de acero y aluminio a Estados Unidos. China ya ha respondido a su 10% generalizado para todos los productos de más de 800 dólares con aranceles a productos puntuales.

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Para los socios norteamericanos de EE UU, son juegos que ya conocen. En 2018 el mandatario impuso un 25 % de aranceles al acero y un 10 % al aluminio, pero los suspendió al año siguiente, cuando concluyó la negociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que en realidad era una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), aprobado originalmente bajo el gobierno de Bill Clinton. La nueva versión de Trump contemplaba una revisión cada seis años. El expresidente podría estar sentando las bases para liderar esa renegociación desde una posición de fuerza.

Alarma en el mundo

La semana pasada el mandatario ya pactó con Japón una alternativa con mejor marketing que la compra de la mítica US Steel, que dijo, «suena muy mal para la moral». En lugar de eso, Nippon Steel haría ahora «una inversión» en el legendario gigante siderúrgico de Pensilvania, con el que se construyó desde el Golden Gate Bridge de San Francisco hasta el Empire State. El mandatario no dio detalles sobre la operación, que sustituiría la oferta de compra bloqueada por el presidente Biden, con la que el gigante japonés hubiera «invertido» 14.900 millones de dólares. Con ello, acapara los titulares sin que se le cuestione algo que nadie puede discutir sin saber en qué consiste.

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Al haber ya datos del impacto que tuvieron esos aranceles durante su primer mandato, los economistas saben que se traducirán en un aumento de los precios de todos aquellos productos que utilizan esos metales para su construcción. Los analistas consideran que la incertidumbre paralizará tanto a los inversores como a los consumidores hasta que se clarifique el resultado. Según la Comisión Internacional de Comercio, también tuvieron el efecto de impulsar la venta en Estados Unidos de acero y aluminio nacional, como presumen Trump, lo que aumentó la producción y resultó en 2.250 millones más de producción en 2021. Sin embargo, las empresas que lo compran cambiaron lentamente de materiales al enfrentar precios más altos, lo que resultó en 3.480 millones menos de producción y canceló con creces las ganancias iniciales.

Más de 125.000 empleos dependen de ello, pero están muy concentrados en zonas como el oeste de Pensilvania, donde tienen un efecto en cascada en toda la economía local. Trump parece estar invirtiendo en la rentabilidad electoral de su partido de cara a las próximas elecciones, aunque legalmente no puede volver a presentarse a la presidencia. A su vicepresidente, JD Vance, no lo ve como sucesor, dijo ayer en entrevista, justo cuando este llegaba a París para su debut internacional en la cumbre de AI y la conferencia de seguridad de Munich. Su hijo, Donald Trump Jr. y su nuera Lara Trump han mostrado interés en hacer carrera política.

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