La campaña para las elecciones europeas arrancó con sigilo, sin ruido ni interés. Ahora, pasado ya su ecuador y tras las numerosas apariciones de nuevos elementos que desvían la atención pública, simplemente ha desaparecido.

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El goteo de noticias sobre las andanzas de Begoña Gómez oscurece ... su proceder y lo hacen cada día más incomprensible y menos edificante, mientras que aclara los motivos que le llevaron a su marido a dedicar unos días a preparar una estrategia de defensa que, por ahora, no consiste en nada.

Los argumentos escasean pero los insultos se generalizan en el Congreso. ¿Cuántas veces se ha escuchado la palabra 'fango' esta semana? ¿Son suficientes para enterrar las sospechas y confrontar las acusaciones? No lo dude, parece difícil, pero para los previamente convencidos, seguro que sí. Nunca fueron tan dulces y tan fáciles de tragar los carros, las carretas, los sapos y las ruedas de molino, que se han convertido en aperitivos deliciosos.

Por si fuera poco, el jueves se aprobó la amnistía. Como los argumentos a favor y en contra se agotaron en las sesiones anteriores, sus señorías se entretuvieron en intercambiar exabruptos y pugnar por quién lanzaba la acusación más grosera.

Es poco edificante, pero las cosas son así. Tras la votación y después de escuchar las declaraciones de los autoamnistiados con el consentimiento gubernamental: «Ahora el referéndum»; «Esto no es un pago, es un triunfo» y otras lindezas, el argumento de la pacificación catalana y de la concordia española pierde mucho peso. La votación mostró de nuevo la profundidad de la brecha creada en la sociedad española, que no podrá ser colmada con el atisbo de acercamiento ¿a qué exactamente?

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Así que las elecciones europeas se presentan como un trámite muy poco ilusionante, que no empujará a las masas a las urnas y que solo servirá para medir las fuerzas de unos y otros tras las vicisitudes vividas. El que sí ha cumplido con su trabajo es el señor Tezanos, que mantiene su pulso con el gremio y va camino de equivocarse la vez 42 de las últimas 43 previsiones. A mí me molesta pagar a este personaje. No por lo mal que hace su trabajo para quienes le pagamos, los españoles, sino por lo bien que hace su trabajo para quien le entrega el sueldo, La Moncloa. De tanto repetirlo el escándalo se ha convertido ya en rutina.

Mientras tanto, pasan cosas en Europa a las que deberíamos atender en estos momentos previos a las elecciones de quienes regirán su destino en el próximo futuro. Cosas como las que nos señala J. M. Riera cuando recuerda que el gasto público ha crecido un 63% desde 2019 y está a punto de superar el 50% del PIB. Entonces fueron 6,6 billones en 2019 y se han ido hasta los 8,4 billones en 2023 tras crecer nada menos que 1,9 billones en estos cuatro últimos años.

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La irrupción inesperada de la pandemia relajó todas las normas y derribó todos los compromisos de gasto, pero ha pasado desde entonces el tiempo suficiente para detener esta deriva. Dedicar el 50% del PIB al gasto es peligroso, cuando el Valor Añadido Bruto (VAB) en los cuatro años de gestión de la actual Comisión solo ha aumentado un 4,3%.

El Pacto Verde ha provocado un descenso del 2,5% en la agricultura y solo ha conseguido un 1,9% de aumento en la industria. En una industria europea que languidece y se apaga cada día más. Unos registros muy malos, que se convierten en lamentables cuando los comparamos con los obtenidos por los principales líderes con quienes nos enfrentamos cada día en los mercados internacionales.

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Me disculpo por importunarle con estas nimiedades que a nadie importan en España y a muy pocos en Europa. Así que, nada, a disfrutar del domingo. ¡Que hoy no hay elecciones!

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