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De la crisis pandémica a la recuperación y, tras un 'vía crucis' comercial más corto de lo temido, la deseada vuelta a las ganancias. La senda del sector de los parques temáticos y de atracciones tiene un color cada vez más verde, aunque algunas de ... sus empresas aún no hayan terminado de dejar atrás los números rojos. El pasado 2022 fue especialmente positivo a nivel nacional, mejorando en un 5% su facturación en 2019 para superar los 1.575 millones de euros.
«Fue, sin duda, nuestro mejor año a nivel histórico», hace balance el presidente de la Asociación Española de Parques de Atracciones (AEPA), Guillermo Cruz, quien para el cierre del presente ejercicio espera una «moderación relativa» del negocio –los ingresos estarían entre 1.490 y 1.500 millones- que ya empieza a acusar, como en otras actividades económicas, los incrementos de gastos por la elevada inflación y los altos tipos de interés que afectan a su financiación, tendencia que podría mantenerse en 2024.
Guillermo Cruz
Presidente de la Asociación Española de Parques de Atracciones (AEPA)
En realidad, en afluencia del público las cifras incluso podrían mejorar algo para recuperar los 30 millones de visitantes registrados el último año antes de la pandemia, pero el desembolso medio ha bajado en general, sobre todo entre los visitantes nacionales. «Viene prácticamente la misma gente, pero gasta menos porque este sector acusa mucho el comportamiento general de la economía», explica Cruz.
La consolidación de los parques de ocio –que incluye a zoológicos y acuarios- también es una buena noticia para el sector turístico, ya que «pueden jugar un rol clave como complemento a la oferta existente hacia un consumidor que valora cada vez más el peso de las actividades de ocio en su destino», segmento que entre junio y septiembre mejoró sus cifras un 16%, señala Alberto Puente, socio de Deloitte Financial Advisory. En esta misma línea, los parques situados en la costa esperaban elevar sus ingresos un 18,2% en los meses de invierno respecto al año anterior gracias al buen desempeño en las campañas de Halloween y Navidad, donde cada vez reciben más visitantes contribuyendo a la deseada desestacionalización, esto es, a no depender tanto de la aún importante campaña veraniega.
Ese factor arrastre de los parques de atracciones y temáticos –según un estudio de KPMG, por cada euro de impacto directo en sus arcas generan otros 41,8 euros de impacto indirecto (alojamientos y visitas a otros lugares) y recaudación fiscal para la economía española, lo que llegaría a suponer el 3% del PIB turístico- llevan al presidente de su patronal a insistir en la reivindicación al Gobierno para que les baje su tipo actual del 21% en el IVA al reducido del 10% que tenían hasta 2012, como ha pasado en otros servicios turísticos y culturales. «Sufrimos un agravio comparativo que perjudica nuestra competitividad», denuncia.
En cualquier caso, el sector no se queda parado en sus lamentos. Los dos grandes parques nacionales, PortAventura y Parque Warner, han materializado sus inversiones millonarias con la apertura este año de sendas montañas rusas de primer orden dedicadas a la película 'Uncharted' y el personaje de comic Batman, respectivamente. Y no son los únicos cambios que se observan en ellos y en otros recintos ya de tamaño mediano, «con una mayor apuesta por la digitalización y las experiencias personalizadas, así como una creciente conciencia ambiental implementando tecnologías más limpias, reduciendo residuos y mejorando en eficiencia energética», explica Francesc Rufas, profesor de EAE Business School y buen conocedor del sector.
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José Antonio Bravo
El siguiente paso que ya se observa, apunta, es la incorporación de tecnología avanzada como la realidad aumentada (RA) y la realidad virtual (RV) en atracciones y experiencias, «buscando mejorar la inmersión y la interactividad para los visitantes». Un ejemplo es el espacio específico de juegos VRX que PortAventura abrió en septiembre junto a la firma especializada Zero Latency.
Todo este reposicionamiento del sector para adaptarse a las nuevas realidades requiere más inversiones, pero la situación económica de sus empresas es dispar por los problemas financieros arrastrados antes de la crisis. Parques Reunidos, controlada por tres fondos, cambió parte de la cúpula directiva hace apenas un mes para mejorar su rendimiento después de que Parque de Atracciones de Madrid y Faunia volviesen a entrar en pérdidas el ejercicio pasado.
Por su parte, Parque Warner, la enseña del grupo, duplicó sus beneficios en 2022 superando los 16 millones de euros y ahora se plantea incluso construir un segundo parque anexo a medio-largo plazo (entre cinco y diez años) tras terminar este ejercicio con récord de visitantes (2,3 millones). En la costa levantina, Terra Mítica sigue en números rojos y, aunque los redujo a 3,8 millones el año pasado, arrastra otros casi 72 millones en pérdidas de ejercicios anteriores.
Puy du Fou, la apuesta más reciente tras su estreno en 2019, mantiene su plan de negocio con suficiente holgura. En poco más de dos años ha superado el millón de visitantes y ha elevado su previsión de inversiones en esta década a más de 70 millones. Por su parte, PortAventura, el más veterano (se estrenó en 1995) y de mayor tamaño, busca hacer caja tras mejorar en 2022 sus cifras prepandémicas: 277 millones de facturación (70% más) y casi 31 millones de beneficio (260% más), además de recuperar la cifra de visitantes de 2019 (3,75 millones que le sitúan en el sexto puesto de los parques europeos, mientras Parque Warner aparece en el duodécimo con 1,86 millones).
Este año ha refinanciado hasta 2026 un crédito de 640 millones y planea segregar sus activos inmobiliarios (incluyendo sus seis hoteles), quedándose como arrendador a largo plazo. Los fondos Investindustrial y KKR, dueños del complejo de ocio tarraconense, buscarían obtener 400 millones de euros con ese movimiento y tratar de rentabilizar su inversión, máxime cuando han puesto en el mercado a PortAventura por un precio que rondaría los 1.000 millones. Pero todavía no hay comprador claro, aunque entre los posibles interesados –algún fondo soberano árabe o alguna sociedad de capital chino- destaca uno de sus primeros dueños y aún colaborador comercial, Universal Studios, el tercer mayor actor del sector a nivel global y que ya ha empezado a registrar algunas licencias en España sin que aparentemente fuera necesario salvo que tuviera algún proyecto en ciernes.
A nivel mundial, la situación sectorial también invita a cierto optimismo, con una cifra de negocio global de más de 57.700 millones de dólares (algo más de 53.000 millones de euros) aunque no sea hasta finalizar este año cuando se espera superar las cifras de visitantes de 2019 con unos 181,5 millones en todo el mundo tras crecer un 2,5%, según estima la Asociación Internacional de Parques de Entretenimiento y de Atracciones (IAAPA). Por parques, Disney mantiene en el 'top 10' de los recintos de ocio más visitados del mundo a ocho de sus 14 parques y en el año de su centenario anunció en septiembre que duplicará su inversión en esta división durante el próximo decenio hasta los 60.000 millones de dólares, una cifra mayúscula que se justifica por los 32.500 millones que ingresó por sus parques temáticos, hoteles y cruceros en su último ejercicio fiscal generando 7.900 millones en beneficios al grupo del ratón Mickey frente a la caída del negocio en sus otras grandes áreas.
Examen superado. Los zoológicos y acuarios españoles respiran con más tranquilidad tras comprobar que la Ley de Protección Animal, que finalmente entró en vigor el pasado 29 de septiembre, no ha obligado a reconvertir sus recintos y, con ello, provocar un cambio drástico en su actividad de espectáculos y exhibiciones para el público. No obstante, entre el centenar largo de instalaciones de este tipo existentes en España sí es posible que algunas puedan verse obligadas a introducir cambios, sobre todo las de mayor antigüedad.
La clave –explica Javier Almunia, presidente de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA)- es la función educativa y de protección medioambiental que cumplen estos recintos amparados en una directiva europea –por eso la mayoría ya tienen la denominación de centros destinados a la conservación y la reproducción animal-, lo cual no es óbice para se hayan introducido limitaciones en materia de cría e intercambio de cetáceos entre centros. «Se dijeron cosas que luego no se han incluido en la ley y que sí hubieran cambiado mucho nuestro panorama», apunta Almunia, quien en todo caso anticipa que estarán pendientes de su desarrollo reglamentario para conocer hasta el último detalle.
Tras un 2020 terrible para el sector sin apenas ingresos y unos gastos fijos anuales que no pueden ajustar para mantener la alimentación y el cuidado de los animales, el año pasado lograron recuperar las cifras de afluencia prepandemia. Y la previsión apenas a un mes vista de que termine 2023 es que las hayan mejorado casi un 5%.
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