Galán será reelegido como presidente de Iberdrola al menos hasta 2027

Hace ahora cinco años, con ocasión de la entrega de un premio que reconocía sus méritos como gestor, aseguró que había conseguido ser el ejecutivo más longevo de la industria eléctrica europea gracias a la «habilidad para no meter los dedos en el enchufe». Quién lo diría, porque lo cierto es que Ignacio Galán es reconocido por decir habitualmente lo que piensa, lo que le ha llevado a meterse en no pocos charcos profundos. También sabe frenar en el momento justo, como ha demostrado hace apenas unos meses en plena escalada de tensión con el Gobierno, cuando decidió plegar velas en el escenario público.

«Si Botín o Galán protestan es que vamos en la buena dirección», llegó a decir Pedro Sánchez para que no quedase ninguna duda de que el Ejecutivo estaba dispuesto al choque de trenes. Esta misma semana excusó su ausencia a una improvisada reunión en Davos junto a algunos de los principales ejecutivos del Ibex, aunque algunos observadores han creído encontrar en el gesto un mensaje de querer marcar distancias.

Nacido en Salamanca en 1950, tiene por tanto 72 años, ha desplegado una capacidad innata para ser salmantino en su ciudad de origen, vasco en Euskadi, valenciano en Valencia o escocés en Escocia. La edad tampoco es un handicap en la presidencia de las grandes empresas españolas. Gabriel Escarrer, presidente del grupo Meliá tiene 87 años; José Lladó, de Técnicas Reunidas tiene 84; Florentino Pérez de ACS, 75 y Josep Oliú, presidente del Banco Sabadell, 73. Y Villar Mir abandonó la presidencia de OHL a los 90 años.

Quienes le daban por acabado cuando estalló el escándalo del 'caso Villarejo' han visto cómo el tema se ha diluido en lo que afecta a sus responsabilidades personales. El juez García Castellón, que instruye el sumario, ni siquiera ha entrado en el fondo del asunto tras fallar que, en cualquier caso, los presuntos delitos habían prescrito.

Curtido en el ámbito internacional como director de exportaciones de baterías Tudor, más tarde como gestor y en gran parte creador de la empresa aeronáutica también vasca ITP y luego como primer ejecutivo de Airtel, que se integraría en la actual Vodafone, tiene dos grandes valores para sus accionistas: la estrategia de apostar por las energía renovables, algo que hizo hace dos décadas y cuando no estaba de moda, ha resultado acertada y los resultados le han acompañado.

Las acciones de Iberdrola valen hoy tres veces más que en 2001. No es que haya batido a la inflación, es que la ha destrozado. Hace apenas unos meses ha propiciado un cambio en el consejo y también en la línea ejecutiva, que va aliviar en parte las presiones de algunos 'proxis', ya que demandaban un alineamiento de la cúpula de la empresa con las normas al uso de gobierno corporativo. Esto es, una separación más clara entre la gestión del día a día y la presidencia del consejo. El nombramiento el pasado mes de octubre de Armando Martínez como consejero delegado de la compañía ha cubierto este flanco pero, aseguran, para nada supone una señala de cara al futuro. ¿Sucesión, qué sucesión?