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En un movimiento poco habitual y azuzado por la guerra arancelaria desatada por Donald Trump, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha mostrado este viernes ... especialmente específico en sus recomendaciones para hacer frente a la situación actual. En el marco de las reuniones de primavera, el organismo ha pedido al Banco Central Europeo (BCE) que baje los tipos de interés hasta el 2% para mantenerlos en ese nivel «salvo que se produzcan perturbaciones importantes».
«La política monetaria debe mantenerse ágil y centrada en alcanzar sus objetivos de forma duradera. Recomendamos que el BCE baje los tipos de interés oficiales al 2% en verano», apunta la institución, insistiendo en que las tensiones globales «podrían provocar un nuevo aumento de las expectativas de inflación».
Cabe recordar que en su última reunión de abril, el organismo presidido por Christine Lagarde ya recortó la tasa de referencia en otros 25 puntos básicos, hasta el 2,25%, con lo que el FMI -dirigido por la propia Lagarde entre 2011 y 2019- considera recomendable otro ajuste del mismo nivel en verano. Pero nada más, dejando entrever que el riesgo de una inflación al alza por los aranceles es mayor que el golpe económico de la nueva estrategia de la Casa Blanca.
La propia Lagarde ya dejó entrever que en su reunión del próximo 5 de junio podría haber otro recorte, aunque todo dependerá de los movimientos del republicano, las posibles respuestas de los países afectados y, sobre todo, los datos macroeconómicos que se vayan conociendo hasta entonces.
«Los niveles de inflación están ahora cerca de sus objetivos. Tras el éxito del BCE y sus esfuerzos por reducir la inflación, los bancos centrales deberían continuar normalizando su política monetaria con cautela», apunta el organismo, que también ha querido lanzar un mensaje a los gobiernos europeos, advirtiendo que la reconstrucción de las reservas fiscales «sigue siendo una prioridad» para la mayoría de los países.
La institución apunta directamente al esperado aumento del gasto en defensa en la zona euro, con España entre los países que se han comprometido a ello. En este sentido, el FMI apunta a que los países con unas cuentas públicas saneadas pueden asumir temporalmente el gasto prioritario en defensa, pero advierte que «con el tiempo tendrán que volver a los objetivos de sostenibilidad de la deuda».
Y deja claro que aquellos con altos niveles de deuda -en España alcanza el 101,8% del PIB- «deberían reasignar el gasto o aumentar los ingresos fiscales sin demora». Del mismo modo, apunta a que cualquier ayuda destinada a mitigar el impacto de la guerra comercial «debería ser temporal y específica». Es decir, que se destine solo a empresas viables, como ya recomendó el organismo en otras grandes crisis como la pandemia. «Europa debe proteger a las personas, pero debemos ser cautelosos para no obstaculizar el inevitable cambio estructural» que implica el nuevo entorno global.
En este sentido, el FMI -que recomienda a Europa seguir ampliando su red de acuerdos de libre comercio- apunta a que los elevados aranceles entre EE UU y China podrían generar importaciones adicionales en Europa. «Nuestras estimaciones preliminares apuntan a un aumento de las importaciones procedentes de China de alrededor del 0,25% del PIB de la UE a corto plazo», señala la institución. «La desviación del comercio probablemente también reduciría los costes de los insumos para las empresas europeas y los precios para los consumidores», añade, indicando que los impactos de este canal «parecen ser de una magnitud manejable».
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