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Cada vez que millones de contribuyentes presentaban su Declaración de la Renta hace una década, la deducción por inversión en vivienda habitual suponía la gran alegría a la hora de rendir cuentas al fisco. El beneficio obtenido no era baladí: los españoles podían desgravarse un ... 15% de todas las cantidades destinadas a pagar su vivienda (tanto las cuantías iniciales al comprar como las cuotas de las hipotecas), con un límite que llegaba a deducirse hasta 1.305 euros al año por declaración. Pero la crisis económica de hace una década acabó con este beneficio fiscal, cada vez más residual entre quienes adquirieron vivienda antes de 2013.
Ese fue el año del principio del fin de la desgravación por vivienda en la Renta. El declive comenzó en 2011, cuando el entonces Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero limitó su aplicación a rentas inferiores a 24.000 euros al año. Esta restricción suponía toda una novedad para una población acostumbrada a aplicarse la deducción. Entonces, Zapatero entonó el «cueste lo que cueste, me cueste lo que me cueste» para defender su plan de recorte del gasto público, que incluída esta medida. Pocos meses después, cuando su sucesor, Mariano Rajoy, llegó a la Moncloa, lo hizo con la promesa de recuperar íntegramente la desgravación. Así lo hizo. Pero apenas medio año después la liquidó.
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María Eugenia Alonso
La Unión Europea fue cave en el desmontaje de este beneficio fiscal. Bruselas obligó a España a eliminar esta deducción, casi exclusiva en el marco tributario comunitario, dentro del plan de recortes y ajuste del gasto público al que obligó a acometer para, entre otras cosas, aprobar el rescate bancario y evitar la quiebra de España por sus problemas de deuda soberana. La Comisión Europea ya indicaba en 2012 que esta política fiscal «ha alentado la deuda de los hogares y alimentado la burbuja inmobiliaria», frente al impulso de otras medidas tributarias que promoviesen el alquiler.
El fin de la deducción no fue un capricho de los dos inquilinos del Palacio de la Moncloa. Todos los análisis económicos de la época coincidían en señalar que esa deducción generalizada, sin límites de renta y en la forma en la que se encontraba planteada, suponía un impulso más para que los precios inmobiliarios no pararan de subir. Es decir, un ingrediente más para alimentar la burbuja de precios de la vivienda que vivió España hasta 2008 y que -parecía- no tener fin. Hasta que estalló. Así lo indicaban organizaciones como BNP Paribas y centros educativos como la Complutense de Madrid, entre otros muchos. Ambos coincidían en que los precios no se habrían retroalimentado tanto con esta desgravación.
La deducción por vivienda habitual llegó a suponer al erario público más de 5.000 millones de euros en forma de deducción en el IRPF por parte de los más de seis millones de contribuyentes que se la llegaron a aplicar en 2006, en pleno 'boom' del ladrillo. Desde que comenzó a desmontarse, al prohibir su aplicación a las compras de vivienda a partir del 1 de enero de 2013, su impacto en las arcas públicas se ha ido reduciendo considerablemente. Han ido finalizando los préstamos que se beneficiaban de esa desgravación y, con ello, la posibilidad de aplicarse esta casilla en la Renta. Para el próximo ejercicio, el Ministerio de Hacienda prevé un importe de algo más de 800 millones de euros a través de este beneficio fiscal menguante.
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