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En el Gobierno no piensan renunciar a sus planes de aumentar de manera importante algunas políticas de gasto, como en educación y sanidad por ejemplo, pese a que el Parlamento pueda terminar rechazando su nueva senda de déficit público -un 1,8% respecto al PIB ... para 2019, medio punto más que lo presentado por sus antecesores y vigente hoy- que ya fue desestimada en primera instancia a finales de julio. Llegado ese caso, según anunció este martes la ministra de Economía, Nadia Calviño, aplicaría una subida de impuestos «muchísimo más importante» de la que ya se prevé -nueva tasa a las compañías tecnológicas y aumento de la presión fiscal para grandes empresas y vehículos diesel, entre otras medidas- para financiar sus actuaciones.
Porque lo que el Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez no ve posible es recurrir a elevar todavía más la deuda pública, que cerró junio con un nuevo récord histórico de 1,16 billones, que equivaldría al 98,2% del Producto Interior Bruto (PIB). Calviño calificó ese incremento de «desorbitado», al tiempo que destacó el «alto déficit público estructural». Y por eso dijo que «no hay lugar para políticas fiscales irresponsables».
«No solo no propugno una bajada de impuestos, sino todo lo contrario», insistió la ministra para tratar de poner cierto orden en los distintos globos sonda sobre esa materia que desde el Gobierno se han lanzado en los casi 100 días que lleva en el poder. «Es mejor no confiar en recetas mágicas -explicó- y volver a lo básico: si incrementas los tipos impositivos obtienes más recaudación y si los bajas consigues menos -según sus cuentas, los recortes fiscales de los dos últimos años han supuesto una merma de recaudación de 12.000 millones de euros-».
Eso sí, evitó concretar en qué consistirán finalmente esas subidas, e incluso si llegarían a afectar en el IRPF a las rentas más altas como ha demandado Podemos al PSOE si quiere su apoyo para las nuevas cuentas públicas. «Aún se están estudiando distintas opciones», fue la respuesta escueta de la ministra.
Lo que sí aseveró es que se necesitan unos Presupuestos del Estado para 2019 «realistas» -el Ejecutivo llevará su proyecto al Parlamento en noviembre, aunque antes del 15 de octubre deberá adelantar sus líneas generales a la Comisión Europea para que dé su visto bueno-, y a su juicio eso implica ser «coherente» flexibilizando los objetivos de déficit. Por eso ve preciso «encontrar el equilibrio» entre la consolidación presupuestaria y un nivel «adecuado» de gasto público.
Además, Calviño estimó que se debe aprovechar la fase expansiva del ciclo que aún vive la economía española para «poner en marcha las reformas que se necesitan y dejar atrás las medidas cortoplacistas». Admitió, no obstante, una «ligera» desaceleración en el crecimiento aunque rechazó los «mensajes alarmistas sobre un cambio de tendencia» porque, dijo, «no es ningún drama» reducir las proyecciones aunque «habrá que seguirlas de cerca».
En su extensa intervención, la ministra también se refirió a la posible privatización total de Bankia, de la que el Estado aún controla el 60% a raíz de su rescate en 2012. A su juicio, «con unos precios de mercado tan bajos como en estos momentos, todo el mundo entiende que no es tiempo de plantearse vender».
La CEOE revisó este martes a la baja sus previsiones de crecimiento para España, al constatar como otras organizaciones que la economía se va desacelerando. La patronal prevé ahora que el PIB subirá un 2,7% en 2018 y otro 2,3% en 2019, una y tres décimas menos que en su revisión anterior, respectivamente. Además, advierte que las estimaciones están rodeadas de una notable incertidumbre nacional e internacional.
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