David Valera
Domingo, 9 de agosto 2015, 07:15
El IVA vuelve a estar en el centro de la polémica. Y es que los tambores sobre otra subida resuenan de nuevo desde algunos organismos. El primero en retomar este discurso, una constante en las recomendaciones internacionales desde el inicio de la crisis que se ... había aparcado en los últimos meses, fue el FMI. En su último informe sobre España, el Fondo Monetario Internacional pidió un mayor «esfuerzo fiscal», con una «reducción gradual de los tratamientos preferenciales del IVA».
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El Banco de España se sumó poco después a esa tesis al defender «la ampliación de las bases del IVA». En ambos casos el mensaje es el mismo: eliminar o trasladar más productos del tipo superreducido (4%) y reducido (10%) al gravamen general (21%). Ambas instituciones justificaron la propuesta para corregir los posibles desvíos en la senda de consolidación. Sin embargo, el mar de fondo tiene que ver con lo que declaró el jefe del equipo del FMI, Helge Berger: «La tendencia general es a eliminar tipos reducidos». ¿Es entonces una excepción el IVA español respecto a Europa?
El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) está armonizado en la UE desde 1993, es decir, se aplica de manera similar en todos los socios y con reglas comunes. Pero eso no implica gravámenes iguales. La directiva estableció que el tipo general fuese como mínimo del 15% y que existiese un tipo reducido para casos especiales, no inferior al 5%.
Se aceptó, además, un tercer nivel -el superreducido- para los países que tenían este gravamen antes de la armonización y que afectaba a productos de primera necesidad. Fue el caso de España, donde productos como el pan, la leche, los huevos, la fruta o las verduras, así como los libros, los medicamentos o las sillas de ruedas, entre otros países, poseen este tipo más beneficioso. Pero no es el único que lo tiene.
Todos los estados de la UE cuentan con un tipo de IVA general y otro reducido, salvo Dinamarca, que cuenta con un gravamen único del 25%, según Eurostat. La UE considera que el tipo superreducido debe ser inferior al 5%, pues de lo contrario computaría como reducido según la directiva. Sólo hay cinco socios que cuentan con un gravamen inferior. Son España (4%), Irlanda (4,8%), Francia (2,1%), Italia (4%) y Luxemburgo (3%). Sin embargo, hay otros doce países que también diferencian tres niveles de IVA, aunque su tipo más reducido sí supera el 5%. Es decir, menos de la mitad de los miembros comunitarios (once de 28) tienen solo dos niveles de IVA.
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Igualar por arriba
«Hay una tendencia general a igualar el tipo general porque reduce la conflictividad de la aplicación normativa», afirma Valentín Pich, presidente del Reaf-Regaf Colegio General de Economistas. Este experto sostiene que el IVA de España puede estar en la media de la UE, pero recuerda que en comparación con países como EE UU o Japón «es muy alto». Además, advierte de que una medida aislada, como sería aumentar su tributación, no soluciona los problemas estructurales de la economía. «No puede ser que cada vez que haya un problema se decida subir los impuestos. Hay que ver cuál es la situación global», apunta. Y es que las recomendaciones de subir el IVA no son nuevas. El FMI y la Comisión Europea vienen insistiendo en esta medida como fórmula para mejorar los ingresos y combatir tanto el elevado déficit como la ascendente deuda pública.
A pesar de las reticencias iniciales, los distintos gobiernos acabaron aplicando sus recetas. Así, el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero elevó en 2010 el tipo general del 16 al 18% y el reducido del 7 al 8%.
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Mariano Rajoy también hizo lo propio a pesar de la negativa del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y aumentó hasta el 21% el tipo general -la media comunitaria está en el 21,5%- y al 10% el reducido. En este caso, la subida fue aún más dura porque algunos productos pasaron directamente del gravamen reducido al general como, por ejemplo, el cine. Por si fuera poco, España tuvo que subir el año pasado el IVA de los productos sanitarios al tipo general obligado por una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que consideraba que su tipo reducido era contrario a la norma comunitaria.
Ahora, tras la última andanada de los organismos internacionales, el Ejecutivo vuelve a negar la mayor. «Tenemos nuestra propia hoja de ruta», insisten en público y en privado sus miembros. Y es que en Moncloa no quieren abrir ese debate antes de las elecciones, como tampoco han vuelto a hablar de las esperadas rebajas del IVA para el cine y otros productos culturales, y también para las peluquerías.
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Parece poco probable que en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado, este martes en el Congreso, Hacienda dé pistas al respecto. Montoro, eso sí, argumentará que la recaudación por IVA sigue mejorando: en los primeros cuatro meses del año creció un 5,8%. Por eso, su conclusión será que una nueva subida podría ser contraproducente al retraer el consumo. Ahora bien, pasar de ahí a hablar de bajadas ya será harina de otro costal.
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