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Salvador Arroyo
Bruselas
Martes, 7 de abril 2020
La solidaridad de la UE se negociaba ayer a dos tiempos. Con mecanismos de emergencia a corto plazo, para que los Estados consigan la liquidez que ya necesitan para doblegar la crisis sanitaria. Y, a la vez, buscando un compromiso negro sobre blanco ... que garantice que se trabajará a medio plazo en una mutualización de deuda (llámese coronabonos o fondo de emergencia_'x'), que inyecte dinero a la recuperación económica postcoronavirus compartiendo riesgos. Sobre estos dos tiempos pivotó la maratoniana negociación que los ministros de Economía y Finanzas mantuvieron ayer en formato videoconferencia. Trabajaron toda la noche para redactar un documento de consenso._El desenlace se ha pospuesto a las 10:00 horas de hoy.
Y eso que la ministra Nadia Calviño había planteado antes de arrancar la cita que había acuerdo en hasta «un 95%» del paquete básico (el de recurso inmediato que estaba sobre la mesa). Es decir, que el fondo de rescate (o MEDE) reservara 240.000 de los más de 400.000 millones para que los gobiernos consigan ese dinero ya; los alrededor de 200.000 millones de euros que se articularían a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para las empresas; y los 100.000 millones del bautizado como SURE, el programa que dará cobertura paneuropea a los ERTEs y a las ayudas a autónomos.
El choque (simplificando) estaba en dos flancos: las condiciones del MEDE_(Mecanismo Europeo de Estabilidad) que Países Bajos y Austria, entre otros, requerían. Laxitud, la justa. Y, por supuesto, en la famosa mutualización, requerida por Francia, Italia y España. El desencuentro parecía de calado.
Basta con analizar el cronograma de la reunión. Se retrasó antes de empezar. «Se necesita una hora más de preparación», se informó. Al parecer no se había avanzado lo suficiente en los contactos de los últimos días. Los ministros se colocaron finalmente ante sus monitores a eso de las cuatro de la tarde, coordinados por un Mario Centeno, presidente del Eurogrupo, que les había pedido para este Eurogrupo trascendental «una respuesta audaz». A eso de las siete se anunció un receso (de una hora) para continuar con la «preparación». Supuestamente se ultimaba la redacción de un nuevo documento de consenso. Pero se advirtió:_«Acaba la primera ronda. Más por venir». En 'standby' hasta las nueve de la noche (se dijo); luego fueron las diez, las once... Para entonces, el ministro de Malta, Edward Scicluna, había lanzado un mal presagio a través de Twitter:_«Posiblemente» podía prolongarse «hasta mañana por la mañana». Y así fue.
España afrontó esta reunión con (digamos) dos ideas concretas. La primera. Respaldaba la inyección de liquidez inmediata, por evidente necesidad, con los mecanismos planteados (fondo de rescate, BEI_y el 'paraguas' para los ERTEs de la Comisión_Europea).
La segunda idea la expresaba la ministra en estos términos: el texto que se enviaría a los líderes tenía que reflejar «el compromiso de una respuesta a medio plazo»; el de «trabajar en un mecanismo de puesta en común de la deuda para la reactivación económica» post-coronavirus. La mutualización. Una referencia a la idea lanzada por Francia de activar una emisión de deuda conjunta de hasta el 3% del PIB, exclusivamente para ayudar a la 'reconstrucción', que funcionaría durante un lustro y que permitiría la devolución en hasta un par de décadas.
Una variante del 'plan Marshall' que han venido reclamando Pedro Sánchez y otros líderes europeos, y que podría contemplarse como complemento a un presupuesto plurianual (2021-2027), cuya negociación se encuentra en vía muerta, y que apenas supone el 1% del PIB de toda la UE. «No es momento de fijar magnitud, sino de ver márgenes, necesidades y cómo se utilizaría cada uno de esos instrumentos», explicaba Calviño. Y como siempre, el diablo en los detalles.
Tanto en esa pretendida mutualización de deuda (rechazada en todas sus variantes por Berlín y La Haya), como en el primer punto de la negociación: el carácter del dinero que saldrá del fondo de rescate, que se ha nutrido de la aportación de todos los socios. Y eso nos lleva a las 'condiciones'.
Aquí España volvió a insistir en que el MEDE_no está en «su horizonte»; «no hay ninguna necesidad» de recurrir a él porque no ha perdido el acceso a los mercados para financiarse. Pero ante un 'por si acaso', como red de seguridad, se abogaba solo por reservar el dinero de la parte «precutoria». Y ahí, sobre el papel, las condiciones son menos rigurosas. No hay recortes ni reformas ni hombres de negro. Pero en el norte no se veía con la misma óptica: condiciones extra y control.
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