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El mecanismo de las excepción ibérica, que se extenderá a toda la Unión Europea, supondrá una ventaja para todos los consumidores: verán limitadas las subidas de precios; pero al mismo tiempo una desilusión: sus recibos no bajarán como podrían esperar hogares y empresas. Se trata ... de la misma realidad que han vivido los españoles desde que el 15 de junio Bruselas permitiera poner en marcha el mecanismo. Los usuarios aspiraban a que sus recibos bajaran, pero la realidad ha supuesto un incremento durante el verano, que podría haber sido peor sin la excepción ibérica. Esa es la clave de la medida: evita que las subidas sean aún mayores, porque lo podrían ser, pero no garantiza rebajas, salvo que el mercado caiga, como ocurre en las últimas jornadas.
En cualquier caso, Europa se ha puesto en marcha para aplicar medidas impensables hasta hace pocos meses para limitar el precio de la energía en todos y cada uno de los países del área económica. Las restricciones de suministro de gas que llegan desde Rusia, unidas a las de combustible, han activado los resortes de Bruselas para actuar en la medida de lo posible, y siempre teniendo en cuenta los efectos colaterales del mecanismo ibérico. Porque, como en España y Portugal, topar el precio del gas impacta también en otros países, como Reino Unido y Suiza que, aunque no pertenezcan a la Unión, pueden acabar beneficiándose, como Francia lo ha hecho con España durante todo el verano.
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Al limitarse el precio del gas natural en el mercado europeo en el entorno de los 120 euros/Mwh, la electricidad que se produce en la UE, así como el gas natural que se consume para las calefacciones verá amortiguada cualquier tipo de subida. Es decir, el tope europeo permitirá que, ante cualquier acontecimiento excepcional que derive en un alza de precios, el coste gasista sea inferior al que se pagará realmente en las facturas. Esa será la ventaja. En la Península Ibérica, cuando la cotización del índice TTF del gas (el de referencia en Europa) se situaba por encima de los 340 euros/Mwh en agosto, en España seguía cotizando con la referencia entre 40 y 50 euros/Mwh.
Pero esta circunstancia no libra a los consumidores de tener que pagar por la luz y el gas consumido más dinero que hace un año. Básicamente, porque en el otoño de 2021 los precios estaban caros, pero no tanto como ahora. Y, en segundo lugar, porque el tope ibérico implica limitación del precio del gas pero, al mismo tiempo, lleva aparejado un mecanismo de ajuste por el que los consumidores van pagando esa diferencia entre el precio real del gas y el que se ha limitado, en todas sus facturas. Es el ya conocido como «ajuste del gas», que ha llegado a suponer para los españoles un sobrecoste adicional de 0,20 euros/kwh más la tarifa contratada en recibos como el de agosto.
Entre los riesgos, los servicios comunitarios apuntan que el consumo podría dispararse en gran medida por el aumento de los flujos de electricidad subvencionada a vecinos extracomunitarios, como Reino Unido o Suiza, lo que sumado al incremento dentro de la UE podría derivar en un «volumen de consumo adicional de gas de entre 5.000 y 9.000» millones de metros cúbicos.
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