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La oferta de compra de la española Talgo por parte de Magyar Vagon por casi 620 millones de euros denota el evidente interés de los húngaros por controlar una compañía que les permitiría mejorar sustancialmente sus relaciones comerciales con los países del este de ... Europa. Pero, ¿cómo una empresa española con 80 años de historia tiene la llave del comercio internacional en un momento geopolítico tan sensible? Todo pasa por sus patentes, ya que la compañía tiene registrada una tecnología propia de cambio de ancho de vía automático que convierte a sus trenes en la única solución capaz de adaptarse a cualquier red ferroviaria y superar las fronteras.
Un problema que actualmente sufren los países del este de Europa pero que en España no damos importancia porque las principales potencias -nuestros principales clientes comerciales- tienen un ancho de vía unificado entre ellos y compatible con el ancho ibérico de los trenes españoles, explica Fernando Alarcón, director de El Orden Mundial.
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La compañía fundada en 1942 ha hecho del cambio de ancho automático una de sus señas de identidad. En 1968 dio el salto internacional con el primer viaje entre Madrid y París sin trasbordos gracias a esta tecnología que han exportado a decenas de países de todo el mundo.
«Esta ventaja competitiva de Talgo es muy golosa para una empresa húngara porque le permitiría aumentar el tráfico comercial con países del este, como Ucrania, la tercera potencia ferroviaria europea solo por detrás de Alemania y Francia», señala Alarcón, que destaca el «evidente interés» de Hungría por posicionarse en el mercado ferroviario tanto de mercancías como de pasajeros y la razón principal por la que Magyar Vagon se ha fijado en Talgo.
La misma por la que el Gobierno español tiene un gran recelo a que se lleve a cabo esta operación: «El Gobierno argumentará problemas de seguridad nacional y protección de patentes para intentar parar la OPA, pero no creo que le funcione porque es una operación comercial ajustada a la libre competencia», indica.
El gran temor del Ejecutivo es que Talgo suponga el caballo de Troya de Rusia para entrar en Europa, pero Alarcón recuerda que no hay ninguna prueba de que la empresa húngara esté relacionada con el Kremlin. «El miedo parece infundado», señala el experto en geopolítica.
Y esto es justamente lo que argumenta también Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano. Señala que el Gobierno puede considerar estratégica a Talgo por evitar que «los posibles enemigos como Rusia o China se hagan con activos tecnológicos o con inversiones que refuercen su posición». En este sentido, el investigador considera que esto también forma parte de la economía de guerra, reducir las inversiones extranjeras para evitar que se cedan a otros países activos que se quieren controlar de forma puramente nacional.
Por su parte, el experto en la materia y CEO de la consultora Tra Consulting, Andrea Giuricin, advierte sobre el riesgo de caer en una especie de «nacionalismo económico» al preocuparnos que una empresa extranjera compre una española. «Hay veces que es una española la que va a comprar una extranjera. Veo un problema de nacionalismo económico más que una crisis bélica», explica.
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