El gran consumo advierte del absentismo laboral y la «insoportable» presión regulatoria

La preocupación en el sector – que representa el 25% de la economía del país– es máxima, ya que cada vez cuesta más encontrar empleados para cubrir sus vacantes, según denuncian. «Nos faltan transportistas, personal de frescos –en referencia a pescaderos, carniceros, etc.–, mantenimiento en fábrica...», advirtió González.

Las críticas llegan además en pleno debate sobre las bajas laborales flexibles que ha planteado el Gobierno y que en las últimas semanas han causado ciertas discrepancias entre el Ministerio de Trabajo y el de Seguridad Social y que, finalmente, se basarían en una incorporación gradual del trabajador, una vez reciba el alta médica tras un periodo de baja.

Al margen de la polémica, la patronal del gran consumo califica el absentismo como un «problema reciente», por lo que exige al Gobierno y a los agentes sociales una acción más firme en este sentido. «Requiere una reflexión a nivel de país al mismo nivel que la reducción de jornada», insisten desde el sector.

En este punto, Ignacio González considera que esa propuesta para recortar de 40 horas a 37,5 semanales el tiempo de trabajo «solo empeorará el problema número uno de la economía, que es la productividad», si no se acompaña de soluciones a otros riesgos como el del mencionado absentismo. «No ataco directamente la propuesta de reducción de jornada pero, ¿por qué no atacamos al mismo tiempo este otro problema?», insistió durante su discurso.

Más allá de los retos a corto plazo, fabricantes y distribuidores encaran con cierto optimismo la recta final del año, tras dos ejercicios de fuertes recortes de los márgenes –de hasta el 25% de media en los primeros y del 8% en los segundos, según un estudio de la patronal– que ahora empiezan a recuperarse. «Lo peor de la crisis inflacionaria ha pasado ya», explicó el presidente de la patronal. En este sentido, también habrá buenas noticias para los consumidores, ya que estas empresas prevén que el precio de los alimentos empiece a bajar de aquí a final de año.

Es decir, habrá un proceso de deflación –caída de los precios, no solo moderación– en esta partida del IPC y en términos interanuales, después de tres meses consecutivos –julio, agosto y septiembre– presentando ya tasas negativas si la comparativa se hace mes a mes. «Veremos los precios de los alimentos por debajo del índice general y muy próxima a cero o incluso negativo antes de fin de año», sentenció González. Pero cuidado. El directivo advirtió de una avalancha regulatoria «insoportable», que amenaza con elevar los costes de las empresas y, por tanto, los precios al consumidor final.

«Tenemos encima de la mesa el real decreto de residuos, cambio climático, deforestación, información no financiera, movilidad sostenible, morosidad, reglamento sobre inteligencia artificial... 683 normas que en 2023 se han generado en España, un 73% de origen Europa», explicó González.

En todo caso, desde el sector prevén que el precio de los alimentos pueda empezar a bajar de aquí a final de año. Es decir, que se produzca ya un proceso de deflación en esta partida del IPC, después de tres meses consecutivos presentando tasas negativas en términos intermensuales. «Lo peor de la inflación ha pasado de manera clara. Vamos a enfrentar una situación de precios de alimentos por debajo del índice general y muy próxima a cero o incluso negativo antes de fin de año», indicó González.