Andrés Sendagorta | Presidente del Instituto de Empresa Familiar
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Andrés Sendagorta | Presidente del Instituto de Empresa Familiar
«A las empresas familiares nos gusta el largo plazo y no los pelotazos»Manu Alvarez
Bilbao
Domingo, 8 de octubre 2023, 00:07
Preside la ingeniería Sener y el Instituto de Empresa Familiar. Una organización formada por las cien empresas más importantes de España que tienen accionistas de referencia con cara, ojos y apellidos –justo lo contrario a lo que sucede con los fondos de inversión–; ligada también ... a asociaciones regionales que representan a miles de firmas y que celebrará su congreso anual en Bilbao a finales de octubre. Justo en un momento en el que fluyen las dudas sobre la evolución de la economía y en el que el papel del empresario está muy cuestionado desde algunas instituciones, Gobierno incluido.
–La historia reciente de los congresos del instituto está plagada de tensiones y ausencias de Pedro Sánchez. ¿Acudirá el presidente al congreso este año?
–La verdad es que todavía no lo sé porque no tenemos respuesta. Le hemos invitado, por supuesto, es el presidente del país y queremos que esté. También hemos invitado al lehendakari Urkullu. Tampoco tenemos confirmación en este caso. A mí me parece muy importante que ambos estén.
–Hay quien sostiene que el Gobierno ha hecho gestos de acercamiento a los empresarios.
–En los últimos meses no ha habido ataques. Y nuestra disposición siempre ha sido la de colaborar para que el país avance.
–Quizá no ha habido ataques porque estaban más ocupados en otras cosas...
–También puede ser.
–¿Le preocupa la desaceleración de la economía?
–Es evidente que se está produciendo y que hay países en los que ya es algo muy destacado. Alemania, por ejemplo. Pero no hay una situación uniforme. Hay algunas empresas españolas que están triunfando gracias a las enormes inversiones en infraestructuras que se están haciendo en países como Estados Unidos o Australia. En los sectores que yo conozco más de cerca, como es la defensa y el espacio, hay una actividad frenética. Y, en general, se puede decir que las empresas, sobre todo las más exportadoras, han tenido un buen año 2022 y están haciendo un buen 2023. Pero hay más incertidumbres que nunca.
–Las sensaciones no encajan del todo con la realidad, entonces.
–Hay algo de esto. Estamos todos con cara de preocupados pero un alto porcentaje de las cuentas de resultados son aceptables. Eso sí, de momento.
–La subida de tipos de interés, además de hacer daño al consumo, puede paralizar muchas inversiones.
–Sí, y es malo, pero también es verdad que había mucho exceso de capital y muchos proyectos basados más en planteamientos financieros que industriales. La subida de tipos va a provocar una mayor selección de las inversiones y quizá en proyectos que miren más al largo plazo y no a la rentabilidad a corto.
–El empresario familiar ¿es de largo plazo?
–Sin duda. Nos gustan las empresas en las que las cosas suceden poco a poco, con plazos muy largos. A las empresas familiares nos gusta el largo plazo y no los pelotazos. Y me parece que esto es bueno, hay que defenderlo y es un valor que debemos extender y comunicar. Estoy convencido de que la sociedad también lo aprecia y es una clave para competir.
–¿Cuál es esa clave?
–La gran batalla de las empresas va a ser la del talento, la de atraer a las empresas a las mejores cabezas. Lo que te dicen hoy los jóvenes, lo hemos comprobado en Sener, son cosas muy parecidas a las que decían Enrique y Manu Sendagorta hace cincuenta años. Sin corbata, pero quieren trabajar en un sitio donde se cuide a la gente, donde se la forme, donde exista arraigo a la tierra. Los valores de siempre.
–Entonces, en su opinión, fabricar más barato no será ya la senda obligada de la competitividad.
– Lo más valioso y el bien más escaso son ya las personas. Capital hay, las infraestructuras han mejorado mucho, pero el valor diferencial son las personas porque además tenemos una tragedia con el índice de natalidad.
–El tamaño, ¿es una barrera que limita cuando una empresa tiene que dejar de tener ese calificativo de familiar?
–Influye, por supuesto, pero no es definitivo. En Francia el grupo Decathlones familiar y una empresa como Inditex también tiene un núcleo familiar de control. La clave es que actúen de forma profesional y con jerarquías. La empresa no se mueve con un esquema de democracia sino con jerarquías.
–En algunas comunidades autónomas ha cobrado importancia la participación del capital público en algunas sociedades para influir e impedir la deslocalización. Acaba de suceder con ITP, por ejemplo. ¿Le parecen decisiones correctas?
–Creo que a eso le falta una estrategia clara detrás. Han sido operaciones 'al rescate', cuando ha sucedido algo y para evitar que sucedan otras cosas peores. Como son operaciones 'al rescate', creo que hay poco más que decir. Estamos en un momento curioso.
–¿Un momento curioso?
–Sí, nos hemos dado unas reglas de una economía liberal y, al mismo tiempo, hay afán proteccionista. Empezamos a movernos entre los dos extremos. Me parece bueno que los gobiernos tengan determinados controles sobre algunas empresas, con un número limitado, para proteger cuestiones que son fundamentales para un país. Y no necesariamente participando en el accionariado.
–Pero en una economía libre de mercado es difícil.
–Me refería a un número limitado de empresas o de sectores. En esto los franceses son unos maestros. Por cierto, la mejor forma de proteger una empresa es que sea cuanto más grande mejor. Una empresa muy grande está más protegida porque es más complicado tomar el control.
–¿La industria de defensa está de nuevo de moda?
–Es algo previo a la invasión de Urania. España, por ejemplo, tenía un gasto en defensa del 0,9% del PIB y la OTAN ya había exigido elevarlo hasta el 2%. El problema ahora es que esa industria está ahora un tanto famélica y no va a ser fácil que tome el nivel que necesita. Tenemos una industria de defensa buena pero pequeña. Es incluso un milagro que haya sobrevivido.
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