Antón Costas
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Antón Costas
Lucas Irigoyen
Domingo, 14 de enero 2024, 01:05
Este ingeniero, de nacimiento gallego, se hizo economista en Barcelona, donde se afincó y aprendió el arte del diálogo del maestro Ernest Lluch, quién dirigió su tesis doctoral. Una habilidad que a Antón Costas le sirve a diario para su cometido al frente del Consejo ... Económico y Social (CES).
Costas vivió también el arranque del proceso independentista lanzado entonces por Artur Mas al frente del Círculo de Empresarios de Barcelona (2013-2016). No cree que las sanciones sirvan para cambiar unas decisiones empresariales para sacar las sedes de allí que, reconoce, «tuvieron una justificación razonable». A pesar de la polarización política que atraviesa el país, es optimista y reivindica el patrimonio del diálogo social en España convencido de que patronal y sindicatos seguirán desarrollándolo.
– La CEOE ha denunciado esta semana un «chantaje» del Gobierno en la negociación del SMI, que ha terminado por subir un 5%. ¿El diálogo social está en crisis?
– Toda negociación incorpora complejidad y tiempo. Hay que tener sosiego y no hacer valoraciones categóricas. Del acuerdo depende un mejor funcionamiento de la economía y de la relación entre sindicatos y organizaciones empresariales.
– ¿Cree que este Gobierno está deteriorando el clima hacia las empresas?
– El diálogo social en España es un patrimonio intangible al que damos poco valor. Pero es extraordinario y viene de un comportamiento responsable de las organizaciones sindicales y empresariales que han cosechado una larga lista de acuerdos. Hay que esforzarse por mantenerlo porque es una garantía de progreso.
– ¿Tienen razón quienes advierten del riesgo sobre la inflación de una subida del salario mínimo?
– Es un temor lógico que manifiestan especialmente los bancos centrales. Pero tenemos que atender a la evidencia de los datos, que dicen que no hay efectos de los salarios en una segunda vuelta de la inflación. Es más, los precios están cayendo.
– ¿Y cómo puede mejorar la productividad la reducción de la jornada laboral?
– Tendrá que ser una tendencia a largo plazo que necesita mucha experimentación en la empresa. Experiencias reiteradas nos darán pistas para desarrollar una regulación pública partiendo del terreno de ese diálogo social.
– ¿Recomendaría al Gobierno seguir con la tramitación de las 'autobajas' de tres días?
– No soy capaz de distinguir si es una medida muy a corto plazo para resolver un problema de congestión hospitalaria. Pero sí tenemos que mejorar la capacidad de la administración para afrontar estas situaciones. Tampoco sé si provocará un crecimiento artificial de las bajas.
– Pedro Sánchez ha experimentado esta semana la inestabilidad parlamentaria de su Gobierno con la tramitación de los primeros decretos de la legislatura ¿Cómo puede comprometer esa situación a la gestión?
– La negociación política incorpora momentos de tensión y desacuerdo. Pero si atendemos a la experiencia en España, veo una gran capacidad de acuerdo y creo que en este caso también va a aparecer. No sé entrever dónde surgirá esa ventana, pero lo hará. Nuestro país tiene un patrimonio muy, muy fuerte, mucho más que otros, para construir acuerdos.
– ¿Le parece acertado forzar el regreso de las empresas que salieron de Cataluña?
– La sanción, en general, no tiene grandes consecuencias. No confío en esa vía para revertir conductas que, en su momento, tuvieron una justificación razonable. En la vida, como dice el refrán, es más eficaz la zanahoria que el palo.
– ¿Cree que tras la amnistía y el acuerdo entre PSOE y Junts han mejorado las condiciones para la economía catalana?
– Creo que sobrevaloramos el impacto de la política sobre la dinámica empresarial. En Cataluña hay un gran dinamismo que viene de una cultura de largo aliento. Y si la política no introduce elementos de conflicto muy exagerados, esa dinámica opera. Pero insisto, la economía en el corto plazo tiene cierta autonomía respecto a la vida política.
– ¿Y la creciente polarización política no pone en riesgo eso?
– Podría ser, pero no lo está haciendo. El ruido político es independiente de las dinámicas sociales y laborales. Estamos viviendo una etapa donde el número de huelgas y horas pérdidas por conflictos laborales se han reducido de una manera espectacular. Está funcionando la respuesta política a la crisis de la pandemia y de la guerra de Ucrania. Esa receta, diferente a la austeridad de 2008, ha dado confianza en el futuro.
– El nuevo subsidio por desempleo ha intensificado el debate sobre los incentivos para buscar trabajo. ¿Avanza por el camino correcto?
– El problema es que nuestro sistema no distingue, no hace el triaje entre quienes necesitan una prestación para vivir dignamente y quienes precisan un incentivo para buscar empleo. Hay un número importante de personas que necesitan una prestación, pero que no van a volver al mercado de trabajo por diferentes causas y les obligamos a registrarse como demandantes de empleo.
– Defiende que las nuevas tecnologías sirvan para mejorar las capacidades del empleado y no para sustituirlo. ¿De qué estamos más cerca?
– De utilizarlas como sustitución más que como capacitación.
– ¿Y qué se puede hacer?
– Tenemos un gran ejemplo en lo que hizo España en los años 60. Se automatizó la economía y se hizo compatible con la capacitación de millones de personas del medio rural que se incorporaron a la industria. Ese proceso ahora tiene que ser resultado también del diálogo social.
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