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José Antonio Bravo
Viernes, 4 de diciembre 2015, 20:49
Los especuladores parecen haber elegido a las constructoras españolas como nuevo foco de sus actuaciones. Tras entrar a saco en Abengoa aprovechando el desplome que sufrió a hace una semana al descubrirse su agujero superior a los 24.000 millones de euros y luego jugar ... con el precio a futuro de las acciones de FCC, su objetivo para cerrar la semana ha sido ACS, que ya en el pasado también estuvo en su punto de mira ante la posibilidad de que pudiera haber recurrido a algunos artificios para 'disimular' parte de su deuda real.
El origen de este último movimiento ha sido uno de los controvertidos fondos de alto riesgo ('hedge funds'), Bodenholms Capital, con sede en Estocolmo. Su cofundador, Per Johansson, dijo el jueves desde la 'City' londinense que el grupo presidido por Florentino Pérez había "exagerado" sus ganancias (574 millones de euros hasta el tercer trimestre, un 4,2% más que hace un año), que tiene "irregularidades contables" aunque no entró en detalles y también distintos problemas de gobierno corporativo que tampoco especificó-.
A ello se uniría, según su versión, que ACS tiene "una gran cantidad de pasivos ocultos" -sus últimas cuentas oficiales reflejan un recorte del 33% en su deuda, que cerró septiembre en 3.880 millones de euros-, además de existir "señales de ejecuciones en proyectos con dificultades". Con ello justificó su apuesta bajista sobre la compañía, en la que prevé una caída de hasta el 40% en el precio de sus títulos.
Desde la multinacional española respondieron a primera hora de este viernes tachando de "falsas" esas acusaciones y anunciando que preparan una demanda civil contra Johansson, debido a "los daños producidos la imagen del grupo". Añade, asimismo, que el fondo citado se basa en la demanda por despido improcedente de un exdirectivo de una de sus filiales (CIMIC, la antigua Leighton), "totalmente desestimada por el juez competente". En el mercado, mientras, la mayoría de analistas sigue recomendando comprar sus acciones.
Es precisamente lo que vienen haciendo desde hace días los inversores especuladores conocidos en el sector como 'anonymous broker'-, que son quienes sacan mayor tajada de este tipo de informaciones sin confirmación aparente o directamente rumores. Tres de cada cuatro operaciones de compraventa (el 77%) realizadas en ACS desde el pasado día 1 llevan su rúbrica, moviendo así más de 160 millones de euros en apenas cuatro jornadas.
Comparando el precio medio al que adquirieron los títulos con el que luego los traspasaron (casi un euro más que cierre del mercado de hoy, aunque también compraron más caro), habrían ganado ya casi seis millones de euros sin apenas riesgo alguno. El resto de inversores destacados estos días, aunque ya a mucha distancia de esos 'brokers', fueron varias entidades financieras como Societe Generale, BNP Paribas, Deutsche Bank o JP Morgan. Las acciones de ACS cerraron este viernes a 28,31 euros (un 3,6% menos que en la víspera), depreciándose así casi un 7% en las dos últimas sesiones bursátiles de la semana.
En medio de estos movimientos, el segundo máximo accionista de la compañía también ha vendido varios paquetes. En concreto, Corporación Financiera Alba (brazo inversor de la familia March) ha traspasado esta semana un 0,2% de su participación en la constructora por algo más de 21 millones de euros. Mantiene, no obstante, el 11% del capital social, por detrás del 12% de Florentino Pérez aunque aún adelantando a los 'Albertos' (Cortina y Alcocer, con un 9%) y el empresario turístico Miguel Fluxá (5%).
Socio 'de pega' en FCC
Curiosamente fue otro fondo de alto riesgo, TBC Master, radicado en el paraíso fiscal de las Islas Cayman -que a su vez es controlado por otro hedge fund con sede en Boston-, el que esta semana protagonizó otro movimiento especulativo, esta vez sobre FCC, aunque también lo intentó con su filial Cementos Portland. De forma sorpresiva apareció en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) como "accionista significativo" de la constructora, al hacerse en teoría con el 10,4% de sus títulos. Pero, en realidad, no llegó a adquirir ni una sola acción y, por tanto, tampoco desembolsó un solo euro.
Su estrategia fue hacer una especie de apuesta a futuro sobre el precio de una parte de las mismas (el 10,4% referido), utilizando para ellos derivados (un complejo instrumento financiero) sin control aparente por ninguno de los actores que intervenía en la operación. TBC Master apostaba contra otro fondo sobre el valor que tendrían esos títulos a seis meses vista (el 7 de junio de 2016), de manera que si para entonces cotizan por encima de lo que ella ha fijado (la cantidad exacta se desconoce) se llevaría la diferencia. Por el contrario, si su importe resultara menor tendría que abonar a la otra parte la diferencia.
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