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El dominio de China en los países iberoamericanos no ha dejado de crecer en los últimos años, ya sea mediante la inversión directa, comprando empresas o tierras, como socio comercial o como financiador. Con 430.000 millones de dólares de intercambio, China ha superado a ... la Unión Europea como el segundo mayor socio comercial de los estados iberoamericanos, después de los Estados Unidos, habiendo desplazado en el ranking a la Unión Europa; si se exceptúa a México, China es el principal socio de América Latina por delante incluso de Estados Unidos. Desde el año 2000, el comercio entre China e Iberoamérica ha crecido a un ritmo seis veces mayor que el de la relación con Estados Unidos y Europa. De hecho, el comercio bilateral de mercancías entre ambas regiones se ha multiplicado por 36 pasando de 12.000 millones de dólares en 2000 hasta los 430.000 millones en 2021.
El alto desarrollo económico de China en el último cuarto de siglo la ha convertido en una gran consumidora de materias primas y estas proceden en su gran mayoría de Iberoamérica. El 74% de la soja, el 68% del cobre, el 43% de la carne, el 22% del hierro y el 10% del petróleo que consume China provienen de América Latina. Para asegurarse el acceso a las materias primas, el coloso asiático ha tomado el control de parte de las cadenas de suministro iberoamericanas, comprando derechos de extracción y empresas de comercialización de productos agrícolas.
Aunque la inversión directa de Estados Unidos y la Unión Europea en empresas y nuevos proyectos iberamericanos es aún superior a la china, la del gigante asiático ha crecido mucho más.
China está controlando activos estratégicos como eléctricas, puertos e infraestructuras básicas. En la actualidad se estima que China controla el 70% de las reservas de cobre que hay en Iberoamérica. El desarrollo de las energías renovables también está marcando el control chino. El gigante asiático acapara el 23% de la alúmina y el 88% de la madera de balsa, con la que se hacen las palas de los aerogeneradores. Iberoamérica cuenta con las mayores reservas del mundo en este tipo de madera y en litio, indispensable para el almacenamiento de energía eléctrica.
No son solo empresas o productos, también instalaciones. El Ministerio de Defensa chino controla una estación espacial en Argentina, la primera construida fuera de las fronteras del país asiático. Y uno de los gigantes chinos, la empresa Cosco Shipping Ports está construyendo el megapuerto de Chancay, en Perú, a 80 kilómetros al norte de Lima, que tendrá una importancia comercial y geopolítica decisiva, pudiendo llegar a representar un peligro para la seguridad de Estados Unidos.
China se ha convertido en el mayor acreedor soberano de la región. Es el principal financiador de gobiernos como el de Venezuela, Argentina o Ecuador, que han encontrado en el país que dirige Xi Jinping la alternativa de acceso a los mercados de deuda cuando las exigencias en materia de corrupción o de riesgo soberano les cerraban otras fuentes. China no es muy exquisita a la hora de prestar dinero, de hecho no incorpora grandes exigencias en temas medioambientales, democráticos o financieros. Es decir, que no le frena si existe corrupción, se contamina en exceso o no se respetan los derechos humanos. Una realidad con la que ya se encuentra en su país.
Además, los préstamos se garantizan con materias primas por encima de lo que vale la deuda, por ejemplo reservas de petróleo, y con cláusulas que permiten a China decidir a qué países va a dirigirse ese exceso de producto mayor al necesario para amortizar la totalidad de la deuda, por lo que su control es mayor que el que le correspondería por el puro préstamo.
Los autores del informe del CEU-CEFAS 'La influencia de China en Iberoamérica', Eduardo Puig de la Bellacasa y Guillermo Moya explican que en Estados Unidos «ya han saltado las alarmas» y están muy preocupados con la influencia china. Al fin y al cabo, se ha considerado a Iberoamérica el 'patio trasero' de Estados Unidos.
No obstante, consideran que Estados Unidos y la Unión Europea pueden recuperar su preeminencia en la región aunque tienen por delante «un trabajo muy arduo». Y citan como ejemplo de la falta de compromiso de la Unión Europea hacia Iberoamérica el fracaso del Acuerdo de libre comercio Mercosur-Unión Europea. Tras más de veinte años de negociaciones, llegaron a un acuerdo de principios en 2019. Sin embargo, los textos definitivos no han sido terminados ni firmados y, por tanto no han entrado en vigor.
En conclusión, Estados Unidos y Europa han retrocedido en sus posiciones históricas como socios principales de los países iberoamericanos facilitando que la enorme dependencia económica de la región respecto a China se convierta en un canal de gran influencia política y social. La población iberoamericana cada vez tiene mejor opinión de China y en la última década se ha incrementado la benevolencia con la que se percibe a esta potencia.
Hemos pasado de un mundo bipolar a un mundo multipolar, con China como actor decisivo. Muchas proyecciones dan por hecho que China acabará imponiendo su primacía en el orden internacional a Estados Unidos. Mientras, desarrolla una política a medio y largo plazo. Ha ido sembrando y sige haciéndolo para incrementar su influencia en la región iberoamericana, como ha hecho en África, pero con la garantía de que en América Latina hay más estabilidad y menos probabilidad de Estado fallido que en el continente africano.
La 'diplomacia covid' le sirvió a China para aumentar su influencia mediante la ayuda directa y la cooperación científica y tecnológica, llevando vacunas y otros productos sanitarios y tecnológicos. Ahora está embarcada en la expansión de los Institutos Confucio, una red que ya está presente en 40 países, apoyándose en la inmigración china integrada desde hace generaciones (en Perú hay más de dos millones y medio de descendientes chinos que representan el 8% de la población).
Con la 'Iniciativa de la Franja y de la Ruta', una nueva ruta de la seda, no hará mas que incrementar su presencia en la región latinoamericana.
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