Un descontento laboral creciente

La mayoría de los empleados españoles no se sienten vinculados con su empresa y un elevado porcentaje sufre estrés y tristeza diaria en su trabajo, motivos suficientes para replantear el sistema

Viernes, 6 de septiembre 2024, 10:02

Este artículo corresponde a la nueva newsletter 'Claves económicas', donde se analizan los temas económicos de actualidad cada semana.

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Septiembre marca la vuelta al trabajo. Si lo has hecho sin ganas, arrastrando los pies y contando los días para las próximas fiestas no creas que ... eres el único. Prácticamente todos lamentamos el final de las vacaciones, pero hay un problema mucho más profundo. Un descontento laboral creciente. Y un mayor desapego hacia la empresa, especialmente entre los jóvenes. Para un grupo cada vez más grande, el trabajo se está convirtiendo en un problema de salud mental. Y eso erosiona el bienestar de las personas y la productividad en las empresas.

¿Se puede ser feliz en el trabajo? Posiblemente no siempre ni todo el tiempo, pero es una aspiración a la que no se debería renunciar. En su emocionante y motivador discurso de graduación en la Universidad de Standford, Steve Jobs, habló de sus fracasos, de sus renuncias y de los rechazos sufridos. Y de cómo cada uno de ellos le condujo a crear Apple, Pixar… y a encontrar a su mujer. Jobs habló ante un montón de jóvenes universitarios, pero su mensaje vale para todos: «El trabajo llenará gran parte de vuestras vidas y la única manera de sentiros realmente satisfechos será haciendo lo que creéis que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que se hace. Si aún no lo habéis encontrado, seguid buscando. No os rindáis».

Ahora mismo hay muchísimos empleados buscando ese trabajo al que amar. Uno de cada cuatro asalariados en España sufre tristeza diaria en su lugar de trabajo. Mira a tu alrededor o simplemente dentro de ti. Además, más de uno de cada tres padece estrés laboral cada día y solo el 9% manifiesta compromiso con su empleo. Son datos de un impactante informe de Gallup que también muestran otros estudios. España es el tercer país europeo con menor compromiso laboral, menos de uno de cada diez se siente vinculado a la empresa. Y los europeos son los trabajadores con menos compromiso del mundo (13% en promedio). Que el trabajador no se sienta vinculado con su empresa tiene un coste: el 9% del PIB mundial.

En España hay casi medio millón de bajas laborales al año por problemas de salud mental (451.646 bajas en 2023). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió que se habían disparado un 81,5% entre 2016 y 2022. El año pasado las bajas laborales (por todo tipo de causas) alcanzaron el nivel más alto desde que existe esta estadística, que empezó en 2007. Hubo 47,3 bajas por cada mil trabajadores en 2023 frente a las 19,1 de 2012. Es cierto que cuando la economía está en crisis hay menos bajas laborales porque los trabajadores temen perder su empleo. Pero cada vez hay más gente harta, estresada y cansada de su trabajo. Solo hay que escuchar las conversaciones.

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Prioridades

'Arbeit Macht Frei'. El trabajo te hace libre. La frase acuñada en el siglo XIX por el lingüista Lorenz Diefenbach fue envilecida por los nazis, que la colocaron a la entrada de los campos de concentración. No solo por eso sino por muchas otras cosas más, ahora no hay un sentimiento generalizado de que el trabajo libere. Al contrario.

Si tenemos en cuenta que el trabajo no les sirve a los jóvenes para emanciparse, que no les alcanza para vivir y que no ven claro el futuro no es de extrañar que el empleo haya dejado de ser una prioridad en sus esfuerzos. Hay que ganarse el sueldo, sí, pero hasta ahí llegan. Hace cincuenta años con un solo sueldo se podía formar una familia, tener una casa, un coche… Hoy, con dos sueldos apenas te puedes permitir alguna de esas cosas. La sociedad ha estado durante generaciones volcada en el trabajo, pero ahora eso ya no convence porque tampoco te permite tener la vida que querrías.

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Las prioridades de los jóvenes -y no tan jóvenes- se centran ahora en la vida personal, la familia y el tiempo libre. Eso, en realidad, son buenas noticias y, de lograrlo, ayudarán al bienestar mental. Con ese objetivo se defiende la conciliación, la desconexión digital, la reducción de la jornada laboral…

Pero lo que abunda es el 'trabajador quemado'. La pandemia y las nuevas tecnologías metieron el trabajo en casa, sin solución de continuidad; se borró la línea entre trabajo y hogar. Al tiempo que aumentaba la conexión laboral mucho más allá de la jornada, la pandemia ralentizó el ritmo de vida y forzó un replanteamiento existencial. Fruto de ello fue la 'Gran Renuncia', cuando 47 millones de personas (una España entera) dejaron voluntariamente su empleo en Estados Unidos. Estamos en lo que Carl Newport, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad de Georgetown y dedicado desde hace años a analizar el estado laboral, llama «el gran agotamiento». La aparición de Internet ha dado una vuelta de tuerca: Si podemos trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar, no hay límites a la actividad, hasta el agotamiento.

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Productividad

La falta de motivación o el estrés son síntomas que no pueden ignorar los directivos de una empresa porque afecta al buen funcionamiento de la misma. De la salud mental de los trabajadores depende la productividad de una organización.

Pero hay que diferenciar entre la verdadera productividad y la pseudoproductividad. En una fábrica se pueden medir las unidades producidas, por ejemplo, coches. Pero en la economía del conocimiento ¿qué mides? Así que se recurrió a medir el esfuerzo visible: cuanto más parezca que haces cosas, más productivo se pensará que eres. Y la actividad se convirtió en la medida de la productividad del conocimiento. Más actividad se considera mejor que menos actividad y no hacer actividad es sospechoso. Esto lo dice Newport, pero tenemos ejemplos diarios. La pseudoproductividad solo nos hace peores en el trabajo. Intentar abarcar tantas cosas como sea posible acaba ralentizando y empeorando lo que hacemos. No tiene éxito si nuestro objetivo es producir realmente cosas buenas. «La pseudoproductividad nos quita el respeto por nosotros mismos. Nos dice que para lo único que servimos es para estar ocupados. Nos despoja del sentido de la artesanía». Son palabras de este profesor de Georgetown que ahondan en el problema. Porque la dificultad no es trabajar sino cómo se hace. La multitarea es un desastre, muchos estudiosos del tema están lanzando alertas ante esta nueva situación donde el cerebro es interrumpido constantemente -por el correo electrónico, por llamadas, por mensajes...- y no se puede concentrar.

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Vivimos una época disruptiva. También en el mercado laboral. Lo que había antes no nos vale y hay que aprender a encajar nuevas piezas. La cultura laboral que habíamos aprendido en el siglo XX no vale para los nuevos tiempos. Lo único que no ha cambiado es la importancia de trabajar con un propósito. Porque el trabajo nos aporta mucho más que un salario. Y no disfrutaríamos tanto de las vacaciones si no hubiera un empleo al que regresar.

Así que, mientras buscamos ese encaje: ¡Buena vuelta al trabajo!

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