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Declaración de Renta: ¿Cuánto se lleva Hacienda de más?

Les parecía que pagaban más sin que hubieran subido sus ingresos. Era una apreciación indiscutible. Pero casi todos pagamos más

Viernes, 7 de junio 2024, 10:02

Este artículo corresponde a la nueva newsletter 'Claves económicas', donde se analizan los temas económicos de actualidad cada semana

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Desde hace muchos años le hago la declaración de la Renta a parte de mi familia. No son declaraciones complicadas, muy de sota, caballo y rey (rentas del trabajo, rendimientos de capital -pocos-, y alguna deducción) y el servicio de borrador de la Agencia Tributaria te lo da prácticamente hecho. Así que no exige grandes conocimientos ni mucho trabajo. Pero sí les explico cuánto pagan en total (no solo la cuota diferencial de la declaración) y por qué. El año pasado y el anterior me escabullí de la tarea y en esta campaña de renta vi una sombra de duda en sus ojos al acabar. ¿Acaso había perdido facultades? ¿Se me había pasado algo por alto? La Renta sigue siendo igual, ¿no? Justo. Ese era el problema.

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No tardaron en explicarme su descontento. Les parecía que pagaban más sin que hubieran subido sus ingresos. Era una apreciación indiscutible. Pero casi todos pagamos más. En realidad, llevamos varios años haciéndolo. Es lo que se denomina progresividad en frío y significa que, sin modificar la tarifa del impuesto, el tipo impositivo medio ha subido sin que haya aumentado tu renta en términos reales. Esto ocurre cuando no se deflacta la tarifa, es decir, cuando no se ajusta con la inflación.

Cuando suben los precios, queremos que nos suban el sueldo para no perder poder adquisitivo; de otra manera, el sueldo cada vez da para menos en la cesta de la compra. Lo hemos padecido en estos años de elevada inflación. Si te suben el sueldo igual que la inflación, tu renta nominal aumenta pero no tu poder adquisitivo, que se queda igual. Si el sueldo sube pero menos que la inflación, la renta nominal crece pero el poder adquisitivo disminuye. Traslademos eso ahora al pago del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Como la tarifa del IRPF es progresiva, si no se deflacta, un aumento de la renta nominal acaba provocando que se soporte un tipo impositivo medio más alto, ya sea porque salte de tramo al de un tipo más alto o porque haya una parte mayor de la renta que se grave con el marginal, es decir, a un tipo superior.

Veámoslo con un ejemplo. Un contribuyente con una base liquidable de 20.000 euros en 2021 que en 2023 sube a 21.300 euros tras los aumentos salariales medios de los dos últimos años. Con la tarifa sin deflactar en esos dos años pagará 333 euros más, aunque el sueldo ha subido la mitad que la inflación (6,56% de aumento salarial frente al 12,15% de inflación acumulada).

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Pero no todo el mundo con el mismo nivel de rentas va a pagar más o lo va a hacer en la misma cuantía. El IRPF está cedido en un 50% a las comunidades autónomas de régimen común y al 100% a las comunidades forales. Por lo tanto, dependerá también de lo que hagan los gobiernos autonómicos.

En los últimos años, el Gobierno central no ha deflactado la tarifa del IRPF -aunque sí ha introducido cambios menores en el umbral de la obligación de declarar y en alguna reducción para rentas bajas-. Por el contrario, las diputaciones forales del País Vasco y Navarra deflactan tradicionalmente cada año la tarifa, aunque en distinto grado, y más de la mitad de las comunidades de régimen común han aprobado en los dos últimos años deflactar la tarifa del impuesto, rebajar tipos en la parte en que tienen competencia o subir mínimos exentos para paliar el efecto de la inflación.

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Hay otro elemento a tener en cuenta. La progresividad en frío no se produce solo por la tarifa, sino por la pérdida de valor relativo de los beneficios fiscales (reducciones, deducciones…) que no crecen proporcionalmente con la renta, ya que son cuantías fijas o con límites que no se actualizan. El 58% del mayor pago en IRPF por la progresividad en frío viene de aquí.

Así que pagamos más sin que nuestro poder adquisitivo aumente. El remate de esta situación es que, en proporción, pagamos más que lo que sube nuestra renta. Según un análisis del Banco de España, un incremento de la renta de los hogares de un 1% da lugar a un incremento de la recaudación total de un 1,85% en ausencia de actualizaciones de los parámetros fiscales. Por ejemplo, para un declarante con una renta de 33.700 euros y una cuota tributaria igual a 5.472 euros, un incremento de su renta del 1% (337 euros) supondría un incremento de su cuota de 101 euros (un incremento del 1,85%).

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La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se felicita de lo bien que marcha la recaudación tributaria. Es cierto que una parte de ese aumento de los ingresos fiscales procede de que hay más empleo y más actividad económica. Pero otra parte muy importante, aproximadamente la mitad según el Banco de España, obedece a no ajustar el IRPF a la subida de la inflación.

Y todo ello tiene una cifra: 11.000 millones de euros. Es lo que se ha recaudado de más por el IRPF en los últimos cuatro años por no ajustarlo a la inflación. Y el 70% de la subida de tipos medios efectivos -lo que determina lo que de verdad pagamos a Hacienda- que se ha producido en el IRPF también viene provocada por la progresividad en frío (palabra del supervisor bancario).

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Las rentas medias, entre 30.000 y 45.000 euros anuales, hubieran pagado entre 233 y 400 euros menos en el IRPF desde 2021 si el Estado central hubiera deflactado la tarifa en estos tres años un 16,1%. Los contribuyentes con 70.000 euros al año de ingresos se hubieran ahorrado 611 euros y a las rentas superiores a 350.000 euros la progresividad en frío les ha costado 1.707 euros (estudio del Registro de Economistas Asesores Fiscales). Las cifras pueden considerarse elevadas o no, la discusión es si es correcto por tributar por rentas que no son reales.

En España, como en Italia, Portugal o la mitad de los países de la OCDE, la actualización de la tarifa y otros parámetros del IRPF es discrecional; se hace con mayor o menor regularidad y hay ciertos criterios más o menos definidos. En Estados Unidos, Bélgica y países nórdicos no hay lugar a la discusión ni a la discrecionalidad: se hace de manera automática por ley. Como aquí la subida de las pensiones.

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Pero tampoco en fiscalidad las cosas son blancas o negras. Deflactar los tramos del impuesto cuando la inflación es muy alta generaría un estímulo a la demanda que provocaría más inflación. Como explicaba muy bien el profesor Miguel Almunia en nadaesgratis.es, un IRPF sin deflactar podría actuar como un 'estabilizador automático' de la inflación. Por otro lado, la pérdida de ingresos tributarios como consecuencia de deflactar la tarifa del impuesto (esos 11.000 millones) perjudicaría la estabilidad presupuestaria en un momento en que el déficit público estructural y la deuda sitúan a España en un nivel alto de vulnerabilidad.

La conclusión no es que no se ajuste nunca el impuesto a la inflación o a la subida salarial (este es un debate para otro momento); al revés, hay bastante consenso entre los expertos en que hay que hacerlo de manera regular (anualmente o cada cierto número de años), pero sabiendo que cómo se haga y cuándo tiene consecuencias para la recaudación y para su distribución por niveles de renta.

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Y, por si alguien se hace ilusiones: no, en la campaña de renta del año que viene la tarifa estatal del IRPF no compensará la subida de la inflación.

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