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Más de 3.000 millones de personas en el mundo cocinan sobre el fuego alimentado por carbón, queroseno o biomasa. El humo que desprenden estas cocinas en recintos cerrados es altamente tóxico y causa la muerte prematura cada año de casi cuatro millones de personas, ... gran parte de ellas mujeres y niños.
En 2010, la ex secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton, respaldada por la ONU, promovió el envío de millones de cocinas más eficientes y menos contaminantes en el marco de la Alianza mundial en pro del uso de cocinas no contaminantes. Cuatro años después, la mayoría de esas cocinas acabaron abandonadas y arrumbadas en la India y otros lugares. ¿Qué salió mal?
Las buenas intenciones a veces se traducen en malas ideas. En el Laboratorio de Acción contra la Pobreza J-PAL, que ha sido impulsado por los premios Nobel Abhijit Banerjee y Esther Duflo, se dedican a investigar mediante métodos experimentales por qué hay proyectos que no funcionan y las causas que los hacen fracasar y a otros triunfar.
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Amparo Estrada
En el curioso caso de las cocinas abandonadas realizaron un seguimiento de 2.500 hogares de 44 aldeas del Estado de Odisha, al este de la India. Descubrieron que las nuevas cocinas requerían más atención que las tradicionales, se averiaban y no se reparaban, tardaban más en cocinarse los alimentos y no podían trasladarse al exterior de la vivienda porque estaban conectadas a chimeneas. ¿El resultado? Casi nadie las utilizaba.
«Nuestro convencimiento de que algo debe funcionar no basta; debe funcionar para las personas que lo utilizan», explica Banerjee. La metodología de J-PAL es coger un gran problema y dividirlo en trozos manejables, preguntas más pequeñas que admiten respuestas rigurosas.
La investigación práctica de Banerjee y Duflo, que aplican a la economía la metodología de los ensayos aleatorizados que se realizan para nuevos fármacos y tratamientos médicos, con un grupo al que se da la ayuda y otro de control que no la recibe, ha permitido verificar programas y dar respuestas fiables sobre la mejor manera de combatir la pobreza.
Es el caso del programa 'Arroz para los pobres' en Indonesia. Con un presupuesto anual de 1.500 millones de dólares (unos 1.370 millones de euros al cambio actual) pretende repartir a los hogares más pobres del país 15 kilos de arroz cada mes a un precio que solo sea la quinta parte del precio del mercado.
Sin embargo, la burocracia y la corrupción acabaron provocando que los hogares más pobres recibieran solo un tercio del arroz del que en realidad deberían haber obtenido y con un sobrecoste del 40% porque los funcionarios locales encargados de repartir el arroz manipulaban los precios, las cantidades y los criterios para recibirlo.
El arroz se 'perdía' por el camino. En 2012, Indonesia encargó a investigadores con el apoyo de J-PAL que determinaran cómo hacer un reparto más eficiente. La solución fue repartir 'tarjetas de protección social' donde se informaba a los hogares beneficiarios sobre su derecho a comprar arroz a un precio determinado; con esas tarjetas ellos mismos iban a las tiendas a comprar el arroz al precio fijado en el programa. Las tarjetas redujeron las 'fugas' de arroz hasta un 58%.
Otra investigación de J-PAL seguro que nos resultará cercana. No dormir tiene un indudable impacto negativo en el bienestar físico y psicológico. En Chennai (India), las personas pobres tienen muchas dificultades para dormir bien por la noche, por el calor, el ruido, el hacinamiento y la angustia mental.
Los investigadores encontraron que aunque pasaran ocho horas por noche en la cama solo dormían 5,6. Evaluaron si proporcionar información y apoyo, mejoras en el hogar y, en algunos casos, incentivos financieros aumentaban la duración del sueño y su calidad y el bienestar general de los trabajadores.
Pero aunque aumentó el sueño nocturno, no tuvo efectos sobre la productividad, la cognición o la toma de decisiones y condujo a pequeñas disminuciones en la oferta laboral y los ingresos. Sin embargo, al permitirles hacer siestas en el trabajo aumentó la productividad, sus ganancias por hora trabajada y mejoró su bienestar psicológico y su función cognitiva.
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