El coche eléctrico echa el freno
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La amenaza de China se une a las dudas sobre la autonomía de estos vehículos, los puntos de recarga y las ayudas para la compraVengo a comprar una etiqueta 'Cero' o 'Eco'». Ese es el pensamiento con el que buena parte de los ciudadanos o autónomos llegan a un concesionario para valorar lo que realmente van a adquirir: un vehículo para su uso personal o su negocio. Pero las ... restricciones al tráfico, vinculadas a esas pegatinas de colores -las azules y las verdes son las más codiciadas-, está provocando que las compras de un bien que puede costar 20.000, 30.000 0 40.000 euros, por poner algunos ejemplos, se limiten a una pequeña identificación en el parabrisas.
Solamente con estos visos, casi a desgana, el despliegue del vehículo eléctrico se está poniendo cuesta arriba para el sector. De los 806.186 vehículos matriculados en España hasta el pasado mes de agosto, apenas 37.000 habían sido eléctricos. Puros. Es decir, coches que se enchufan a la red y que tienen en la luz su única fuente de funcionamiento. Representan poco más del 5% de las ventas, según los últimos datos de Anfac. Y, lo que es peor para las expectativas del Gobierno y el sector, las matriculaciones de este segmento acumulan un descenso del 2,6%. Es decir, no solo se venden pocos, sino que cada vez menos. El problema no es solo de España, sino del conjunto de la Unión Europea: las entregas de este tipo de coches cayeron un 43,9% en agosto en la UE. Sobre todo en Alemania, Francia e Italia.
9.000 coches eléctricos
al mes se han vendido en España en lo que va de año.
Este frenazo del eléctrico se explica por una causa estructural: entre los coletazos que ha dejado la pandemia, el daño en la compra de vehículos es sustancial. Las matriculaciones siguen disminuyendo en todo el mundo. Pero, sobre todo, hay mucha incertidumbre sobre si la apuesta por el vehículo eléctrico es contundente de cara al futuro. Ya ha habido varios países que han dado marcha atrás en sus medidas de apoyo. Fabricantes con dudas del modelo y anuncios de ajustes de fábricas, como Volkswagen en Alemania. Y un contexto marcado por «el despiste del consumidor que no sabe realmente a qué atenerse cuando va a comprar un coche», explica Ignacio Crespo, Socio de Consultoría de KPMG en España. «Hay dudas sobre dónde vas a poder cargarlo y, además, está la marcha atrás de algunos países con los objetivos de la UE, y esas dudas se convierten en confusión para quienes van a adquirirlos», sostiene.
Para Félix García, director de Comunicación de Anfac (la patronal de los fabricantes de vehículos) el problema reside en que «es necesario que el ciudadano lo perciba como su próxima opción de compra». «Ahora mismo, hay muchos mensajes negativos en torno al vehículo enchufable que no ayudan a que sea el elegido», explica. García asume que los eléctricos son más caros que los de combustión, pero «lo que no podemos es compararnos con Noruega, un país donde 9 de cada 10 ventas son de eléctricos». «Noruega es un mercado muy pequeño y que lleva 15 años incentivando fiscalmente con, por ejemplo, reducción del IVA a la compra de estos vehículos y penalizando fiscalmente a los coches de combustión». Apunta que «nosotros tenemos nuestra propia idiosincrasia y debemos hacer un plan para las ciudades, pero también para los que viven en la llamada España vaciada».
El problema de las recargas y las dudas sobre si podemos viajar de Cádiz a Bilbao o de Santiago a Murcia, sin riesgo de quedarnos tirados en medio de algún lugar inhóspito de una autovía, es la cuestión que se les plantea a los conductores españoles. «Las infraestructuras de recarga públicas actuales son más que suficientes para dar una respuesta general en España al parque eléctrico existente, si bien hay que seguir avanzando en la eliminación de barreras, en especial de cara a ese parque previsible que se incrementará en los próximos años», explica Arturo Pérez de Lucia, director general de Aedive. «Se sigue pensando que no es así, aunque la media de uso está en torno a un 6%», apunta este ejecutivo.
En un contexto ya de por sí complejo ha aparecido un actor inesperado que está removiendo las potentes estructuras del sector automovilístico europeo. Los coches chinos. El temor es de tal calibre que la Unión Europea está en proceso de convocar la jornada de votación en la que los representantes de los países miembros tendrán que decidir si los aranceles de importación que se aplican a los coches eléctricos chinos desde el 5 julio se mantienen, o si por el contrario se eliminan por completo. Una decisión complicada, especialmente para los países europeos con intereses comerciales en el gigante asiático. España ya ha indicado que hay que replantearse estas medidas... La realidad es que un 17% de lo que las marcas chinas venden en España son vehículos enchufables. Eso sí, la penetración está siendo rápida fundamentalmente por el precio.
500 kilómetros
puede ser en la actualidad la autonomía de un vehículo enchufable.
Ante este escenario, desde la organización Transport & Environment apuntan que «se hace patente la necesidad de abordar una profunda transformación del sector automovilístico europeo, y en concreto el español». Apuestan por la reindustrialización verde, impulsada por la transición hacia una movilidad eléctrica y sostenible. «La inversión en movilidad sostenible, como la transición hacia vehículos eléctricos, es uno de los pilares centrales de estas políticas, con fondos para acelerar la adopción de tecnologías limpias. Estas acciones están alineadas con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática para 2050», indica.
Lo que en realidad vive el sector es una aparente electrificación. Es decir, los compradores apuestan por los vehículos híbridos: modelos que combinan la electricidad (bien enchufables, bien a través de baterías que se autogeneran con el frenado, por ejemplo) junto a los motores de combustión de gasolina. ¿Ventaja? La pegatina 'Eco', tan codiciada cada vez en más municipios no solo para acceder a un área central, sino por las desgravaciones fiscales que se aplican.
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Para llegar al nivel de Noruega serían necesarias tres condiciones: tiempo, conocimiento e impulso público. El país nórdico lleva 15 años desarrollando una estrategia completa para descarbonizarse. Además, la comunicación se le ha venido abajo al coche eléctrico con un desconocimiento total de las ayudas y beneficios fiscales que conlleva. Y los poderes públicos necesitan darle un empujón a un vehículo que se ha quedado varado a la espera de más compradores que lo busquen por su fiabilidad y no por una simple pegatina azul.
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