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Los efectos del coronavirus en los vuelos se notan desde que el viajero se sube en un taxi. «No hay trabajo», nos cuenta el taxista Antonio Fernández nada más cerrar la portezuela de su vehículo. Añade que la facturación en el día de ayer le bajó entre un 30% y un 35% y que el lunes el descenso pudo haber sido de hasta un 40%. El suyo es un taxi que funciona con una aplicación utilizada sobre todo por empresas y como éstas han limitado los viajes y en muchos casos han mandado a la gente a su trabajo, las carreras que hace se han visto muy mermadas. Aunque el bajón en la actividad, en concreto hacia el aeropuerto de Barajas, no se ha experimentado sólo en los dos últimos días. Según su testimonio, el sábado los aviones ya venían vacíos y ni siquiera había personas recibiendo a sus familiares. Fuentes de Aena no nos pueden confirmar en qué medida el tráfico aéreo de pasajeros se ha podido ver mermado en el día de hoy y en los anteriores.
Durante el viaje en el coche de Fernández desde el centro de Madrid hasta la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas hay una reunión entre el gremio del taxi y las autoridades madrileñas. Este taxista cree que, ante la bajada de la actividad, se debería restringir el tráfico de taxis a la mitad. «Eso ayudaría a trabajar», «mejoraría la ratio taxis/clientes», expone Fernández. Además, plantea que esos automóviles se pueden convertir en un foco de contagio. Limitar el tráfico, haciendo que las matrículas pares circularan unos días y las impares, otros días, también podría favorecer la desinfección periódica de los vehículos.
Durante el viaje, Fernández también nos muestra el mar de taxis que están esperando coger viajeros en las inmediaciones de las terminales de Barajas. «Se pueden tirar hasta cinco horas esperando», afirma. El conductor que nos trae de vuelta desde la T4 hasta la redacción, Juan Arias, nos lo ratifica: nos subimos a su vehículo poco antes de las doce de la mañana; llevaba esperando a coger a algún cliente desde las siete y media de la mañana. Nos cuenta que ayer facturó entre un 40% y un 50% menos de lo que viene siendo habitual. Para hoy ve las cosas peor: a mitad de jornada, normalmente, tenía media hoja de servicios ya llena; hoy, menos de un cuarto.
En el aeropuerto, dos trabajadores en tierra de Iberia que prefieren no revelar sus nombres, dicen que la actividad del aeropuerto «es quince veces inferior» a la habitual. «Mira cómo estoy: con las manos en los bolsillos», afirma uno de ellos. Estos trabajadores explican que esta temporada suele ser muy propicia a los viajes de estudiantes y de mayores, pero que esos viajes se están cancelando, lo que reduce al mínimo la actividad.
A las horas en las que recorremos el aeropuerto madrileño, entre poco antes de las diez de la mañana y poco antes de las doce de la mañana, explican los trabajadores, suele haber mucha gente en las filas porque son horas de facturación de los vuelos transoceánicos. Pero vemos que la mayoría de los mostradores están vacíos o casi. Cancelaciones de vuelos, más allá de los italianos, y de reservas son la tónica dominante.
Además de por esta cuestión, los trabajadores también están preocupados porque se encuentran en primera línea de fuego ante un posible contagio.
Personal en tierra de American Airlines señalan que el ánimo de los viajeros es tranquilo, casi resignado, si bien destacan que hay varias personas que llevan mascarillas. Y así es. En el desolado paisaje que ofrece el aeropuerto de Barajas, destacan algunos viajeros salteados con este complemento, que se retiran con la mano cuando hablan, lo que hace dudar de su eficacia.
La reducción de la actividad en el aeropuerto afecta a las tiendas repartidas por el espacio. Un empleado de una tienda especializada en jamón explica que su actividad se ha visto reducida más de la mitad en los últimos días. «Sólo llevo dos tickets hoy», afirma. Y uno de los camareros del restaurante de al lado afirma que la afluencia de clientes se ha podido haber visto mermada en hasta un 80%. También muestra cómo los protocolos de limpieza han cambiado: «Aquí estoy, con el desinfectante».
Vasil e Ivayo, maleteros de la empresa Get Back, también dan testimonio de esa reducción de actividad: «Cada día nos encargamos de entre 30 o 35 maletas cada uno; y hoy llevo únicamente tres, cuando sólo me queda una hora de jornada laboral». En su caso, no es sólo que haya menos viajeros, también que, por miedo al contagio, éstos prefieren encargarse ellos mismos de sus maletas.
Estos dos trabajadores consideran que la empresa debería mandarles a casa, porque «estamos en el centro de todo», afirman, confesando su miedo al contagio y, a su vez, a transmitirles el virus a sus hijos. El jueves su empresa va a mantener una reunión para ver cómo afrontan la situación.
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Comida rápida. Los ingresos de los bares del aeropuerto pueden haber bajado un 80% y un 60% en Atocha
Los viajeros con los que hablamos están bastante tranquilos, como nos anticipaban los trabajadores de American Airlines. Entre ellos se encuentra un grupo de bailarines de folclore mexicano. Vienen de Italia, donde han estado actuando, en concreto, en ciudades del sur del país y en Roma. Según explica su profesor, Miguel Mayorga, llegaron en el último vuelo posible entre Roma y Barajas (ayer el Gobierno español prohibió que cualquier avión procedente de Italia pudiera aterrizar en un aeropuerto español, norma que entraba en vigor a las cero horas de hoy). Pero fue imposible que pudiera regresar todo el grupo: la mitad, veinte personas, llevan casi 24 horas en el aeropuerto romano. Mayorga informa de que, al llegar a España, únicamente se les proporcionó un folleto con recomendaciones para «viajeros procedentes de zonas de riesgo» y que expone: «Si usted procede de zonas de riesgo a su llegada a España deberá seguir las siguientes recomendaciones: si tiene un buen estado de salud puede realizar su vida habitual (…) ; vigile su estado de salud durante los catorce días siguientes a su salida de zonas de riesgo; si durante este periodo presenta una sintomatología compatible con una infección respiratoria aguda, como fiebre, tos o sensación de falta de aire, deberá quedarse en su domicilio o alojamiento y contactar telefónicamente con el 112».
Fuentes de Aena informan de que ésa es la indicación del Ministerio de Sanidad.
Los bailarines, que llevaban un mes en Italia, explican que esperan que a su llegada a México haya un protocolo diseñado para revisar su estado de salud. Mayorga también denuncia que han estado circulando noticias falsas en su país sobre su estado de salud y situación.
También Pablo Jorquera, chileno, ha sido una especie de víctima de la desinformación. Circuló la idea de que Chile había cerrado las fronteras a los viajeros procedentes de España. Pero él, cuando habla con nosotros, dice estar esperando para embarcar con la aerolínea LAN rumbo a Santiago de Chile. Ello, después de sufrir una cancelación del vuelo que tenía reservado con IAG. Jorquera viene de Italia, de Milán. Y explica que LAN le ha pedido una declaración jurada de que no padece de coronavirus. Ello, pese a que no se ha sometido a ninguna prueba. A su llegada a su país, cree que tendrá que guardar una cuarentena de catorce días, es decir, sin salir de casa.
Es lo que también espera «Isabel» que le suceda cuando llegue a China, a la región de Shan Dong, donde regresa al haberse suspendido las clases en la Universidad Complutense, donde estudia. En su precario español nos explica que tendrá que pasar catorce días en un hospital o en un hotel, que es el protocolo que, cuenta, se sigue con cualquier viajero que aterriza en el país independientemente de su lugar de procedencia.
Un viajero alemán que regresa desde Zaragoza a Fráncfort vía Madrid, sin embargo, no está sufriendo ninguna incidencia, ni cree que vaya a tener que pasar ningún control en su destino. Y Claudia, también alemana, aunque residente Dubai, explica que hay más problemas con los viajes dentro del área de Oriente Próximo, entre los países del Golfo Pérsico y Arabia Saudí, que en Europa. Ella viajó por razones médicas de Dubai a Valencia, vía Madrid, y ahora regresa siguiendo un camino inverso y, si bien no dispone de información cierta, cree que es posible que al llegar a Dubai los viajeros tengan que someterse a controles de temperatura, por ejemplo.
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