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El sector inmobiliario ha dejado multitud de promociones inacabadas por la falta de liquidez de las promotoras chinas. Reuters
China se enfrenta a su primer bache económico tras cuatro décadas milagrosas

China se enfrenta a su primer bache económico tras cuatro décadas milagrosas

Empresarios españoles establecidos en el gigante asiático analizan los problemas de su economía. Ninguno de los tres motores tradicionales levanta el pie del freno.

Domingo, 27 de agosto 2023, 00:02

Ni el consumo interno, ni las exportaciones, ni la inversión en ladrillo. Ninguno de los tres motores que han convertido a China en la segunda potencia mundial levanta el pie del freno. Al gigante asiático el fin de la pandemia no le ha sentado tan bien como sus gobernantes esperaban, y el dragón ha decidido echarse la siesta. «Aunque se vaticinó que a la salida del covid China se convirtiría en la cabeza tractora de la economía mundial, lo que estamos viendo son los problemas estructurales, no coyunturales, que sufre. Y no son nuevos, son anteriores al tiempo muerto que el covid supuso», analiza Luis Galán, fundador de la consultora 2Open, con sede en el noreste del país.

«Quien conozca bien la situación en China sabe que sus retos económicos son preexistentes: la evolución demográfica, el desacoplamiento pretendido y parcial por parte de Estados Unidos, y la excesiva deuda en partes de su economía», añade Galán, especializado en comercio electrónico. «Además, las exportaciones como motor del crecimiento de China han tocado techo, porque llegaron a un nivel que resulta inviable sostener a largo plazo. Y el problema es que el consumo no crece lo suficiente como para tomar el relevo», sentencia el consultor.

El fin de la pandemia no ha tenido los efectos deseados en la economía china. Zigor Aldama

Ni el consumo interno, ni las exportaciones, ni la inversión en ladrillo. Ninguno de los tres motores que han convertido a China en la segunda potencia mundial levanta el pie del freno. Al gigante asiático el fin de la pandemia no le ha sentado tan bien como sus gobernantes esperaban, y el dragón ha decidido echarse la siesta. «Aunque se vaticinó que a la salida del covid China se convirtiría en la cabeza tractora de la economía mundial, lo que estamos viendo son los problemas estructurales, no coyunturales, que sufre. Y no son nuevos, son anteriores al tiempo muerto que el covid supuso», analiza Luis Galán, fundador de la consultora 2Open, con sede en el noreste del país.

«Quien conozca bien la situación en China sabe que sus retos económicos son preexistentes: la evolución demográfica, el desacoplamiento pretendido y parcial por parte de Estados Unidos, y la excesiva deuda en partes de su economía», añade Galán, especializado en comercio electrónico. «Además, las exportaciones como motor del crecimiento de China han tocado techo, porque llegaron a un nivel que resulta inviable sostener a largo plazo. Y el problema es que el consumo no crece lo suficiente como para tomar el relevo», sentencia el consultor.

El consumo sacude los cimientos

«Desde el pasado mes de mayo, el consumo ha empezado a bajar en todos los ámbitos, aunque también ha influido que la clase media y alta haya decidido dedicar una parte de los ahorros para viajar fuera de China este verano o las próximas vacaciones. Al fin y al cabo, han estado casi 4 años sin poder salir del país», comenta Alberto Fernández, empresario español afincado en China desde el año 2000 en el ramo de la distribución de vinos y productos delicatessen.

En cualquier caso, el foco global está ahora en el sector inmobiliario, que representa en torno a una cuarta parte del PIB, debido a las dificultades que están sufriendo promotoras como Evergrande o Country Garden. «Desinflar la burbuja inmobiliaria parece totalmente inevitable y ya asumido tanto por el Estado como por la sociedad china. La urbanización no sigue el ritmo que llegó a tener, y la demografía evoluciona negativamente. Los chinos se casan menos, tienen menos hijos, por tanto, seguirán comprando menos pisos. Estamos ante un entorno deflacionario y ahorrador», avanza Galán.

El 'boom' de la vivienda amenaza con convertirse en peligrosa burbuja. Zigor Aldama

Asier Bideguren, empleado por GH Cranes en Shanghái, es de la misma opinión: «El estancamiento de la economía ha cambiado los hábitos de consumo de la población china y ha afectado, por ejemplo, a la inversion en el sector inmobiliario. Hasta hace un par de años no habia sufrido grandes problemas, pero quienes hemos vivido en países que han sufrido la crisis del sector ya lo veíamos venir. La burbuja esta ahi, y habra que ver si explota por completo o cambia de forma para no crear un panico entre la gente de a pie». De momento, el Gobierno no ha anunciado un gran plan de estímulo como el que le sirvió para sortear la crisis de 2008.

¿Crisis o desaceleración?

En esta coyuntura, la pregunta del billón de yuanes es si China se está asomando a la primera gran crisis desde que protagonizó el mayor milagro económico de la historia, o si solo ha entrado en un lógico proceso de ralentización. Antxon San Miguel, industrial con fabricación en Ningbo, es pesimista. «Parece que se avecina una gorda. Los centros comerciales están vacíos y regalan años de alquiler a las tiendas extranjeras si abren en ellos. Y muchos de mis clientes chinos ya han abierto plantas productivas en México, Tailandia y Vietnam», comenta.

La deslocalización del país que más producción extranjera ha recibido está en marcha debido al encarecimiento paulatino de los procesos manufactureros. «Hace dos años no dábamos abasto; ahora, lo que nos preocupa es el exceso de capacidad que tenemos en la fábrica», concurre otro compatriota que desempeña su labor en el sector de automoción y que prefiere mantenerse en el anonimato. «Las ventas de coches van mal a pesar de que todo el mundo está tirando los precios. Creo que la situación es más grave de lo que el Gobierno reconoce», asegura.

La caída de la natalidad también es un problema para el sector inmobiliario. Zigor Aldama

De momento, las instituciones que se aventuran a publicar previsiones económicas reducen las mismas en cada revisión. Y la mayoría ya están por debajo del 5% que el Partido Comunista se marcó como objetivo al inicio de 2023. Pero la mayoría de analistas descarta una debacle como la de Lehman Brothers. «Entre todos mis amigos chinos, los optimistas ven dos años de crisis de consumo, los demás hasta cinco de frenazo en la economía», señala Fernández, que se cuenta entre los primeros. «Creo que China va a aprovechar para hacer encajes y cambios en la economía, así como revitalizar su actividad productiva. Pero le va a llevar tiempo, y falta que se den pasos más firmes en varios ámbitos, entre ellos los de mejorar la confianza en el país con una mayor transparencia en los datos».

Bideguren también vaticina algunos cambios: «China volverá a subvencionar empresas de los principales sectores motrices del pais. Continuará con politicas de autosuficiencia en componentes únicos para no depender del suministro de terceros paises, y mantendrá bajos los tipos de interés». Y Galán ve la oportunidad para las empresas españolas: «Que la economía china vaya mal podría propiciar, precisamente, que surjan más oportunidades y que sea un buen momento de entrada al mercado. Una cura de humildad nos viene siempre muy bien a todos».

Los chips se han convertido en arma arrojadiza entre las dos superpotencias. Reuters

Estados Unidos recrudece sus ataques

La imagen de China a nivel mundial se ha deteriorado notablemente a raíz de la pandemia, un traumático acontecimiento que, desde sus primeros compases, reabrió el debate sobre la excesiva dependencia occidental de sus productos. Aunque no ha habido un éxodo en masa entre las empresas extranjeras en el país asiático, sí que se ha agudizado un proceso que arrancó mucho antes del covid: la deslocalización de la propia China a otros países asiáticos e incluso la relocalización en Occidente.

Eso último es lo que buscaba Donald Trump cuando inició la guerra arancelaria contra China al principio de su mandato y las sanciones contra la exportación de tecnología después. Los líderes chinos criticaron que Washington estaba tratando de «contener el desarrollo chino» y esperaban que Joe Biden abriese el puño, pero ha sucedido lo contrario. Con el demócrata en la Casa Blanca, la batalla por la supremacía tecnológica se ha agudizado y afecta, sobre todo, a los semiconductores que mueven el mundo.

Alberto Fernández, exdirector de Torres en Shanghái, afirma que esto ha provocado «una crisis de confianza global» y que la situación «puede hacer que China se estanque en este motor industrial tan importante, porque tardará años en fabricar sus propios chips». No obstante, hay quienes están convencidos de que a Estados Unidos le puede salir el tiro por la culata, porque Pekín buscará crear una industria que antes no tenía y, a medio plazo, puede convertirse en un competidor formidable.

«Las sanciones disfrazadas de barreras comerciales solo sirven para que Occidente gane tiempo, para retrasar lo inevitable. China tiene el capital humano, el músculo industrial y las materias primas necesarias para plantar cara y acercarse a la autosuficiencia mucho más que nosotros», advierte un industrial español de Kunshan que prefiere mantenerse en el anonimato. «Hemos decidido competir en vez de colaborar por una cuestión ideológica, y puede que lo acabemos pagando caro», sentencia.

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