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Zigor Aldama
Shanghái
Martes, 5 de noviembre 2019, 18:58
Los gestos de buena voluntad no son el punto fuerte de Donald Trump, pero el presidente de Estados Unidos parece dispuesto a hacer algunas concesiones para acabar con la guerra comercial que él mismo declaró a China el año pasado. Según han comentado fuentes ... de la Casa Blanca al diario británico 'Financial Times', sus funcionarios están considerando la retirada de aranceles a productos chinos cuyas exportaciones a la superpotencia americana tienen un valor de 112.000 millones de dólares. Concretamente, Washington podría anunciar el fin del impuesto del 15% que, desde el pasado 1 de septiembre, afecta a productos textiles, electrodomésticos y pantallas planas importadas desde China.
Si se confirma esta medida, Estados Unidos cumpliría con una de las demandas de China para sellar este mismo mes la primera fase de un acuerdo que todavía tiene muchos flecos sueltos. Y se sumaría a la cesión que hizo el mes pasado, cuando decretó la suspensión del incremento de los aranceles que afectan a otros 250.000 millones de dólares de importaciones chinas anunciado en un inicio para el pasado 15 de octubre.
Mientras tanto, al otro lado del Pacífico, el presidente chino, Xi Jinping, ha vuelto a inaugurar en Shanghái la Exposición Internacional de Importaciones de China (CIIE, por sus siglas en inglés) con un discurso en defensa del libre comercio y en contra del proteccionismo. «Continuaremos otorgando mayor importancia a las importaciones y reduciendo tanto los aranceles como los costes de las transacciones institucionales», ha afirmado Xi. «Debemos lograr entre todos que el bien común de la Humanidad prevalezca sobre los intereses propios», dijo.
En líneas similares a las declaraciones que ha hecho desde que alcanzó la presidencia de China, en 2013, Xi se ha presentado como inesperado abanderado del libre comercio y ha prometido que el país más poblado de la tierra continuará abriéndose al mundo y mejorando las condiciones en las que operan las empresas extranjeras afincadas en su territorio. Como muestra de que no es un farol, el presidente chino ha cerrado un acuerdo con su homólogo francés, Emmanuel Macron, para proteger al vino y al queso europeos de las copias ilegales. «También discutiremos sobre tres asuntos decisivos: la economía, la tecnología, y el clima», avanzó el lunes el mandatario galo, que ha acudido a la inauguración de la segunda edición del CIIE y viajará a continuación a Pekín.
Pero este entusiasmo choca con la realidad que perciben las empresas europeas. La Cámara de Comercio Europea en China volvió a reiterar ayer su exigencia de que las palabras de Xi se traduzcan en hechos, algo que no siempre sucede. Y advirtió de que muchos de los acuerdos que se firman a bombo y platillo luego no se materializan. Según un estudio realizado por la Cámara entre los participantes al CIIE del año pasado, creado por China para incrementar las importaciones, solo la mitad llegó a algún acuerdo de venta. Y muchos de ellos no llegaron a cuajar «porque el socio chino no cumplió con sus obligaciones». Algunos de los encuestados se sintieron «engañados de diferentes formas» y casi la mitad afirmó que el CIIE no cumplió con sus expectativas. Aunque Xi abogue por un mundo sin barreras, todavía son muchas las que China tiene.
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