Las buenas expectativas para 2025 esconden el frenazo del turismo o el empleo

En unas semanas el Gobierno actualizará el cuadro macroeconómico que servirá como base a los Presupuestos Generales pese a que su aprobación está muy entredicho por la difícil tramitación política. Pese a ello, tanto algunos miembros del Gobierno como expertos consultados aseguran que la falta de Presupuestos no tendría por qué suponer un obstáculo al crecimiento del PIB, ya que el marco sigue establecido en la prórroga presupuestaria y España no es el único país del entorno en esta situación.

La tasa de crecimiento del PIB en 2025 seguirá doblando la de la eurozona, pero un 2,4% de avance supone una desaceleración respecto a 2024, cuando el PIB se ha disparado un 3% -cifra aún por confirmar por el INE-. Pero es que España ha crecido tanto los dos últimos años por la gran aportación del sector exterior (gracias al 'boom' del turismo y las exportaciones tras la pandemia) que es un ritmo «difícil de mantener». Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas, explica a este periódico que la desaceleración del PIB irá en consonancia también con la del empleo, que seguirá avanzando pero a un menor ritmo que en la primera mitad de 2024. Además, la «atonía» de la inversión privada seguirá siendo persistente este año, el verdadero «talón de Aquiles» del modelo de crecimiento en España, destaca Torres.

Pese a todo, las familias disponen de una tasa de ahorro elevada y están ganando poder adquisitivo por unos salarios que mes a mes siguen creciendo de media ligeramente por encima de la inflación. Esto hace que el consumo privado esté compensando la falta de inversión privada y sea la verdadera pata sobre la que se asiente el crecimiento económico en 2025, detallan los expertos. Las previsiones de CaixaBank Research apuntan a que los afiliados a la Seguridad Social aumenten en 400.000 personas en 2025, una cifra «considerable pero inferior al medio millón de 2024», explica Javier García Arenas, economista del organismo.

Bajo este paraguas, las previsiones del Ejecutivo apuntan a que el déficit público descienda al 2,5% en 2025 y la deuda pública se reduzca del 102,5% del PIB en 2024 -dato aún por confirmar y unos 20 puntos por debajo del máximo alcanzado en 2021-, hasta el 101,4% al cierre de 2025. Pero lo cierto es que el escenario fiscal es todavía incierto, en un momento en el que, además de los gastos previstos y la ausencia de Presupuestos, están pendientes varias figuras que marcarán los ingresos tributarios, como el impuesto a las energéticas o la equiparación del gravamen del diésel al de la gasolina.

La agencia de calificación crediticia S&P Global mantiene que España liderará el crecimiento de la zona euro este año, anticipando un alza del PIB del 2,5% que se mantendrá en el 2% los dos siguientes. Sin embargo, la firma lamenta que el Gobierno no haya aprovechado esta buena evolución para acelerar la reducción de desequilibrios en las cuentas públicas. «La bajada del déficit podría haber sido mayor teniendo en cuenta el crecimiento económico registrado», apunta Marco Mrsnik, director de ratings soberanos de la firma.

S&P también ve riesgos en el cumplimiento del déficit y la deuda pública, recordando el aumento del gasto público desde la pandemia con ayudas que, a su juicio, deberían haber sido «más puntuales» en lugar de prolongadas en el tiempo. «La idea de revalorizar las pensiones sin indexarlas al IPC también habría contribuido a esa reducción», añaden, advirtiendo que «a las presiones de gasto más habituales como educación o sanidad, ahora se suman otras derivadas de los riesgos climáticos, el mayor gasto militar o la transformación digital», apuntan.

El experto de Funcas considera que con un «pequeño esfuerzo» fiscal que «no supondría ningún descalabro desde el punto de vista del crecimiento» se podría alcanzar la meta del déficit público en el 2,5% a cierre de 2025. Es decir, el consumo público se moderará porque las entregas a cuenta a las comunidades autónomas serán menores que el año pasado, pero Torres advierte de que sin ajuste fiscal no será suficiente para moderar el déficit hasta el 2,5%. Desde CaixaBank Research recuerdan además que esta senda de estabilidad se realizó antes de la dana, lo que podría elevar alguna décima este concepto.

Y a la gran maquinaria de inyección de fondos europeos le queda recorrido -Bruselas ha puesto como límite para cumplir todos los hitos el 31 de agosto de 2026- y seguirá siendo lo que sostenga la inversión, sobre todo la inversión pública. Sin embargo, la privada se ha beneficiado mucho menos de esos fondos europeos por problemas de ejecución, lentitud en las adjudicaciones y la incertidumbre por normativas y aspectos fiscales, asegura el economista de Funcas. Torres lamenta que esos fondos «no han jugado el papel de transformación del modelo productivo» que se esperaba en España. Es decir, han ayudado a recuperar la economía tras la pandemia, con cierto impulso a las energías renovables pero el poder transformador que se esperaba de ellos no ha sido de la magnitud prevista.