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jorge murcia
Lunes, 26 de diciembre 2022, 10:18
Imagine usted que organiza una fiesta para sus amigos, sin reparar en gastos: recibe a los invitados con un vestido de Christian Dior. En el cuello luce un collar Bulgari, y en la mano un anillo Tiffany. Huele a una exclusiva fragancia Hérmes, y obsequia ... a sus amigos con una copa de Dom Pérignon. Quizá sin saberlo, con todos estos artículos de lujo está contribuyendo a enriquecer un poco más a un solo hombre, al que ya ha alcanzado la cima de la riqueza. Es Bernard Arnault, desde hace diez días la mayor fortuna del mundo.
Así lo acredita la revista Forbes, que atribuye a este magnate francés -nacido en Roubaix hace casi 74 años- y a su familia un patrimonio de 188.100 millones de dólares (unos 176.400 millones de euros). Arnault acaba de destronar a Elon Musk, que de un tiempo a esta parte ha perdido casi un 4% de su fortuna. El fundador de Tesla y nuevo CEO de Twitter ya 'sólo' cuenta con 181.300 millones de dólares (170.000 en euros).
El magnate francés es presidente, director ejecutivo y principal accionista de LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), el mayor grupo de artículos de lujo, que engloba a 75 marcas. Entre ellas figuran Bulgari, Loewe, Sephora, Tiffany, Kenzo, Tag Heuer, Dom Pérignon, Möet&Chandon, Hermés y Christian Dior. Un imperio que en 2020 sumaba más de 4.590 tiendas y 163.000 empleados.
Hijo de un empresario de la construcción, Arnault redirigió primero el negocio familiar hacia el sector inmobiliario. Con apenas 29 años asumió la dirección general de la empresa, y poco a poco puso su vista y olfato para los negocios sobre el sector del lujo. Concretamente en la mítica firma Christian Dior, esa que desde siempre idolatraba su madre, Marie-Josèphe Sanivel. Así que su primera incursión el el mundo de los trajes, joyas y perfumes más exclusivos respondía en parte a un afán de satisfacer los deseos maternos.
El proceso no fue sencillo. Para hacerse con Dior tenía que comprar Boussac, el grupo empresarial del que colgaba. En esta operación ya dejó claro uno de los principios que guiarían su política de adquisiciones: aprovechar las épocas de turbulencia para comprar barato. Boussac, afectado por los malos tiempos que corrían para la industria textil, era el grupo propietario de un heterogéneo 'holding' de firmas: los grandes almacenes Le Bon Marché, Conforama, o Dior, aunque no su división de pefumería. Corría el año 1985 y Arnault alcanzó la presidencia ejecutiva de Christian Dior SA. Cuatro años más tarde conseguiría recuperar para la firma el negocio de perfumes, que se unificaría con el de la alta costura. Al mismo tiempo, y tras lanzar una OPA, el magnate francés se convierte en accionista principal de LVMH, fruto de la unión de los grupos Moët Hennessy y Louis Vuitton.
Arranca entonces una ambiciosa carrera por hacer de LVMH el rey del lujo: en 11 años consigue multiplicar por 15 el valor del grupo, y en un 500% su beneficio. Arnault es de esos empresarios que nunca aquietan su instinto para los negocios y tocan todos los palos posibles. Así se explican sus incursiones en el mundo editorial: a principios de los 90 compra el diario económico La Tribune, que en 2007 vendería para adquirir otra publicación del mismo sector, Les Échos. Ese mismo año entraría en el accionariado de Carrefour.
Para entones ya era el hombre más rico de Francia, superando a una celebridad como Liliane Bettencourt, heredera del imperio L'Oreal. En esos tiempos decidió renunciar a su nacionalidad francesa y adquirir la belga con el único motivo de esquivar la menos favorable fiscalidad del país presidido entonces por François Hollande.
Dicen de él que, cosa paradójica, desdeña el lujo. Al menos, entendido como una mera exhibición de poder. Y eso que muestras de esto último ha dado unas cuantas. Por ejemplo, cuando desembolsó cientos de millones de euros en comprar una isla de 500.000 hectáreas en el archipiélago de las Bahamas, o en adquirir exclusivos yates. Nada, en fin, que no encaje en el arquetipo de un multimillonario de nuestros días.
Nadie puede, en todo caso, discutir su amor por el arte y el coleccionismo. Arnault ha llevado a cabo una variada labor de mecenazgo en Francia, apoyando múltiples exposiciones, o creando premios para jóvenes creadores a través de la fundación LVMH. Casado en segundas nupcias, el ahora hombre más rico del mundo tiene una hija y un hijo de su primer matrimonio con Anne Dewavrin. Su actual esposa es Hélène Mercier-Arnault, pianista de nacionalidad canadiense, con la que tiene tres hijos.
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