Beatriz Corredor
Beatriz Corredor
Manu Álvarez
Bilbao
Domingo, 9 de junio 2024, 00:43
Acaba de ser reelegida para un nuevo periodo de cuatro años en el consejo de administración de una empresa que se mueve permanentemente entre la espada y la pared. Es al mismo tiempo una empresa privada con una importante presencia de capital público -el Estado ... tiene el 20%-, pero con muchos inversores privados que buscan rentabilidad. Participa en la planificación eléctrica pero no tiene la última palabra y por ello también sufre las limitaciones de una regulación que no siempre está en línea con las necesidades reales y siempre corre el peligro de ser el centro de las críticas. Si hay apagones las críticas llegan porque los hay y si trata de invertir en nuevas infraestructuras para evitarlos es por ahí por donde recibe los ataques de quienes consideran que se deteriora el medio ambiente.
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Beatriz Corredor, exministra de Vivienda con Rodríguez Zapatero, registradora de la propiedad por oposición, cree que el futuro está pintado de optimismo para España. La presidenta de Redeia, la corporación que alberga compañías como Red Eléctrica o Hispasat, está convencida de que la capacidad del país para generar electricidad renovable y el papel decisivo que tiene ya esta energía en la actividad económica nos coloca en el lado bueno. Además, enfatiza, «aquí no hay apagones».
-Las compañías eléctricas se quejan de que una insuficiente red de transporte y distribución de electricidad puede dar al traste con muchas aspiraciones y proyectos.
-Como ya es conocido está en revisión la herramienta de la que va a disponer la Administración para tomar decisiones. Si hay una ampliación habrá que atenderlo, pero también hay que resolver cuestiones puntuales pero importantes. Por ejemplo, que inversiones previstas hace algunos años son ahora más costosas por la elevación de precios que han sufrido muchos materiales y también la mano de obra. Y ahora mismo la regulación recoge unos parámetros retributivos que no responden ya al coste real.
-Redeia, Red Eléctrica, está en una especie de sandwich. Es un servicio público, desarrollado con estructura de empresa privada y que sufre también las limitaciones del sector.
-Es una fórmula que facilita la eficiencia porque tenemos lo mejor del ámbito público y del privado. Soy una convencida de las ventajas que tiene la colaboración entre lo público y lo privado. Lo llevamos en nuestro ADN.
-¿Pero no hay en ocasiones un choque entre el interés por buscar una rentabilidad económica y las necesidades de un servicio público? En el caso de la red eléctrica parece evidente.
-La red es un ser vivo que tiene que acompañar al desarrollo del país y quien marcas las prioridades es el Gobierno. Es un sistema que ha evolucionado desde una estructura en la que había que llevar la electricidad desde grandes centros de generación hasta los consumidores, a un modelo como el de hoy, disperso, con factores tan variables como el viento y el sol y con una demanda que hace tan solo tres años no estaba previsto que íbamos a tener.
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-Las compañías eléctricas se quejan de que una insuficiente red de transporte y distribución de electricidad puede dar al traste con muchas aspiraciones y proyectos. ¿Tienen razón?
-No y sí. Una red eléctrica no se improvisa de la noche a la mañana, no se prepara de forma instantánea, lleva su tiempo. Pero sí creo que tienen razón al reclamar mecanismos más ágiles que los actuales para tomar decisiones.
-¿Se ha planificado mal?
-Planificar es siempre un ejercicio complicado. La planificación eléctrica que está vigente se publicó en 2022, justo cuando salíamos de la pandemia y un mes después de comenzar la invasión de Ucrania. Los análisis de cobertura de demanda eran de 2017 y 2018. Cuando entró en vigor ya estábamos en un contexto que nada tenía que ver con el de esos años. Además, la legislación que está en vigor es de 2012 y también era otra coyuntura.
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-Explíqueme esto, por favor.
-En 2012 la coyuntura económica imponía que se limitase el gasto público y no parecía una prioridad la integración masiva de renovables. En esa situación se impusieron limitaciones, tanto a las inversiones como de procedimiento. Hoy está claro que es largo, pesado y excesivamente burocrático y no se adapta fácil a cambios que exigen agilidad. Además hay cosas que hoy exige la sociedad española que también hay que tener en cuenta porque incrementan la inversión.
-¿A qué se refiere?
-Hoy se reclama un mayor respeto al paisaje natural, a la biodiversidad o al patrimonio artístico y cultural. Y eso requiere que cuando implantas una infraestructura hay que incrementar la inversión para atenderla. La rentabilidad económica tiene que estar ligada también a aportar algo a la sociedad. Esto hasta ahora no se ha contemplado de forma suficiente.
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-De una forma más acelerada o más lenta lo que sí parece evidente es que la electricidad va a ganar presencia en nuestras vidas. ¿Estamos preparados?
-Por primera vez en la historia y ante una revolución industrial, unos dicen que estamos en la cuarta y otros aseguran que es la quinta, tenemos una posición privilegiada y de liderazgo. Y no solo por la red y la capacidad de integrar energías renovables sino por la capacidad de gestionarlo de forma eficiente. Además tenemos la red de fibra óptica que probablemente es la mejor del mundo. Ambas cosas hacen que España sea especialmente competitiva.
-La industria electrointensiva se queja de los altos precios de la electricidad en España…
-Hace algún tiempo podía ser, ahora no. Llevamos treinta meses seguidos exportando electricidad desde la Península Ibérica hacia el continente europeo. Esa es una buena prueba de que los precios de la electricidad en España son competitivos y más baratos de forma recurrente, con una elevada participación de las renovables. Por eso hay muchas empresas en estos momentos que miran a España como lugar para instalar sus centros de producción. Eso también ha servido para disparar la demanda y ha puesto en evidencia que tenemos que tener un procedimiento más ágil para adaptarnos a las necesidades.
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-Entonces, ¿esas empresas son unas lloronas?
-En el mes de abril el precio medio ha sido de 13,6 euros el megavatio hora, que ha sido el más barato de la historia, y en mayo igual. Y si nos vamos a los precios a largo plazo hay un informe de una consultora que dice que los contratos están entre un 25% y un 40% más baratos que en el resto de la Unión Europea. A día de hoy el problema no es el precio del megavatio. Bueno, lo puede ser por excesivamente barato
-¿Cómo es posible que sea malo que la electricidad sea barata?
-Sí. Hay muchos proyectos de inversión en generación que se han puesto en revisión por esta causa. Sucede sobre todo en la generación solar porque sus horas de mayor producción coinciden con el momento en que la electricidad está alcanzando precios negativos. Hay fórmulas para compensarlo pero hay inversores que consideran que así no se cumple la rentabilidad a la que aspiraban. Pero eso nos pasa a todas las empresas. Hacemos un plan de negocio y la coyuntura se empeña en torcerte el timón.
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-Algunas voces críticas defienden que una red eléctrica insuficiente, como la actual, puede provocar la pérdida de algunas inversiones. Por ejemplo en centros de proceso de datos, un sector que está en ebullición y que es de elevado consumo eléctrico.
-Ojo, España no debe ser la pila de Europa. Hay que tener en cuenta el impacto real que cada proyecto va a tener en el territorio, cuál es la generación de empleo que viene detrás y su cualificación. No se puede priorizar quién llega primero a pedir una conexión de electricidad sino quién ofrece un desarrollo que genere empleo y riqueza y si es un proyecto tractor de la economía local.
-No cree entonces que haya que atender toda la demanda que pueda presentarse.
-Vamos a ver. La demanda de electricidad en España en momentos punta, al margen de lo que ocurrió con la borrasca Filomena, se sitúa habitualmente algo por debajo de 40.000 megavatios. Si sumamos toda la demanda adicional que está ahora sobre la mesa, con demandas de centros de datos o de industria, multiplicaríamos por bastante esa demanda punta. ¿Tiene que asumir España ese reto? La respuesta es que… depende. Hay que ver qué obtenemos a cambio.
-Dígame por dónde irían sus prioridades, aunque está claro que esos criterios los va a imponer el Gobierno.
-Hay centros de procesos de datos que son críticos, porque atraen talento o tienen un efecto muy positivo sobre el territorio o innovación. Pero no todos son así, hay que valorar uno a uno y desde un punto de vista tecnológico. Por eso es muy importante lo que esas empresas oferten.
-¿Y las industrias?
-Es distinto. La aportación de la industria siempre es más clara y evidente. Tracciona no solo el empleo local sino de los proveedores. Y es empleo de calidad.
-Le voy a cambiar de tercio. ¿Está en venta Hispasat?
-Hace tiempo que ya hemos reconocido que estamos dispuestos a estudiarlo si alguien lo propone. Ya vendimos el 49% de la sociedad de fibra óptica y también aclaramos que lo podemos hacer con Hispasat. A día de hoy no hay una propuesta formal, aunque Indra sí ha manifestado que puede tener interés. Pero no hay oferta.
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