Sin sorpresas en la reunión del Banco Central Europeo (BCE). El Consejo Gobernador de la institución monetaria europea, reunido este jueves en Fráncfort, ha decidido de forma unánime mantener los tipos de interés en el 4,25% en la que será su última reunión hasta ... septiembre. Sigue así el guión establecido tras acometer un recorte mínimo en junio del 0,25%, y mantiene la incógnita sobre cuándo podrá la entidad llevar a cabo nuevos recortes.
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El mensaje de su presidenta, la francesa Christine Lagarde, sigue invariable: «Mantendremos los tipos de interés en niveles lo suficientemente restrictivos para asegurar que la inflación llegue al 2% a medio plazo». Y ha subrayado, una vez más, que el BCE tomará sus decisiones «reunión a reunión» y en base a los datos disponibles sobre la inflación, la tasa subyacente –aquella que excluye los precios de la energía y de los alimentos no procesados– y la transimisión de la política monetaria. «No nos comprometemos a seguir una senda de reducción de tipos predeterminada», ha advertido Lagarde, apuntando que aún no se ha llegado al «objetivo» y que «aún queda» para lograrlo.
Por el momento, la evolución de la inflación en la Eurozona –que marcó el 2,5% en junio– es un signo positivo. La institución monetaria espera que la tasa fluctúe en torno a estos niveles en 2024, antes de reducirse en la segunda mitad del año que viene a niveles cercanos a su mandato del 2%. Lagarde también espera contar «en las próximas semanas y meses» con datos que contribuyan a «reforzar la confianza» sobre las previsiones inflacionarias del BCE.
En abril y junio, la economía de la Eurozona ha crecido ligeramente, «aunque a un ritmo menor que en los tres primeros meses del año», ha apuntado la francesa. Lagarde reclama una implementación «acelerada» de los fondos de recuperación europeos y completar la Unión Bancaria y la Unión del Mercado de Capitales. «Esto aumentará las inversiones en las transiciones verde y digital», afirma.
En materia de política fiscal, el BCE ha dado la bienvenida a las guías políticas anunciadas por la recién reelegida presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y a la declaración de los ministros de Economía y Finanzas de los países del euro (Eurogrupo) sobre el camino a seguir en 2025. Instan a seguir una política fiscal restrictiva y llaman a «redoblar esfuerzos» para mejorar el gasto público y así reducir los «elevados niveles» de déficit y deuda pública.
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Según los últimos datos disponibles de Eurostat, la Eurozona cerró 2023 con un déficit público del 3,6% y una deuda del 88,6% de su Producto Interior Bruto (PIB) de media. Y para el BCE sanear las cuentas públicas es fundamental de cara a mantener la estabilidad económica.
Pero la mayor parte de los riesgos económicos que enfrenta la Unión Europea (UE) vendrán del exterior. Más concretamente, el BCE tiene el foco puesto en las tensiones geopolíticas de Oriente Medio y en la guerra en Ucrania, «que podrían afectar a la confianza de los hogares y a la demanda interna» y al precio de la energía
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