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La desaceleración de la economía española fue «más acusada» de lo previsto en el primer trimestre del año: la variante ómicrom y la huelga del transporte trastocaron las buenas perspectivas de recuperación tras pasar lo más duro de la pandemia, y el estallido de la ... guerra de Ucrania a finales de febrero no hizo más que empeorar la ya debilitada situación. Y el segundo trimestre está siendo también muy complicado, con una inflación al alza y un consumo retenido por ello.
Así, en su nuevo informe económico presentado este viernes, el Banco de España prevé que el PIB avance del 0,4% en el segundo trimestre, una décima más que el primero. En el año, el organismo calcula que la economía crezca un 4,1%, cuatro décimas menos que en sus estimaciones de hace solo tres meses y un punto y medio por debajo de la previsión que había antes de que estallara la guerra. Para 2023 espera que la economía avance un 2,8%, también una décima por debajo del informe de abril, y solo mejora sus previsiones de 2024, cuando España por fin logrará recuperar el nivel previo a la crisis creciendo un 2,6%, una décima más de lo estimado. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que no nos encontremos con otro 'shock' que altere las previsiones. Algo que hoy en día no es difícil de imaginar.
Son previsiones más pesimistas que las del Gobierno, quien estima un crecimiento del 4,3% para este año y del 3,5% para el que viene. El Banco de España reconoce que la guerra de Ucrania es una «nueva perturbación negativa» cuando el país todavía no se había recuperado.
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«El inicio de la guerra abrió un periodo de enorme incertidumbre que, tres meses y medio más tarde, continúa sin disiparse», señala el informe. Y como consecuencia del conflicto bélico, se han intensificado las «presiones inflacionistas» y las alteraciones en las cadenas de suministro, lo que está «limitando el dinamismo de la actividad mundial y ensombreciendo sus perspectivas futuras».
Todo ello motivado por el nivel persistentemente elevado de los precios, tanto de la energía como de los alimentos, lo que tiene un «pronunciado impacto negativo sobre el poder adquisitivo y, por tanto, sobre el gasto de los agentes privados», reconoce el organismo. Así, aseguran que la inflación subyacente (que no tiene en cuenta el precio de la energía ni de los alimentos frescos) ha «sorprendido» por su gran alza, que se situó a cierre de mayo en el 4,9%, el nivel más alto desde la década de 1990.
Lo único que podrá reducir «ligeramente» la inflación es el mecanismo ibérico para limitar el precio del gas –recién aprobado por la Comisión Europea–, que puede mejorar la tasa de inflación prevista para 2022 en medio punto, aunque la hará aumentar en una décima en 2023 porque el mecanismo tiene solo un año de vigencia y llegará solo hasta el mes de mayo. Por tanto, el impacto que tendrá la medida es menos optimista que la estimada por la ministra del ramo, Teresa Ribera, que lo cifró en ocho décimas.
Con las esperanzas puestas en esta medida, la previsión del Banco de España es que terminemos 2022 con una inflación media del 7,2%, tres décimas menos de lo previsto hace tres meses, mientras que el año que viene será del 2,6%, medio punto más. Es una tasa muy elevada pero no tanto como la de la OCDE, que esta semana apuntaba a una inflación media este año del 8,1%.
En cuanto a las medidas aprobadas por el Gobierno para paliar los efectos de la guerra de Ucrania, como la subvención a las gasolinas y la bajada del IVA de la luz, el Banco de España calcula que extenderlas más allá del 30 de junio supondría reducir tres décimas la inflación de este año, aunque aumentaría en la misma proporción el que viene. Sobre el déficit, supondrá aumentarlo también en 0,3 puntos este año por el mayor gasto público.
Sin la ampliación de este plan anticrisis, el Banco de España considera que el déficit terminará el año en el -4,6%, cuatro décimas mejor de lo estimado hace tres meses. Para 2023 el desfase presupuestario será del -4,5%, siete décimas menos. En cuanto a la deuda pública, el organismo estima el 114,9% sobre el PIB, dos puntos por encima de su anterior previsión, mientras que para 2023 seguirá muy alta, concretamente en el 113,2% del PIB, cuatro décimas más que en abril.
El impulso económico llegará fundamentalmente de la mano de la recuperación del turismo -que está superando todas las expectativas-, los fondos europeos y la inversión. De cara a 2023 el PIB ganará fuerza también gracias al consumo privado, que aún está seis décimas por debajo de los niveles prepandemia pese al ahorro acumulado por las familias. El organismo apunta a que para finales de 2024 la mayor parte del crecimiento venga por el dinamismo del empleo y el repunte del consumo tras años de incertidumbre.
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