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La deriva política que está tomando la crisis catalana, y sobre todo la incertidumbre en torno a lo que pueda suceder en el futuro tras el próximo 1 de octubre, ha obligado al Banco de España a incluir este "riesgo" futuro entre los peligros que ... pueden afectar a la evolución económica.
En su informe sobre las proyecciones macroeconómicas 2017-2019, el supervisor considera que "las tensiones políticas en Cataluña podrían afectar eventualmente" al conjunto del país. Esta previsión implicaría un impacto sobre las decisiones de gasto de los ciudadanos, la confianza entre los agentes económicos así como las de financiación. Es la primera vez que se hace referencia a este problema secesionista en el análisis periódico que realiza el supervisor.
El director del servicio de estudios del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en cualquier caso ha aclarado que, por ahora, la situación que se vive en Cataluña no ha implicado ninguna consecuencia económica a la baja. "Nuestro escenario central de crecimiento no incorpora ningún efecto de estas tensiones", ha indicado Hernández de Cos, quien ha recordado que la desaceleración macroeconómica prevista en este último informe ya estaba proyectada en los anteriores, como el de junio. De hecho, estiman que el crecimiento trimestral del PIB será del 0,8% entre julio y septiembre, apenas una décima menos de lo que lo hizo entre abril y junio.
El supervisor estima que la economía crecerá a un ritmo del 3,1% este ejercicio, lo que supone la misma previsión del Banco de España realizada hace tres meses. Para 2018, anticipa un alza del 2,5% y de un 2,2% en 2019. Las estimaciones de este servicio de estudios son muy similares a las últimas elaboradas por el Gobierno, en las que calculaba un incremento del PIB del 3%, el 2,6% y el 2,5% en estos tres ejercicios, respectivamente.
La moderación en el crecimiento económico prevista a medio plazo se debe a la progresiva desaparición de las variables positivas con las que ha contado la economía en los últimos años: el precio del petróleo, que ya comienza a subir y se aproxima a los 60 dólares por barril; las políticas fiscales que llevaron a la reducción significativa de tributos como el IRPF y Sociedades entre 2015 y 2016; o el agotamiento de determinadas decisiones de gastos, cuyo ritmo de crecimiento exponencial tiende irremediablemente a moderarse también. "Era difícil seguir con unos consumos per cápita como los que hemos visto en los últimos años", ha indicado Hernández de Cos.
El informe del supervisor también prevé que se siga reduciendo la tasa de paro a lo largo de los tres próximos ejercicios, hasta situarse "por debajo" del 13% a finales de 2019. Se trata de la misma previsión que tenía el Banco de España en junio, aunque el servicio de estudios ha apuntado una realidad que poco a poco se va imponiendo: la caída de la población activa, como consecuencia del envejecimiento de la población.
Cada vez hay más grupos de población mayores, cuya tasa de actividad se va reduciendo, mientras que entre los más jóvenes no acceden con la misma rapidez al mercado laboral por las características del mismo tras la crisis. En este sentido, el Banco de España sigue apostando por que "las condiciones salariales se vayan adecuando a las características específicas de las empresas", esto es, no una subida generalizada de sueldos, sino dependiendo de la situación por la que atraviese cada compañía.
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