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El verdadero problema sobre el rechazo a la fusión con BBVA por parte de Banco Sabadell no vienen de ahora. Sino de la tensión que arrastran los presidentes de ambas corporaciones, Carlos Torres y Josep Oliu, tras el fracaso de la integración que ambos intentaron ... en 2020 pero que no salió adelante.
En los cuatro últimos años, Oliu ha tenido que repetir que su banco no estaba inmerso en ninguna operación corporativa. «No la hay ni encima ni debajo de la mesa», solía apuntar en cada encuentro público con los medios de comunicación. Insistía en que ni apostaba por una fusión ni la estaba negociando entre bambalinas. Hace apenas tres semanas, en el contexto de la junta de accionistas de la entidad en Alicante, el propio Oliu apostaba porque Sabadell siguiera su senda de crecimiento en solitario, con el foco puesto en crecer en rentabilidad y en su cotización, pese a la esperada bajada de los tipos de interés. Y de que algo comenzaba a moverse entre ambas corporaciones, según fuentes financieras.
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A pesar del choque que ya produjo la ruptura de las negociaciones a finales de 2020, Carlos Torres consideraba que éste era el contexto idóneo para fortalecer la estructura de BBVA con Sabadell, una entidad muy distinta a la que quería integrar hace cuatro años -con muchos menos problemas- ante la nueva etapa de caída de tipos de interés. En sus últimas apariciones públicas nunca había mostrado ningún abismo acerca de proceder a una fusión. Con negocios en México, España o Turquía, insistían en el crecimiento orgánico y en la generación propia de valor. Hasta que se han puesto manos a la obra.
La propuesta de la entidad con sede social en Bilbao no partía de cero, tal y como indican fuentes del mercado financiero. Retomaban los cálculos y las condiciones de reparto de poder que ya habían negociado ambos grupos bancarios hace casi cuatro años. Era, en realidad, reiniciar las conversaciones en el punto en el que las dejaron en su momento para no prolongarlas y tener un acuerdo cuanto antes.
Pero todo ese castillo de Naipes se ha venido abajo en apenas una semana. Con varios días festivos de por medio, y sin ninguna presión por la necesidad financiera de acometer un pacto de fusión, Oliu ha sorprendido a Torres con un 'no' que vuelve a tensar más una relación que ya de por sí era complicada.
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