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El primer año de la pandemia se ha saldado con las empresas españolas endeudadas como hacía años que no estaban, pero con unos hogares más aliviados de préstamos que en el ejercicio anterior. El coronavirus también ha movido los cimientos financieros de los negocios, que ... han tenido que acudir en masa a los préstamos avalados por el ICO (más de 100.000 millones respalados por el Estado) con el objetivo de sostener su actividad lastrada por los confinamientos. La financiación de las empresas ha aumentado un 6,2% en 2020 hasta los 942.405 millones de euros, según el Banco de España.
A medida que transcurrían los meses, los préstamos otorgados a las empresas han ido creciendo de forma exponencial. Sobre todo lo hicieron a partir de marzo, cuando el crecimiento interanual apenas era del 2%. En las semanas posteriores, con las líneas de financiación pública puestas en marcha por el Ministerio de Economía y los bancos formalizando créditos, la deuda asumida por los empresarios fue aumentando paulatinamente.
La mayor parte de esa deuda corresponde a los préstamos formalizados con los bancos (unos 506.000 millones de euros), frente a los valores representativos de deuda (unos 125.000 millones) y los créditos del exterior (309.000 millones). El problema al que se enfrentan ahora muchas empresas es que no ven la luz al final del túnel de esta crisis a la que aún le quedarían meses por resolver. De hecho, la banca viene advirtiendo en los últimos días, mientras presentan sus resultados anuales, de que muchas compañías están a punto de entrar en situación de insolvencia y, por lo tanto, del cierre definitivo. Algo que podría derivar en un incremento de su morosidad.
Por ahora, Economía no ha puesto encima de la mesa ninguna otra medida, más allá de los créditos ICO y las modificaciones normativas sobre los concursos de acreedores. Aunque desde el departamento que dirije Nadia Calviño trabajan para aplicar determinadas medidas de apoyo a estas empresas que puedan estar en riesgo de insolvencia.
Mientras tanto, las familias han conseguido sortear 2020 con menos deuda de la que tenían a finales de 2019. La explicación reside en una caída brutal de los gastos, el mantenimiento de muchos empleos gracias a los ERTE y la parálisis laboral que, aunque ha dejado 622.000 trabajos en la cuneta, ha permitido que muchos hogares se quiten hipotecas de encima, y otros no hayan tenido que tirar tanto de los créditos al consumo para sus compras diarias.
En concreto, la financiación a familias se redujo un 0,6% el año pasado, hasta los 696.509 millones de euros. De esa cuantía, unos 511.000 millones corresponden a los préstamos hipotecarios, que se han reducido un 1% gracias a las amortizaciones de los titulares. Y otros 184.000 millones a la financiación al consumo, que ha subido ligeramente un 0,6% después de varios años repuntando más de un 2% y un 3% en términos interanuales.
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