Nada más conocer la intenciones de BBVA por hacerse con Sabadell, las alarmas se han encendido en las plantillas de los dos bancos llamados a fusionarse. Si la operación sale adelante, el grupo resultante sería mucho más grande que el actual, aunque la transacción ... no estaría exenta de problemas: los ajustes de una parte de los trabajadores serían casi inevitables. Así lo demuestra la experiencia del reguero de fusiones y consolidaciones que ha vivido el sector en España desde que en 2008 estallara la burbuja inmobiliaria. A esos procesos hay que unir el cierre de sucursales -muchas oficinas pueden estar pared con pared- así como algunos cambios en el día a día de sus clientes.
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La banca española ha despedido a un 42% de sus trabajadores en los últimos 16 años. El sector en su conjunto ha pasado de tener 270.000 empleados en 2008 a contar con 158.000 en la actualidad, según los últimos datos actualizados del Banco de España. El proceso fue mucho más impactantante en los primeros años de la gran recesión, cuando el sector se vio obligado a recortar negocio por todos los rincones de España. Pero ha continuado de forma incesante hasta este mismo primer trimestre.
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En el caso de que BBVA y Sabadell se unan, el grupo analizará qué parte de su plantilla es prescindible al sobreponerse unos cargos con otros y funciones solapadas. Precisamente son las sinergias de grupo, esto es, la posibilidad de que un trabajador haga las funciones para el nuevo banco cuando antes las hacían dos o más, las que impulsan este tipo de operaciones. BBVA y Sabadell llegarían con una plantilla conjunta de 140.776 trabajadores, de los cuales 41.634 estarían en España.
De hecho, las secciones sindicales de CC OO de ambas entidades ya han exigido que la fusión «se haga con todas las garantías para la plantilla». «En un contexto en el que ambas entidades han obtenido unos resultados de récord y remunerado de forma excelente a los accionistas, para CC OO es imprescindible que, si finalmente se materializa esta operación, se articule un acuerdo laboral que proteja las condiciones laborales y el empleo de las dos plantillas, con unos objetivos claros de garantía de empleo, salidas voluntarias, mejora de las condiciones laborales y proyecto con viabilidad futura».
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El proceso de cierre de oficinas también comenzó en pleno estallido de la burbuja inmobiliaria. Entonces la banca se percató de la sobredimensión territorial con la que contaba, aunque esa también era una de sus ventajas frente a otras entidades europeas: su poder de capilaridad en cualquier rincón del país. Pero mantener una oficina abierta era costoso, argumentaban siempre, y más aún con la irrupción de las tecnologías y el uso de internet como forma de relacionarse con los clientes.
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Cuando BBVA y Sabadell se fusionen, si realmente lo hacen, se pondrán a analizar dónde hay duplicidades de sucursales. Sabadell tiene una importante presencia en Cataluña y la Comunidad Valenciana, así como en Madrid y País vasco por los procesos de integración llevados a cabo en los últimos años. En todos esos territoriosBBVA también se encuentra plenamenta asentado. Entre ambas firmas acumulan 3.084 oficinas en España (1.881 de BBVA y 1.203 de Sabadell). Y más de 7.300 en todo el mundo.
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Los clientes de los bancos fusionados también suelen realizarse numerosas preguntas acerca de qué cambiará en el trato con su entidad de toda la vida. Los ahorros mantienen la misma protección, bajo la cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) español. Además, no están obligados a realizar ningún cambio para quienes sean usuarios, si se realiza la fusión.
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En el caso de los contratos firmados de hipotecas o créditos personales, sus condiciones se mantienen intactas. Lo que cambiaría sería la nueva entidad a la que se abonarían esas amortizaciones. Tampoco hay que realizar cambios con los recibos, por ejemplo. Ni con las nóminas las pensiones.
Sin embargo, sí pueden cambiar las condiciones de otros contratos, como los depósitos y cuentas de ahorro, dependiendo de la política comercial de la nueva entidad resultante. También puede hacerlo los productos de inversión contratados (habría que esperar a comprobar la gestora que los materialice) así como los seguros, aunque estos mantendrían su vigencia hasta fin de contrato.
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