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Cuando el mundo financiero dirime sus problemas en fin de semana y con nocturnidad de por medio, es que las cosas no marchan bien. Después de casi tres días de agónicas negociaciones, este domingo se ha alcanzado en Suiza un acuerdo histórico, auspiciado por el ... Gobierno y el banco central del país y destinado a contener la crisis de confianza que estos días ha mantenido en vilo al sistema bancario mundial.
Bajo esta presión de las autoridades, el gigante UBS ha accedido a comprar Credit Suisse en una operación que estaría valorada en unos 3.225 millones de dólares (unos 3.000 millones de euros). Una fusión exprés que las autoridades han facilitado al permitir, entre otras cosas, 'saltarse' la obligación de que los accionistas den su visto bueno.
Había que actuar rápido para evitar la caída de un banco herido de muerte antes de que las Bolsas abriesen este lunes. «Es la mejor solución para cerrar la crisis», ha indicado esta tarde el presidente suizo, Alain Berseit.
En una rueda de prensa junto a otras autoridades financieras del país y los presidentes de UBS y de Credit Suisse, Colm Kelleher y Axel Lehamn, el Gobierno reconoció que la operación comenzó a gestarse el pasado 15 de marzo ante las «importantes turbulencias y la pérdida de confianza sobre el banco, que ya era imposible de recuperar».
Suiza apoyará la fusión con una línea de liquidez de 100.000 millones. Un paquete «con el que el Consejo Federal reafirma su disposición a hacer lo que sea necesario para proteger a los depositantes y la estabilidad del centro financiero suizo».
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Por otro lado, y a cambio de salvar a su rival, UBS también ha logrado garantías por valor de 9.000 millones para asumir potenciales pérdidas no previstas y riesgos de la operación, incluidos los litigios por la misma.
Este era uno de los principales obstáculos para el acuerdo. Y es que en el recuerdo de la firma –y también del mercado– siguen muy presentes los elevados costes que tuvo que asumir otro gigante del sector, JP Morgan, cuando decidió acudir al rescate de Bear Stearns y de Washington Mutual, dos de los grandes protagonistas de la crisis de 2008 en EEUU. En aquel momento, JP Morgan se 'comió' todos esos activos en problemas y, unos años después, más del 70% de sus gastos legales estaban ligados a los de estas dos entidades.
UBS conocía bien los riesgos y por eso no estaba dispuesto a 'salvar' sin recibir nada a cambio, consciente además de que la operación supondrá un notable ajuste de empleo –se especula con un recorte de 10.000 puestos– y de que el precio pagado implicará pérdidas millonarias para los accionistas de Credit Suisse.
Aunque la oferta final dobla la que se había puesto sobre la mesa, estos inversores recibirán finalmente una acción de UBS por cada 22,48 de Credit Suisse. Es decir, 0,76 francos suizos por acción, lo que supone un importante descuento del 60% frente a los 1,86 francos a los que cotizaba la entidad el viernes.
El Banco Central Europeo (BCE) también emitió un breve comunicado, en el que mostraba su apoyo a «la acción rápida y las decisiones tomadas por las autoridades suizas». «Son fundamentales para garantizar la estabilidad financiera», expresó, insistiendo en que «el sector bancario de la zona del euro es resistente, con fuertes posiciones de capital y liquidez».
En todo caso, volvió a dejar claro que el organismo está completamente equipado «para brindar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona del euro si es necesario y preservar la transmisión fluida de la política monetaria».
No parece que hubiera otra posibilidad. Y eso que las opciones barajadas estos días eran múltiples. A lo largo del fin de semana se habló de trocear la entidad. Incluso el banco central de Suiza abrió la puerta a una posible nacionalización si fracasaba la fusión con UBS. Todo lo necesario para frenar la fuga de depósitos de Credit Suisse, que la semana pasada se aceleró a 10.000 millones al día, reactivando el pánico a un contagio hacia otras entidades europeas.
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Clara Alba / José María Camarero
De momento, se conoce que el plan de UBS pasa por eliminar la unidad de banca de inversión, manteniendo como consejero delegado de la nueva entidad ya fusionada a su actual CEO, Ralph Hamers.
Lo importante para los analistas es que el acuerdo para la creación de este coloso financiero se ha cerrado a tiempo, después de que esta crisis haya volatilizado ya miles de millones de euros del sector financiero en Bolsa. Para hacerse una idea, solo en España y solo los seis grandes bancos cotizados (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) se han dejado más de 25.000 millones de euros en las últimas sesiones.
A la espera de conocer la reacción a la fusión, los inversores también deben lidiar esta semana con la tensión añadida que supondrá la reunión de la Reserva Federal (Fed) el miércoles. Con las aguas financieras más calmadas –al menos en principio– el organismo debe decidir si acomete otra subida de tipos para moderar la inflación o pisa el freno atendiendo la petición del mercado.
El mercado coincide, de hecho, en que el terremoto bancario de estos días ya podría tener, por sí solo, los efectos de enfriamiento económico que se buscan con el alza de tipos. Pero la gran duda es si también tendrá el efecto de una recesión global.
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