Oficina bancaria. R. C.

Cada año adicional de crédito eleva su coste final un 5%

La contratación de un plazo cada vez más largo de la hipoteca también eleva el pago de intereses aunque reduce la cuota mensual a pagar

Domingo, 15 de diciembre 2019, 00:19

Es cuestión de elección. O de preferencia. O de qué compensa más a la situación económica de una familia que se embarca en un préstamo hipotecario. Entre las condiciones que hay que negociar con el banco a la hora de solicitar financiación para adquirir una vivienda se encuentra el plazo de ese crédito. No es un asunto baladí, aunque probablemente en lo primero que se fija cualquier ciudadano es en el tipo de interés que le aplican. Porque dependiendo del número de años contratados, el coste final de la hipoteca puede dispararse, aunque casi nadie se de cuenta al pagar los recibos mes tras mes.

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Para la hipoteca estándar de 135.000 euros con un interés del 2,5%, contratarla a 24 años supone un desembolso de 44.811 euros en intereses. Pero si se formaliza a 23 años vista, ese pago de intereses desciende hasta los 42.791 euros, esto es, casi un 5% menos por este concepto. Si esta es la opción, supondrá, eso sí, pagar 645 euros al mes frente a los 626 euros que costaría si se contrata a 24 años. Es decir:¿compensa pagar 19 euros más al mes a cambio de ahorrarse más de 2.000 euros en intereses.

Ocurre lo contrario si lo que se hace es solicitar esa misma hipoteca a 25 años, en vez de a 24. En este caso, el importe abonado en intereses se aproximaría a los 47.000 euros, lo que representa también unos 2.000 euros más. Eso sí, el ahorro en la cuota mensual sería de unos 20 euros con respecto a la hipoteca que se formalizara a 24 años.

Las últimas estadísticas del INE muestran cómo la banca se encuentra mucho más contenida a la hora de ofrecer la posibilidad de prolongar los plazos hipotecarios más allá de 25 o 30 años. La situación es muy distinta a la que había hace una década, en plena burbuja inmobiliaria, cuando las entidades llegaban a financiar operaciones hasta 40 e incluso, en algunos casos, a 50 años vista, un arma de doble filo por el sobreendeudamiento del cliente.

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