Luces largas
La productividad crece la mitad de la media europea y el patrimonio medio de los españoles es menor hoy que en 2008
Ignacio Marco-Gardoqui
Domingo, 8 de diciembre 2024, 00:03
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Ignacio Marco-Gardoqui
Domingo, 8 de diciembre 2024, 00:03
Visto en términos absolutos es evidente que la economía española no va bien, va muy bien. Un crecimiento del PIB del 3,4% que duplica el de la OCDE y deja muy atrás a la media europea y un empleo que aumenta en cualquier coyuntura ... son datos excelentes, máxime cuando la situación exterior, en especial la más próxima, no ayuda nada, sumida como está en un atonía asíntota al estancamiento, por ahora, y quizás a la recesión el año que viene. Francia no respira y Alemania se asfixia. Ambos añaden crisis políticas profundas a situaciones económicas nada confortables. A ambos les espera un año (desgraciadamente serán varios más) de pelea contra la coyuntura. Espero que mis queridos 'haters' de la edición digital del periódico estén satisfechos con este inicio de comentario que, por una vez y sin que sirva de precedente, carece de ironía.
Pero conformarse con esos datos y no profundizar en ellos es peligroso. Si miramos un poco dentro de ellos, veremos que el PIB crece a costa del importante aumento de la población que conlleva la inmigración, que no toda ella llega desamparada y en pateras. Nada que objetar. Lo que es motivo de honda preocupación es el pobre, más bien nulo, aumento del PIB per cápita, que desde 2019 ha crecido ¡un 0,1%! Es decir la situación global es buena y suficiente para que el Gobierno se pavonee con ella, pero si la medimos en términos de personas veremos que esto no avanza y que llevamos demasiados años estancados. Por esto hace compatible el discurso triunfal con la crítica particular. A los ciudadanos no les llega esa bonanza general. La productividad crece la mitad de la media europea. Quizás tenga algo que ver. Y el patrimonio medio de los españoles es menor hoy que en 2008.
Con el empleo pasa algo parecido. Los datos generales son muy buenos, pero el paro no mengua. Parece increíble que con este crecimiento del PIB sigamos siendo, con el 11,2% y 2,75 millones de parados, el país con la mayor tasa europea, lejísimo de otros como Chequia, con el 2,6%, muy lejos de otros, como Polonia, con el 3,1%, lejos de algunos más como Finlandia con el 8,5% e incluso claramente por encima de países como Grecia con menos turismo y mucho peor industria, que muestra el 9,8% (datos del Eurostat). Del paro juvenil no hablamos para no arruinar el domingo. Ni de la tasa de empleo, que es la tercera menor de la UE. ¿Cómo es esto posible? Y eso solo si consideramos los datos del paro registrado, porque si hablamos del paro real habría que añadir poco más de 700.000 personas que son la suma de los fijos discontinuos en inactividad y los trabajadores acogidos a un ERTE.
El empleo lo crean los empresarios -y de manera generosamente creciente el sector público-. Una posibilidad es que tengamos malos empresarios que no emprenden en la medida en que necesitamos y otra es que sean buenos o cuando menos similares a los europeos, pero no dispongan de las condiciones adecuadas para ejercer su misión. Si opta por la primera alternativa, le diré, perdón, que está muy equivocado. Aquí hay empresas capaces de proveer de electricidad a los países más avanzados, de gestionar las telecomunicaciones en otros muchos, de administrar aeropuertos enormes, de construir carreteras y ferrocarriles por todo el mundo, de fabricar más de un millón de coches y venderlos en el exterior y de vestir a centenares de millones de personas. No sigo, que se me acaba el espacio.
Así que habría que ahondar en la otra alternativa. ¿Tenemos las condiciones necesarias para que los empresarios españoles realicen dentro del país lo que hacen con normalidad y éxito fuera de él? No debemos olvidar, lo digo solo por enmarcar el problema, que aquí gestiona los impuestos, las cotizaciones sociales y los aspectos organizativos del mundo laboral un Gobierno de izquierda y una ministra (perdón, vicepresidenta) comunista. ¿Y qué hacen? Subir los sueldos de los funcionarios y el SMI; reducir las horas de trabajo; aumentar las ausencias retribuidas; subir los impuestos; elevar las cotizaciones sociales, en algunos tramos sin aumentar a la vez la pensión; ampliar la presencia del sector público en las empresas; tratar de dirigirlo todo y de regularlo todo e incluso intenta intervenir en los márgenes y en los precios. Además, todo ello hecho de manera alborotada, al son de las ocurrencias y las necesidades de sobrevivir, sin una mínima planificación.
De tal manera que la inversión se complica y se buscan fuera las alternativas que dentro no se dan. ¿Es inocua esa política? Lo que usted diga… Pero es mejor que diga que no.
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