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Pepe Ímaz, a la derecha de la imagen, junto a Marco y Novak Djokovic y un amigo. L.R.
Pepe Ímaz, la mente arnedana de Novak Djokovic

Pepe Ímaz, la mente arnedana de Novak Djokovic

El extenista riojano trabaja mentalmente con el número 1 del mundo desde hace varios años. Basa su pensamiento en fijar el amor como el eje sobre el que pivota la vida

Miércoles, 12 de enero 2022, 01:00

Soy un ser humano imperfecto con el deseo de evolucionar y crecer cada día y poder compartirlo con los demás». Es una de las frases con las que se define Pepe Ímaz, el arnedano considerado por muchos como el gurú o coach mental de Novak Djokovic, protagonista indiscutible de la semana a nivel mundial por su relación con el Open de Australia, con el gobierno de este país y con la vacuna para el COVID.

«¿Quién soy? Soy Pepe Ímaz». Así se presenta. Pepe Ímaz (Arnedo, 30 de mayo de 1974), cuya vida gira desde muy pequeño en torno al tenis, pero que desde hace muchos años se guía por otra palabra sobre la que pivota su vida: amor. Ímaz ha sido y es coach mental de Djokovic, aunque él prefiere la palabra «compartidor» para definir su relación y su trabajo con el actual número 1 del tenis mundial. «Yo no le aconsejo, compartimos cosas», decía el lunes por la noche en 'El Larguero' acerca del momento que le tocaba vivir a su amigo. Ambos desarrollan esa labor en Marbella, donde tiene casa el serbio, Ímaz está instalado desde hace muchos años y donde está su proyecto: Amor y Paz, una academia de tenis que prima la persona al jugador con sede en Puente Romano.

El arnedano, que ahora está embarcado también con un proyecto junto a la Federación Riojana de Tenis, comenzó a trabajar con Djokovic de manera continuada en el año 2016. Conocido el temperamento del balcánico, el riojano le aporta calma. Escucha, habla y comparte experiencias. Novak no es el único Djokovic en la vida de Ímaz. Su hermano Marko trabajo con él en Marbella. En 2018, Boris Becker, entrenador de Novak, le dijo: «o él o yo». El serbio eligió a Pepe.

En Pepe Ímaz conviven al menos tres personas. Se inició muy joven en el tenis y a los 10 años ya hizo las maletas para fijar su residencia en Barcelona, donde coincidió con jugadores como Álex Corretja. Allí progresó. Se esperaba mucho de él, pero cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad sufrió una importante crisis. «Mis expectativas creadas en la niñez no se cumplían. Un sentimiento de fracaso y desprecio hacia el mismo crece en él», explica. No era extraño que desde Diario LA RIOJA se le llamase (o lo hacía) para saber de sus torneos. No había nacido internet tal y como lo conocemos hoy. Muchos kilómetros, muchas ilusiones y muchas decepciones. La cultura de la victoria que luego denostó. Aun así, sumó dos victorias en dobles en el torneo de Sevilla, de la ATP Challenge Tour, y alcanzó tres finales más, en Países Bajos, Austria y de nuevo Sevilla.

Sin embargo, esa crisis le llevó a aceptar que estaba enfermo, que era un niño bulímico. Ese escenario le abrió las puertas a un mundo más espiritual, a los libros de autoayuda (más tarde escribiría tres). «Simplemente, no me amaba a mí mismo», asumió. Tras esa reflexión su tenis ya no priorizaba ganar, sino disfrutar. Sus resultados mejoraron y en mayo de 1998 alcanzó su mejor clasificación en el ranking ATP: número 146. Aquel año perdió en Roland Garros frente a Carlos Moyá.

«A través del amor uno puede alcanzar la verdadera felicidad», dice. Para él, el amor es la suma de respeto, aceptación y agradecimiento. Si tienes amor, tienes éxito. «Dentro de lo duro que está siendo todo, Novak está en equilibrio. No tiene rabia contenida ni hay un enfado desbocado. Es esta es la situación, es lo que hay, y hay equilibro, que para mí es lo maravilloso y, además, es bueno para él», indica.

Pepe Ímaz confía en que la situación creada pase. En las próximas horas se podrá saber algo más del futuro de Djokovic en Melbourne. El destino ha querido que sea Australia. En el Abierto de 1995 jugó Pepe. Ganó en primera ronda y cayó en segunda, ante otro jugador que conocía de su estancia en Barcelona: Sergi Bruguera. Más tarde entendió que los partidos no se ganan o se pierden, sino que simplemente se juegan. Una visión que poco o nada tiene que ver con la estructura sobre la que se soporta el deporte actual. Ahora bien, esa forma de ver la vida le lleva a afirmaciones más contundentes. «No hay absolutamente nadie mejor que nadie», asevera.

«Todos somos humanos y somos imperfectos, pero lo que más va a ayudar a Novak es entender y aceptar la situación. Respeto todas las opiniones, pero opinemos siendo seres humanos, no alimañas. El derecho humano tiene que prevalecer», explica.

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