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Enric Gardiner
Madrid
Lunes, 11 de septiembre 2023, 01:56
A partir de ahora, 24 será el número con el que todo hombre soñará. Las mujeres ya lo hacían desde los años 70, cuando Margaret Court, a caballo entre la era no profesional y la Era Abierta, colocó este legendario registro como el más imponente ... en los Grand Slams. Una cifra a la que ahora se une Novak Djokovic, campeón en Nueva York al derrotar al ruso Daniil Medvedev por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 y conseguir su tercer 'major' de la temporada.
El serbio, el campeón más longevo en el US Open y el único en la historia que ha ganado tres grandes en cuatro temporadas consecutivas, aumenta su ventaja como el mejor tenista de la historia, y ya tiene dos Grand Slams de ventaja respecto a Rafa Nadal, inactivo todo el año, y cuatro respecto a Roger Federer, retirado.
A sus 36 años, el dominio de un Djokovic que este lunes volverá a sentarse en el trono del número uno, está fuera de toda duda. Venció a Medvedev, el tenista con más victorias y títulos en cemento desde 2018, y cimentó un paso más en su leyenda. Si alguien quiere aspirar a ser el mejor, tiene que superar a Djokovic.
Pese al recuerdo de lo ocurrido en 2021, cuando Djokovic se derrumbó ante la presión de conseguir los cuatro grandes en el mismo año, algo que solo logró Rod Laver en los 60, el de Belgrado jugó un partido completamente distinto para desarmar al pulpo Medvedev.
Su comienzo fue arrollador, con un 3-0 que le granjeó un primer set cómodo y en el que empezó a vislumbrar el arma que le daría el partido, las subidas a la red. Aprovechando lo lejos que se iba Medvedev a restar, Djokovic tenía mucha ventaja para jugar un saque abierto y cerrar el punto en la red. Lo hizo en numerosas ocasiones, igual que intentó atacar la red para evitar caer en los intercambios interminables. Subió hasta 44 veces y solo perdió siete de esas subidas, una auténtica anomalía en su juego, pero que le sirvió para inclinar a un Medvedev que aun así pudo cambiar el partido en el segundo parcial.
Ese fue el set del ruso, que mereció mucho más y que tardará días en olvidarse de cómo lo perdió. En el octavo juego y tras una hora y 44 minutos de partido, se generó su primera oportunidad de rotura, salvada con un bote pronto espectacular del serbio, y a partir de ella empezó a coquetear con el parcial, hasta el punto de tener una oportunidad al resto para apuntárselo. Djokovic, con la lengua fuera y agotado -no paraba de hacer gestos de cansancio-, se sostuvo más por coraje que por otra cosa, y aguantó hasta el 'tie break'. Ahí pareció desfallecer y Medvedev se colocó 1-3.
El de Moscú estaba a un puñado de puntos de poner el 1-1 en el marcador ante un Djokovic asfixiado, pero fue incapaz de cerrar y dio la oportunidad de que el serbio estuviera vivo en el 5-5, el momento que lo cambió todo. Pudo ser punto de set para el ruso o para el serbio, pero Djokovic colocó un saque abierto ilegible para Medvedev, que, al punto siguiente, ya con el abismo en la cara, estampó un revés en la red y se despidió del set.
El 2-0 era una losa imposible de levantar. Medvedev no tenía fuerzas para levantarse de la silla después de perder un parcial de una hora y 40 minutos. Djokovic tenía la final en la mano y dio el primer hachazo al ponerse 3-1 arriba. Estaba hecho, pero incluso él se pone nervioso en estas ocasiones y permitió una vida extra al ruso regalando su siguiente saque. Este estaba demasiado fuera ya y le devolvió el favor. Djokovic no perdonó más. Con 5-3 dispuso de su primera pelota de campeonato y certificó un Grand Slam más.
Quizás por eso lo celebró sin excesiva euforia. Al menos hasta que dio el protocolocario abrazo a Medvedev y se hizo un ovillo en la pista. 24 Grand Slams para el serbio, que ya no tiene a nadie por encima, ni hombre ni mujer, y que podrá ser en Australia, dentro de cuatro meses, la primera persona en la historia en conseguir los 25.
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