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Javier Bragado
Domingo, 8 de mayo 2016, 00:03
Regresó Novak Djokovic a Madrid y volvió a ganar el torneo. Renunció en 2015 a competir en la arcilla española y entonces ganó Andy Murray, un escocés al que la altura del torneo le va bien. Pero el insaciable serbio quería ampliar su magnífico año ... en tierra roja y se aplicó para ganar en Madrid por 6-2, 3-6 y 6-3 al defensor del título con su estilo implacable en poco más de dos horas de juego. Suma el belgradense doce torneos en la superficie más lenta durante su carrera y en el presente año ha sumado ya diferentes triunfos en Doha, Australia, Indian Wells, Miami y ahora en la capital ibérica, una ristra que le permitiría acabar 2016 como líder aunque decidiera no competir en ningún torneo más del circuito en lo que falta de campaña.
Murray comenzó impasible, como quien se acaba de incorporar al día. Djokovic, poco generoso con las debilidades de los demás, aprovechó para romper el servicio del escocés en el primer juego y desde esa ventaja manejar el set. Durante esa primera media hora, el serbio se mostró más listo, más rápido y con las mejores elecciones para mostrar su cara implacable de número 1 del circuito. El británico respondió irregular, inseguro y con el saque como único y azaroso sustento. «Empezó extremadamente bien y me costó adaptarme a su juego, muy diferente al de ayer con Rafa (Nadal)», explicó Murray. Con un Nole que llegaba más rápido y más lejos se terminó la primera manga en apenas 31 minutos. «Jugué un magnfício tenis», confesó el balcánico.
La segunda parte cambió de condiciones porque Murray fue cogiendo el ritmo del partido. De hecho, el escocés truncó los planes de Djokovic con su mejoría y el belgradense perdió su servicio con una reveladora doble falta. El líder del circuito había recurrido a una gran variedad de golpes y de estrategias porque el expresivo escocés le había revelado que tenía problemas para correr a sus dejadas. Pero Murray aguantó con su irregular saque. Si bien sólo sumó un 64% de primeros servicios, cuando lo hizo resultó demoledor (ganó el 83% de los puntos). Con el brazo cargado, el defensor del título se apuntó la manga y consiguió arrebatar a Djokovic el primer set de la semana. «Comencé muy bien. Andy tenía que cambiar un par de cosas del primer set y lo hizo. Empezó a sacar bien, muy preciso y muy fuerte», reconoció el serbio una vez acabado el partido.
La manga definitiva se decidió por esos «pequeños puntos» de los que suele hablar Rafael Nadal. En los detalles estuvo la solución. Murray desperdició varias oportunidades claras, algunas de esos intercambios largos que terminaba en buena disposición y erraba lo más sencillo. Los diez saques directos de todo el encuentro no neutralizaron las dudas de su cabeza. Eso le impidió plantar cara más allá de la supervivencia aunque ninguno de los dos logró dominar el partido. Primero fue Djokovic el que quebró el servicio de su rival (0-2). Se lo devolvió el escocés con rapidez porque su rival volvió a cometer una doble falta en el peor momento. Contestó el serbio con otra rotura (4-2) y a Murray se le puso cuesta arriba el asunto. Todavía le dio tiempo a defenderse con corazón porque aguantó su saque con una bola de partido en contra. «No fui capaz de aguantar. Debería haber sido más sólido al final del partido, cuando se decidió. Estoy decepcionado», señaló Murray.
Si tardó en llegar el final fue porque la primera raqueta del torneo se perdió cuando servía para ganar y tuvo que rehacerse con hasta siete bolas de rotura. «Prefiero jugar como el primer set pero a veces con un poco de nervios y cansancio..», aclaró Djokovic sobre su estilo más conservador para cerrar el partido. Al final, el británico no pudo sobrevivir al espectacular serbio y perderá el número 2 del ranking en favor de Federer para esta semana. «Los pequeños márgenes hicieron la diferencia», reconoció el británico. Por su parte, el balcánico ha ganado 33 partidos y perdido sólo dos en 2016 y ya es el tenista con mayor número de Masters 1.000 ganados (29). Djokovic ya tiene el cetro de Madrid después de arrebatarlo de la mano de su último campeón.
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