«Hace años que dejé de ser hechicero; últimamente no consigo nada»

Comienza la temporada de tierra y su pupilo reconoce estar en un momento de ansiedad. ¿Cómo se resuelve?

Es complicado. No es fácil. Lo primero es afrontar el problema, como todo en la vida, y después empezar a buscar soluciones. Es verdad que los problemas no se pactan, o te vences o te vencen, pero se puede pactar la manera de encararlos.

¿Conjugar el verbo ganar sería esa solución?

Evidentemente cuando ganas es la consecuencia de que has superado el tema. Pero el deporte va cambiando, no es posible mantener una línea constante al mismo nivel. Despacio, despacio, vamos a conseguir recuperar la forma.

Rafael Nadal reconoce ser una persona con muchas dudas. ¿Cómo se hace para que sea que alguien así se convierta en un campéon?

Esas dudas son compatibles con la confianza. Es que sólo uno muy tonto o un fanático no tiene dudas. Al final, cuando entrenamos en Mallorca para preparar cada temporada yo no sé si saldrá un jugador mejor o si Federer será todavía mejor, o si Djokovic avanzará más... Claro que tengo dudas, no sé si el drive seguirá entrando y si el sistema de juego que he aplicado seguirá siendo válido, pero estas dudas no me impiden tener confianza en que las cosas vayan bien.

¿Es Rafael quien debe dar el paso? Porque en el libro Todo se puede entrenar (editorial Alienta) usted explica que Rafael ha ido adquiriendo más peso en las decisiones.

Cuando empezamos y Rafael era pequeño yo tomé todas las decisiones. En la medida es que se hace mayor y va viniendo más gente al equipo, la relación va cambiando. En un momento soy yo quien marca la pauta pero como es lógico tenía que desaparecer. Trabajé desde la exigencia para que se decantase hacia una autoexigencia que tiene ahora, que es lo fundamental.

«Cualquier artimaña era fácil e inmediata con mis extravagentes poderes brujos. Le contaba a diario, por capítulos, todas mis hazañas en el mundo del deporte, y también como hechicero», revela en su libro sobre la época en que Rafael era un niño y usted le convenció de que había sido un gran delantero del Milan o de que podía hacer llover a su antojo. ¿Sigue siendo igual?

Hace años que dejé de ser hechicero. De hecho, últimamente no consigo nada (ríe).

También asegura en Todo se puede entrenar que la diversión debe dejar paso a otros valores.

Es normal que cuando Rafael era un niño todo era pura diversión, pero a medida que fue creciendo y vi la posibilidad de que fuera un buen jugador trabajó mucho más intenso.

¿Es importante que sea su sobrino además de su alumno?

Mucha gente llega sin tener un tío que sea entrenador, así que la importancia es bastante relativa. En el caso de Rafael es normal que yo tenga más interés que un entrenador normal. Si es un familiar pones más interés, no miras el reloj para ir a casa y quieres que las cosas vayan lo mejor posible.

¿Es posible separar la faceta familiar de la de entrenador?

Es difícil porque la tensión con la que yo vivía un partido no era la misma que con otros jugadores con los que yo entrenaba. El tema familiar hace que las pasiones sean más intensas. Cuando veo un partido lo que me preocupa por encima de todo es que le vaya bien a mi sobrino.

¿Cuánto queda de esta pareja en el circuito?

De Toni Nadal no lo sé porque no sé si cuando acabe con Rafael seguiré en el circuito porque la verdad es que es duro estar trabajando muchas semanas del año y eso al final cansa. En el caso de Rafael espero que quede bastante tiempo y a buen nivel.

Ustedes encajan perfectamente, ¿sería capaz de entrenar a otro?

Sería posible entrenar a otro, pero otra cosa es que otro me quisiera o que yo quisiera entrenarle. Hay gente que dice que con la dureza que le he impuesto a Rafael sería difícil entrenar porque no sabes con quién tienes que ser duro y con quién no, pero quien tenga un mínimo de inteligencia emocional sabe hasta dónde puede tirar de la cuerda. Yo no habría aplicado el mismo método a Federer que a Rafael.

En ese hipotético caso, ¿quién podría ser?

David Ferrer. Me gustaría entrenarlo porque es una persona educada, aplicada en el trabajo y además con un gran nivel y un gran potencial. Pero entiendo que tiene un entrenador mejor que yo y no tiene necesidad de cambiarlo.

¿Le molesta que se califique a Rafael como defensivo o que se pueda infravalorar su juego al compararlo con Federer?

Cada cual valora las cosas con su manera de entender el mundo. Hay una realidad, que Federer ha sido un poco mejor que Rafael durante estos años. Hay otra: el suizo es mucho más elegante. Pero si Rafael no hubiera tenido las lesiones desde 2005 estaría en condiciones de batir el récord de Federer. Tan mal no puede haberlo hecho y tan defensivo no puede ser porque entonces no habría ganado el Open de Australia, el US Open o Wimbledon. Es verdad que no tiene un estilo tan depurado pero no creo que tenga un mal estilo.

Empiezan los torneos de arcilla con Montecarlo. ¿Cómo lo afrontan?

No llega en nuestro mejor momento. Hasta ahora la temporada no está siendo buena y eso procura más dudas de las normales. Esperamos que con la temporada de tierra las cosas vayan cambiando y que con un buen torneo deje fuera las malas sensaciones.

¿Le queda algún sueño?

Claro, ganar Montecarlo ahora (risas).

¿ Y a largo plazo?

Quedan muchos sueños. Te podría decir que ganar 18 grand slams para superar a Federer, pero a mí lo que me motiva es pasármelo bien cada día. El deporte son sensaciones y esto es la principal. Hasta la fecha, Rafael ha ganado bastantes torneos y si le preguntaras si es feliz con su juego me imagino que diría que no. Lo que cuenta no es lo que has conseguido sino el siguiente partido, que es lo que te hará ser feliz. Prefiero ir jugando y pasándomelo bien. Ya veremos lo que quedará cuando me vaya.