Zabaleta se cita con Darío

No fue una buena tarde para Arteaga, que había llegado a octavos de rebote a pesar de ganar el pasado año el Manomanista de Promoción. El guipuzcoano perdió en la previa frente a Artola, también por 22-2, pero la ausencia de última hora de Erik Jaka hizo que Baiko le repescara.

Y fue Arteaga el primero en sacar, pero no acertó con su gancho al resto de Zabaleta. Cambió el saque de manos y con él se aceleró un partido en el que el navarro era claro favorito. Cogió la pelota el zaguero y sumó cuatro tantos de saque (nueve en total), al que le siguió una chapa de Arteaga y una falta de saque de Zabaleta. 6-1. El campeón del Parejas se marchaba a vestuarios. Cinco minutos de ausencia que parecieron más. Volvió para liquidar el asunto que le llevó a la cancha del Labrit en 26 minutos.

A pesar de la facilidad en la suma de tantos, Zabaleta mostró repertorio, aunque no mucho. Buscó la dejada al rincón y al ancho después de castigar a su rival con pelotazos y mantuvo el acierto con el saque. Arteaga fue incapaz de impactar algunos de ellos en su afán de cortar desde el cuatro. Tenía miedo a irse lejos del frontis, pero cuando se alejó resto. Mejor o peor, pero restó. En esas, ya había sumado su segundo y último tanto, por falta de saque de su oponente.

Vista la superioridad, Zabaleta calentó manos. Volaba la pelota con la izquierda, pero con la derecha no solo volaba, sino que además lo hacía a una velocidad espectacular. Advirtió con un pelotazo que Arteaga quiso llevar desde el ocho de aire para sumar el décimo cuarto tanto. Cuando Zabaleta se asoma al cuatro hay que rezar para que no golpee bien. Acto seguido se plantó en el tercer cuadro, con Arteaga maduro, y su derechazo hico botar el cuero un palmo antes del diez. Rebote. Soberbia ejecución.

El partido estaba decantado, pero Zabaleta no aburre. Cambió entonces de registro para sumar dos puntos más de dejada. Arteaga le dio su cuarto fallo, rescató el navarro el saque y cerró el duelo con otra combinación de pelotazo y dejada. 22-2 después de 107 pelotazos. Cerró puños, tensó antebrazos y rompió el silencio del Labrit para festejar su triunfo. Había respeto, aunque en la cancha ese respeto se acompañó de una superioridad abrumadora.