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Javier Zabala y José Javier Zabaleta se asomaron esto domingo a la final de San Mateo al ganar a Larrazabal e Imaz por 22-14, pero aún queda muy lejano ese compromiso. El viernes volverán a comparecer en el Javier Adarraga. Con ganar, les vale para regresar el domingo al choque definitivo, pero ganar significa superar a Altuna y Martija, que más allá de ser los actuales campeones forman una pareja muy complicada de doblegar. Cuentas que sirven, siempre y cuando estos últimos superen a Larrazabal e Imaz.
ZABALA - Zabaleta
22
-
14
LARRAZABAL-IMAZ
Zabala tenía que ser este domingo el hombre más feliz del mundo, si bien puso peros a su triunfo. «No he jugado a gusto», admitió en vestuarios. «Al principio estaba muy nervioso», añadió. Aun así, sumó trece tantos, tres de ellos de saque, aunque paso por malos momentos porque el 22-14 es fruto de un tramo final en el que los ganadores firmaron un parcial de 8-1 a su favor. El partido fue más igualado de lo que refleja el marcador.
Sobre la cancha se citaban dos delanteros jóvenes y dos zagueros curtidos en mil y una batallas. Zabala y Zabaleta tenían la obligación de ganar porque eran favoritos y porque quieren jugar la final. Era el partido menos complicado de los dos de la primera fase. Y aceptaron el reto.
Larrazabal abrió el marcador con un tanto de saque, pero después de la primera igualada, 1-1, el electrónico reflejó un 6-2 que hacía buenas las previsiones de la cátedra. Zabaleta firmó sus primeros pelotazos y Zabala aligeró su mochila con un tanto ganado en la pared.
Larrazabal e Imaz comenzaban a hacer la goma. El delantero reenganchó al dúo con una dejada como respuesta al duelo de carambolas de ambos delanteros y luego encontró el pasillo en el ancho. Fue su momento, porque impidió la fractura del partido. A esos aciertos añadió cinco tantos más, uno de ellos con una descomunal volea desde el cinco y medio al ancho como respuesta al saque del riojano. De repente, la diferencia había desaparecido. Empate, 10-10. Imaz era la resiliencia personificada por mucho que Zabaleta le castigaba con la brillantez y elegancia de sus golpes. El guipuzcoano no ganó tanto alguno, pero tampoco lo perdió.
Larrazabal quería más. Se le fue abajo la pelota por dos veces y Zabala acertó con dos acciones de aire. 14-11. Sin embargo, ese momento no se alteró por el juego, sino por ver a Imaz irse a vestuarios cojeando de su pierna derecha. Tropezó con Zabaleta, piso mal y cayó peor. Tras varios minutos de atenciones médicas, regresó. Un leve esguince. Sin embargo el partido era ya otro por mucho que se volviera a ajustar, 14-13 tras una volea baja del riojano u una nueva apertura del alavés.
Zabala se quitó definitivamente sus miedos. Enlazó tres tantos más, uno de ellos merced a una filigrana con su zurda que acabó en carambola ganadora. Zabala pegaba y pegaba a la esférica e Imaz se plantaba en el seis para entrar de aire. Hasta en cuatro ocasiones consecutivas lo hizo antes de que Larrazabal perdiera el tanto de aire. 18-14 y descanso. La resolución fue rápida. Imaz acusaba el enorme castigo. Zabala se encargó de firmar la sentencia. Pelota a la pared, un tanto de fortuna al quedarse el bote muy corto, y dos saques. El triunfo era una realidad. El riojano había cumplido con su palabra de respetar los galones del veterano y ambos sumaron como pareja. Una pena esperar hasta el viernes. José Javier Zabaleta tendría que jugar todos los días en el Adarraga.
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