Vieja pelota, nueva feria en Logroño

Concluyó San Mateo. En el Javier Adarraga y en El Revellín. En aficionados y en profesionales. En hombres y en mujeres. Una feria completa que supone el regreso del aficionado a los frontones de Logroño en una atmósfera de normalidad. Nájera, Santo Domingo y la capital riojana han sido los escenarios.

El Adarraga ha acogido ocho tardes, una menos que la feria de San Fermín que alcanzó los nueves festivales al sumar la final del torneo del Cuatro y medio. Ocho tardes que se traducen en veinticuatro partidos ofertados y 824 pelotazos intercambiados. Son algunos números, pero hay muchos más. Otro dato interesante es el de la asistencia: 7.127 espectadores.

Las empresas apostaron por parejas propias, tres cada una, para intentar ganar el torneo logroñés. Al final, cada una de ellas tuvo su representación en la final y Aspe repitió el triunfo del pasado año, aunque con diferentes protagonistas. Tanto la promotora eibarresa como Baiko llegaban a Logroño, donde se ofrecen un número muy inferior de partidos que en frontones vascos o navarros, con la incógnita de la respuesta del aficionado. El año pasado se apostó por una miniferia, con menos festivales y con un aforo reducido a 650 butacas. El torneo salió airoso.

La afición ha respondido, aunque quizá se ha visto mucha madera en días que se pensaba que la afluencia iba a ser mayor. El frontón ofrece dos ambiente muy diferentes. La cancha es coto de los aficionados más veteranos, de los abonados de muchos años, de la pelota más tradicional; la grada, lateral y rebote, es el ambiente propicio para los más jóvenes, los más ruidosos, los del cántico constante, a los que las empresas cortejan con 'dj' los días señalados. Una mezcla que permite que la venta de entradas no se desplome, porque además la televisión hace que más de uno se quede sentado en el sofá.

La feria deja el triunfo deportivo y social de Jokin Altuna. San Mateo ha sufrido dos golpes en la expectación que podía generar. Primero, la ausencia de Unai Laso, que acudió a la presentación del torneo, el 8 de septiembre, pero cuya baja no se comunicó hasta días después. Aquel día ya existían muchas dudas sobre su concurso. Le suplió finalmente Jon Ander Peña. Pelotari de Baiko por pelotari de Baiko. Y Baiko no tiene delanteros riojanos en su nómina. El segundo revés llegó con la eliminación el jueves de Darío Gómez, el único riojano en el torneo. Aspe lo programó para el sábado, pero finalmente Elordi ocupó su plaza en el Cuatro y medio.

Altuna ha asumido todo el protagonismo por méritos propios. El amezqueterra es el pelotari que ha provocado las tres entradas por encima de los 1.000 espectadores. La primera, el martes, el día de su presentación, en la que citó a 1.013 aficionados a la pelota. No defraudó y levantó a muchos de ellos de sus butacas. El jueves se vivió la mejor entrada de las ocho, con 1.352 espectadores. Altuna y Darío coincidían en la cancha. Y el domingo, en la final, fueron 1.247 los aficionados que disfrutaron de la tarde y del estelar más largo de la feria, con 81 minutos de juego, aunque no en pelotazos, pues se quedó a dos del que se vivió el lunes y en el que se intercambiaron 693 golpes. Fue el día en el que dos bombarderos como Rezusta y Mariezkurrena descargaron su poder.

Deportivamente, San Mateo deja la reconciliación de Jokin Altuna con un torneo que ganó en el año 2015, pero que perdió posteriormente en tres ocasiones. El guipuzcoano venía a La Rioja, además, en busca de una gran feria que se le había negado este verano. Aspe le unió a Julen Martija y casi siempre han rendido a un alto nivel juntos. Altuna ganó el torneo y el trofeo al mejor jugador de la feria. Martija ha estado a su altura y ha sido la piedra angular sobre la que se ha construido la victoria. No tuvo problemas ante Imaz, aguantó sin sufrir ante Zabaleta y respondió con pelotazos a Mariezkurrena, ante el que hizo gala de calidad para poner la esférica donde más daño puede hacer al adversario.

Darío Gómez afrontaba su gran oportunidad. Como él dice, habituado a partidos de Segunda, San Mateo es otra historia. Brilló con luz propia en la primera tarde, ante Urrutikoetxea e Imaz. Zabaleta le apoyó en todo momento. Sin embargo, el comportamiento de ambos ante Altuna y Martija no fue el mismo. El pelaire no se sintió a gusto y el navarro no fue el zaguero dominador y al que le corre mucho la pelota. Su mano derecha no fue la misma que la de cuatro días antes.

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