Un título justo, una derrota cruel

Jokin Altuna asistía al espectáculo final del podio con la mente ya en otro lado. Joseba Ezkurdia miraba a la grada con una contenida sonrisa. Ambos digerían el resultado. Y Aitor Elordi, pelotari revelación, era el más feliz del trío. Cosas del deporte. Duele mucho perder una final.

Ezkurdia y Altuna imprimieron un ritmo agotador incluso para la mirada que acabaron acusando en la recta final del partido. El navarro daba una velocidad brutal al cuero. El saque ya transitaba a más de 100 kilómetros por hora y de saque abrió el marcador. La carambola le dio el segundo. La final se definió por muchos detalles, pero ambos dejaron claro que abriendo la pelota al ancho, con bote o sin él, no solo se ganan muchos tantos, sino que se castiga al rival. El ancho, y la precisión, le dieron los tres primeros tantos a Altuna para ponerse por delante en el electrónico. Las alternativas iban a ser contantes en los tres primeros cuartos del partido.

El duelo lo requería todo. Buen saque y acierto en el golpe rematador para quien atacaba y una enorme defensa para el que restaba. Ezkurdia sumó dos y Altuna, ninguno. Eso habla por sí solo de la defensa. Saque y gancho. Ezkurdia firmó dos casi consecutivos. Les separó una carambola de volea marca de la casa. 6-3. La grada enloquecía.

El delantero de Amézqueta empataba el partido y acto seguido el navarro daba otro zarpazo. Así se mantuvieron en la primera mitad del enfrentamiento, con el guipuzcoano en una versión diferente a la que acostumbra. No podía someter a su rival y mandar, pero ejercía a la perfección su papel de cazador en una persecución sin piedad. Hasta el empate a once, solo se habían visto tres fallos entre ambos. El resto, golpes ganadores. Una delicia para el espectador.

Ezkurdia aprovechó la anchura del frontón para ganar dos tantos más. El primero con una apertura; el segundo, buscando la pared. Altuna no encontraba el huevo por el que romper ese ligero desequilibrio. Recortó diferencias con el gancho. Ya no estaban tan frescas las piernas. Una dejada le permitió empatar el partido (13-13). Fue el primer momento de debilidad del navarro. Mejor dicho, muestra de cansancio. Una segunda dejada y una pared a la pelota tras engañar a su rival cambiaron las miras del duelo. 13-15.

Si hay que morir, que sea matando. Ezkurdia no es presa fácil. Altuna acusaba también los desplazamientos y no respondió a la carambola de Ezkurdia. Recurrió al repertorio. Gancho y pelota a la pared. 16-15. Había salvado un momento muy crítico. Ambos recuperaban aire. El partido estaba igualado en el electrónico pero roto en la condición física. Era tiempo de correr lo justo y afinar el golpe. Sin embargo, el cansancio lleva también al error. Ezkurdia buscó tiempo y cometió pasa; luego erró a dos metros del frontis. Despertó a la fiera que lleva dentro Altuna y con una apertura y una secuencia de saque y remate puso el compromiso en 16-19. En condiciones normales, estaba sentenciado, pero Ezkurdia, como Altuna, no son pelotaris normales y, además, sabe manejarse en situaciones extremas.

Un maravillo gancho de cintura abrió una tacada de tres tantos a la que unió su segundo saque y una chapa del amezquetarra. 19-19. Comenzaba el último intercambio de golpes. Mantenerse en pie o besar la lona. Golpeó primero a Altuna con carambola y dejada; respondió Ezkurdia con una carambola y saque y remate paralelo a la pared. 21-20. Altuna ya no tenía margen de error. Pudo ganar el partido Ezkurdia tras el resto del vasco, pero se le encogió el brazo. Aseguraba el gol, no había ya grandes ángulos. Cuero a la chapa. El último empate. Y curiosamente, en un partido de aciertos continuos otro error, esta vez de Altuna, puso fin a un enfrentamiento soberbio. Dos centímetros más arriba y Altuna estaría festejando en este momento su quinto título en la distancia. No fue así.