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Nada es como empieza, sino como termina. Y a Bengoetxea y Larunbe se les nubló la facilidad tras un encuentro que parecía encarrilado y que acabó como una tortura. Pocos partidos se le han escapado al de Leiza con un 10-3. Pero, ayer en ... Oñate, Elezkano y Rezusta se hicieron fuertes a pesar de la adversidad y convirtieron sus errores iniciales en aciertos hasta minar la moral de sus rivales y llevarlos a la zona caliente mientras ellos se relajaban, tras el triunfo, en la cúspide.
La comodidad se convirtió en incertidumbre para Bengoetxea y Larunbe. El navarro y el vizcaíno, que mandaban con solvencia tras un inicio titubeante (1-3) y una respuesta demoledora (10-3), se encontraron con sus fantasmas. Parecía que el de Leiza iba a tener patente de corso para ejecutar sus remates, como un gancho espectacular o una dejada.
Pero ayer en Oñate Elezkano y Rezusta no querían ser víctimas. Estaba en juego colgarse del brazo de los 'favoritos' o caer en la zona de nadie. Y ellos eligieron lo primero.
En un momento, Larunbe desapareció, Elezkano encontró huecos y a Bengoetxea se le cayeron las pelotas que minutos antes iban al verde. Primer revolcón con una tacada de ocho tantos; 10-11, incluido un espectacular gancho de Elezkano para el 10-7. El revolcón no se iba a quedar ahí. Aunque los colorados pusieron de su parte para sumar el 11-11 (error de Rezusta) y el 12-13 (una dejada de aire de Bengoetxea), todo lo demás lo iban a hacer los azules. Hasta el 12-18 se marcharon Elezkano y Rezusta con un ejercicio de acierto del primero y de seriedad del segundo ante la impotencia de unos rivales tocados después de una confianza inicial que se vio irreal.
A pesar de todo, Bengoetxea acercó el marcador (14-18), con una apertura y un gran golpe de Larunbe tras el dominio de su compañero. Pero los azules, aprovechando sendos fallos de sus rivales, iban a llegar al filo del 20 (y eso que Bengoetxea había dominado ese tanto hasta el último pelotazo). Si quedaba por dar emoción al encuentro, Bengoetxea se encargó de hacerlo, con una apertura, un soberbio gancho y un saque. Pero Elezkano, crecido, no se vino abajo. Aguantó, al igual que Rezusta, y se llevaron el premio de los persistentes.
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