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V. S.
LOGROÑO.
Martes, 22 de septiembre 2020, 07:50
La realidad es tozuda. El COVID-19 cabalga llenando los hospitales. Los eventos festivos se han suspendido y solo la pelota ha mantenido su tradicional presencia en estos tristes días de septiembre.
Ayer, al frontón Adarraga acudieron 317 aficionados. El viernes serán más. Y los ... que acudieron podrán hablar de la sensación de seguridad, de la buena organización y también del incordio obligatorio de las mascarillas. Porque incomodan, claro, pero es la única forma de estar seguro.
En la puerta, pequeñas filas ordenadas. Cada espectador recibía una mascarilla FFP2 que debía abrir y ponerse para entrar. Todos la misma. Como unas pequeñas fuerzas armadas imperiales, pero en son de paz. Entradas por un lado, salidas por el otro, gel en las puertas... Y supervisión, mucha supervisión para que cada asistente ocupase su localidad, no se quitase el embozo y cumpliese.
Eso no evitó los gritos de ánimo (amigos de Zabala dieron color en el primer partido), ni los aplausos ni el bullicio cuando en la cancha se veían acciones de mérito, que las hubo.
Algún asistente de la grada lateral se quejaba de agobio, del calor... Pero acudir ahora con seguridad a los eventos deportivos o culturales conlleva eso. Hay que recordarlo porque esto va a ser así cuando se pueda ir a ver el fútbol, el baloncesto o el teatro. También se cumplió en el ambigú y en la terraza, el nuevo sitio para cumplir con la trinidad de pelota, copa y puro.
Pero lo importante estaba en el verde. Y volverá a estarlo en viernes. Altuna y Olaizola incitarán a más público. Y también la buena organización y el respeto mostrado. Invita a repetir.
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