Peso y Javi García celebran su fiesta

Lleno en el recinto logroñés para disfrutar de una última jornada que acogía tres finales. En las dos primeras, manomanistas, se impusieron Ramos, en infantil, e Ibai, en cadete, tras superar por 9-18 y 17-22 a Cerezo y D. Salinas, respectivamente. A las 12.30 horas daba comienzo la final del torneo.

Peso y Javi García llegaban a este partido después de superar con claridad a Urturi y Hernando el viernes, mientras que Titín V cambiaba de zaguero y Capellán III tomaba el testigo de Medel en la lucha por el título. Peso y García comenzaron bien, con una renta de 4-0, antes de que el compromiso se equilibrase, con sucesivas igualadas en el electrónico antes de que Titín y Capellán tomasen el mando. Alcanzaron una renta de 7-11 y 10-14 después de un tanto del delantero caracolero y uno más de saque. Mandaban los de azul, pero ni Peso ni Javi García se rendían. Este último marcaba la pauta en la zaga ante un irregular Capellán, mientras que los dos delanteros alternaban momentos, como la volea que ganó Titín como repuesta a la carambola de Peso. El caracolero apeló a la volea como una de sus principales armas.

El 16-16 supuso un punto de inflexión, pues Peso y García tomaron el mando. 18-16, tras una pelota arrimada y un error de Capellán antes de empatar de nuevo, 18-18. Entraba el partido en su recta final y una vez más Peso y Javi García tomaron el mando para irse hasta el 20-18 después de dos golpes ganadores de Peso.

No desistieron los rezagados, que alcanzaron el tanto diecinueve con una dejada al ancho de Titín, 20-19, pero una nueva pelota arrimada de García y un fallo del calceatense con la derecha finiquitaron el compromiso, 22-19.

El torneo cerraba así una nueva edición, en el que la pelota femenina ha tenido un mayor protagonismo. Poco a poco, pero sin pausa. Y la grada disfrutó, que también es importante, aunque el aficionado estuviera pendiente de no mancharse la ropa. Demasiada suciedad en recinto, en las butacas, en los focos –telarañas y demasiadas pelusas– y en las paredes del frontón, con demasiados piques en el frontis y muchas, muchísimas, secuelas del paso de palomas por el recinto. Ahí tiene trabajo la propiedad.